Ya es oficial, Joan Laporta se presenta de nuevo a las elecciones del FC Barcelona. El ex-presidente quiere reverdecer los viejos laureles de su exitosa etapa como máximo dirigente del club. Ésa y no otra es su principal baza electoral. Quizás no sea suficiente. O quizás arrase. Todo dependerá, en mi opinión, del nivel de sus rivales.
A favor tiene que, al contrario que el resto de candidatos, ya sabe lo que es estar al frente y hacerlo con éxito. De hecho, la palabra éxito no hace justicia a la realidad ya que durante su mandato el club vivió su mejor época. Cuatro Ligas, una Copa del Rey, tres Supercopas de España, dos Champions League, una Supercopa de Europa y un Mundial de Clubes. Si contamos todas las secciones, 59 trofeos llenaron las vitrinas de 2003 a 2010.
En su contra están los que piensan que su tiempo ha pasado y que es hora de dejar que nuevos proyectos lleguen a Can Barsa. Tampoco se olvidan de cómo salió del club y de sus excesivos coqueteos con el independentismo catalán.

Los críticos con Joan Laporta (antilaportistas en el argot culé) sostienen que la llegada de Guardiola fue una mera casualidad porque su primera opción, Luiz Felipe Scolari, rechazó la oferta que le presentaron. Asimismo, se dice que los éxitos de su mandato son fruto de la suerte de tener la mejor generación de futbolistas de la historia del conjunto culé encabezados por un Messi que estaba en sus mejores años.
La realidad es que muchos aficionados blaugranas anhelan los tiempos de Laporta. Los recuerdos dentro del terreno de juego no tienen comparación alguna. Fuera del mismo, el Barsa se permitió incluso el lujo de renunciar a tener publicidad llevando el logotipo de Unicef. La máquina económica funcionaba porque los resultados acompañaban.
Sobre si Laporta sería capaz de resucitar al Barcelona actual tengo mis dudas. No es una situación fácil la que se vive con el Covid con unos ingresos mermados y un club hipotecado por haber fichado y pagado salarios a precio de oro.
Entre sus objetivos están recuperar la esencia cruyffista, dilapidada durante las últimas temporadas, y el papel de la Masía. Asimismo, las vacías arcas del club deberán volver a llenarse para evitar una conversión en Sociedad Anónima cada vez más cercana. Y finalmente está la relación Barcelona – Messi, un matrimonio separado y a punto del divorcio en el que Laporta haría el papel de mediador.
Vuelve Laporta (en realidad nunca terminó de irse) al ruedo barcelonista. El espectáculo está asegurado. Queda saber si el socio le dará su apoyo o la espalda.
Evidentemente es una posibilidad que solo será realidad si los socios blaugranas así lo certifican,pero realmente,yo, desde fuera, veo más sobras que luces en su vuelta.
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