Pues parece que esto es lo que hay. El R.Madrid sabe a día de hoy a lo que juega mientras que el Barcelona se encuentra a mitad de camino entre lo que fue y lo que Luis Enrique pretende.
Podríamos analizar muchos aspectos tácticos del partido como que el Madrid celebrara los córners en su contra como si fueran propios ya que automáticamente propiciaban una contra. También podríamos ir repasando la actuación de cada uno de los jugadores blaugranas, quedando más de uno en situación delicada. Pero, como dice el proverbio, hay que evitar que los árboles no nos dejen ver el bosque.
En mi opinión, el auténtico drama de este Barsa es que tras un año de supuesta revolución, de los 11 futbolistas que saltaron ayer al césped del Bernabéu, solo 3 eran novedad con respecto a la temporada pasada, siendo uno lateral y otro portero.
La planificación de la plantilla de esta temporada no parece haber sido la ideal cuando el día que te tienes que enfrentar a tu mayor rival, la defensa y el mediocampo lo vuelven a formar los que el año pasado protagonizaron más de un partido cuando menos sonrojante.
Y es que cantidad no es sinónimo de calidad. De las 8 altas que se produjeron en verano, 2 son porteros, otro es broma de mal gusto (Douglas), otro es especialista en realizar trabajo específico (Vermaelen), otro juega de lateral (Mathieu), Rakitic (jugador excelente) acaba de suplente y Rafinha no encadena más de 20 minutos en el campo.
Sé que esto acaba de comenzar y que no hay que sacar conclusiones precipitadas, pero tengo un «runrún» que me insinúa que el Barsa ha perdido potencial en comparación con las plantillas de los grandes de Europa. Que nos ha faltado traer un central de verdad y un medio más aparte de Rakitic.
Y lo que no es un «runrún» sino una verdad palpable es que el principal culpable de este despropósito es el señor Zubizarreta, quien sin jugar ayer, salió retratado del Bernabéu.