Yo no sé nada de fútbol. Si escucho hablar de tácticas, estrategias, sistemas, presiones envolventes, pasillos del ocho, medulares, interiores diestros, carrileros zurdos o marcajes mixtos, me doy cuenta de eso.
Yo no sé nada de fútbol. Si escucho solemnes ruedas de prensa, entrevistas a presidentes, declaraciones de futbolistas, explicaciones de entrenadores e intervenciones de representantes, alcanzo esa irrefutable conclusión.
Yo no sé nada de fútbol. Si leo crónicas de partidos que he vivido, escucho opiniones en la tribuna, focalizo mi atención en los jueces y valoro las reacciones de los aficionados, confirmo las peores de mis sospechas.
Yo no sé nada de fútbol. Si sigo a los narradores, atiendo a sus comentaristas, reparo en los iluminados, me desconcierto con los valores olvidados y analizo ventas de mercaderías, pierdo toda esperanza al respecto.
Yo no sé nada de fútbol. Y si al entrar al estadio me alcanza, poderoso, el olor a césped y se mezcla con pasadas experiencias y futuras sensaciones por vivir, me convenzo, entonces, de que no me importa no saber nada de fútbol.
Escrito por Juan Antonio Moreno Mármol
– Lorca –