El Betis está atravesando una racha de resultados negativos que han llevado al conjunto verdiblanco a puestos de descenso. A la crisis de números y juego, se le ha añadido el numerito que hace unos días provocaron los ultras del Betis.
Fue en el primer entrenamiento de la semana tras de la derrota por 5-0 en el Calderón. Mel, que en u principio iba a realizar los entrenamientos a puerta cerrada, decidió cambiar de opinión y pidió el apoyo de la afición. Numerosas personas se dieron cita en la Ciudad Deportiva Luis del Sol para ver el trabajo de los verdiblancos.

Pasó entonces que un grupo de ultras invadió el terreno de juego y a ellos se acercaron Mel, Nacho y Molina. Según parece, los Supporters le dijeron al entrenador y a dos de los capitanes béticos que se entregaran al máximo. No hubo voces, ni insultos, ni amagos de enfrentamiento en ese diálogo, pero me pareció deleznable y vomitivo.
¿Por qué deben tener un grupo de aficionados béticos más privilegios que otros? ¿Por qué ellos pueden ir y hablar con Mel y los jugadores? ¿Qué tienen de especial? ¿Será qué, de manera pacífica y civilizada, amenazaron con parar el entrenamiento si no se les concedía audiencia?
Es lamentable que Mel cediera ante la presión de este grupo de ultras. Porque, ¿qué pasaría si yo salto al césped e intento hablar con Mel? ¿Cuánto tiempo tardarían los miembros de la empresa de seguridad en sacarme a empujones del terreno de juego? ¿Es preciso ampararse en un gran grupo de personas y amenazar para poder dialogar con Mel?
El precedente es peligrosísimo y si el Betis no mejora sus resultados, ¿veremos más espectáculos lamentables como el ocurrido el pasado martes? Pues será como quiera Mel que sea.
Mi decepción con todo lo ocurrido es enorme.