“Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Naves de ataque en llamas más allá del hombro de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia”
Roy Batty en Blade Runner de Ridley Scott
Esta semana hablaba con un buen amigo de Valencia y del Valencia, sobre el hecho de que tener todas las posibilidades del mundo hace que valoremos las cosas muy poco. Nosotros en este caso, empezamos a hablar de los videojuegos, que en nuestra infancia sabías que tendrías con suerte 3 al año y con mucho ahorro y mucho esfuerzo, por lo que cada juego nuevo era un acontecimiento y lo cogerías con la mayor ilusión del mundo, que no pararías hasta acabarlo de todas las maneras posibles y buscando cada detalle, sobre todo porque sabías que te había costado sangre, sudor y lágrimas conseguirlo y ahora tenías que aprovecharlo, y mira que eran difíciles los juegos de antes. La reflexión fue virando a todo lo demás, hace muchos años comprarte un disco, un cd o un cassette era un acontecimiento, una obra que descubrir escuchándola una y otra vez, casi analizando cada acorde o puente, pero llegó el mp3 y empezamos a pensar que para qué perder tiempo en una canción que no me engancha si me quedan otras 20.000 por escuchar… tener una buena colección de películas de vídeo era la oportunidad de ver una película otra vez cuando quisieras o ver cosas que solo pudiste ver en el cine años o meses atrás, llegó el DVD y la cosa se enriqueció en imagen y en contenido, cosas que agradecimos los cinéfilos pudiendo escuchar los comentarios del director, comprender muchas cosas en el making of o ver las tomas falsas, esas que en muchos casos enriquecían tu comprensión de la obra. Esto se ha perdido en muchos casos con el Blu-ray, donde ya cuando se saca una nueva película no se le pide al director, guionista o actores que la comenten, una verdadera pena porque tenían que reflexionar desde la distancia de lo que había significado la obra en la que habían trabajado y en la obra que terminaron creando… Aunque ha sido con las plataformas y su casi infinito catálogo cuando se ha dejado de valorar las obras como tal, de hecho quitando Disney, ninguna plataforma valora los entresijos de las obras dando la oportunidad de ver el proceso de creación, pero es que además se valora todo al granel, y debido a que la gente llegaba a dedicar más tiempo en elegir lo que ver que en verlo, se puso en Netflix un botón de randon para que eligiera por ti sin tener que pensar. Si el cine era caviar de trufa negra ahora las películas con las plataformas son comida de máquina expendedora, donde la manera de presentarse nos hace dudar de la calidad de lo que vamos a consumir…

Desafío Total
En el fútbol no es exactamente así, aunque los más veteranos del lugar recordaremos que, aunque era un partido televisado, el partido del domingo (por primera vez se televisaba en domingo) era algo especial, previas y análisis mucho antes del evento, esas cámaras por todo el terreno de juego más allá de las laterales de grada de toda la vida, donde ahora, podíamos seguir jugadas en la banda con steadycam o ver como se quitaban las telarañas de las escuadras con cámaras por toda la portería… era un espectáculo, algo único que esperabas y disfrutabas de una manera especial, donde escuchar la banda sonora de Jerry Goldsmith de la película de Paul Verhoeven Desafío Total (Total Recall, 1990) te metía la épica en el cuerpo. Pero como comentaba en el fútbol no es exactamente así, aquí el problema no es poder ver toda la jornada de La Liga estés donde estés, sino el tratamiento que se le ha dado al fútbol y al juego de expectativas y realidad que, también, ocurre en el cine cuando enseñas a un monstruo (nunca da el suficiente miedo) o simplemente lo sugieres como en casi toda la película de Tiburón (Jaws, 1975).

Echar de menos y no echar de más
Ahora, no nos dejan echar de menos el fútbol, es verano y se habla lo mismo o más de lo que rodea al fútbol que no es lo que nos hace amar este deporte: rumores, fichajes, bajas, palancas económicas, y mil millones de partidos sin emoción pero que se supone nos quita el gusanillo y lo que creo que consigue es que demos menos importancia al fútbol de verdad. Antes, hasta los trofeos de verano eran un acontecimiento, algunos se celebraban como si fuera un título y en muchos casos era la única oportunidad de ver grandes equipos de otros países… ahora o han desaparecido o nos dan igual ganarlos, perderlos o incluso, jugarlos, de hecho no solo tenemos acceso a La Liga sino que vemos los partidos de los grandes equipos cuando nos apetece por lo que verlos de pretemporada tampoco es un reclamo. Volvemos al símil de la máquina expendedora, si tienes todo a mano siempre que quieres y a la vez, si todo se presenta igual, si todo tiene el mismo formato, todo termina teniendo el mismo valor… porque si todo es importante o especial significa que en realidad nada lo es, o peor deja de serlo.

Marc Overmars y Andréi Kanchelskis
Las expectativas lo son todo y, como ya he comentado, la imaginación siempre supera a lo que luego vemos o encontramos. En un tiempo donde no había internet ni la opción de ver a las estrellas mundiales más allá de en un mundial, partidos de copa de Europa, UEFA, Recopa o esos trofeos de verano, todos creíamos saber quienes eran los auténticos cracks del fútbol en todo el planeta gracias a unos disquetes de 1,44 mega y a un juego, el PC fútbol, ese maravilloso juego que nos permitía ser managers y manejar equipos fichando a los mejores del mundo ¿Qué ocurría? Que en aquellos tiempos nuestro conocimiento de los cracks del balompié, estaban sustentados por el especial que sacaba Don Balón y por las medias que se le daban a los futbolistas en el PC Fútbol y eso generaba unas expectativas muy altas sobre estos jugadores que rara vez se cumplían. Por ejemplo, si a Suker que veía jugar cada vez que jugaba en casa y me parecía un auténtico fuera de serie tenía un 86 y Overmars al ver que tenía un 94 pensabas que era el auténtico dios del fútbol, luego se fue Figo al Madrid y trajeron al bueno de Marc al Barcelona y te dabas cuenta que el 94 estaba más inflado que un grano de arroz de los Monchitos. Pero si hubo un jugador que nos marcó en aquella época primero, porque todos cantábamos su nombre con la canción de MC Hammer (sí la canción porque jamás volvimos a oír hablar de él) cambiando el estribillo de u can’t touch this por el apellido del jugador Kanchelskis, la canción de Mcmanaman la dejo para otro día, y porque era un jugador que tenía de media 90 si no recuerdo mal y un 99 en velocidad… el día que lo vi en un partido me di cuenta que en muchos casos las medias las tenían que poner con un dado de 100, no era mal futbolista pero si hubiera jugado en la liga española no hubiera superado el 80. Ahora, con la posibilidad de ver hasta la liga sueca cada semana es difícil que pase algo parecido, todos tenemos acceso a toda la información que queramos, y eso, sumado a que todos somos entrenadores y, ahora también, directores deportivos hace que todo sea menos sorprendente, menos ilusionante, más cotidiano, porque si tienes acceso a todo te crees saberlo todo y porque rápidamente podemos encontrar en internet a gente que piensa como nosotros, vídeos de las mejores jugadas o peores errores y donde la esencia del fútbol queda enterrada entre el análisis máximo de todo, una esencia que nos hacía creer que todo absolutamente todo puede pasar en 90 minutos… lo echo de menos.
La abundancia conduce al hartazgo y al menosprecio,si tenemos todo nada tiene valor o al menos nada se valora,nos acaba aburriendo y con esto perdemos interés e ilusión.
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