Lo reconozco, es mi editor el que me obliga a escribir hoy porque realmente es uno de esos días que no te apetece. Que te sientes cansado, hastiado, desilusionado… Hay que ver como las noticias te generan cambios en tus sentimientos futbolísticos. A las 21.15 era un culé feliz por el buen juego desplegado ante, eso hay que reconocerlo, un reservado Sporting de Gijón. Pero empezó a correr el rumor, Lucho va a anunciar que no sigue. El rumor se hizo noticia y un machacado Luis Enrique Martínez anunciaba su marcha del equipo blaugrana, dejaba de comandar la nave.
Y sí, mi hastío no es porque se vaya, tiene todo el derecho futbolístico a hacerlo y, es más, creo que es lo mejor tanto para él como para el equipo. Mi sentimiento culé está dañado porque creo que se está menospreciando una etapa y a un entrenador clave en la historia del FC Barcelona.
Luis Enrique Martínez cogió al equipo cuando estaba sumido en la más absoluta depresión, y no lo digo yo. El primer año en el que comandó la nave culé consiguió el triplete, sí eso que otros equipos llevan años añorando. La prensa tendenciosa, y alguno de mis compañeros culés, tienden a simplificar el aplastante dominio culé en que ese año Messi se decidió a jugar al fútbol. Se ve que con el Tata no le apetecía al genial argentino.
Craso error, a mi humilde entender, es cierto que si cuentas en tus filas con el, para mí, mejor jugador de la historia del fútbol, todo es mucho más fácil, los partidos que antaño eran montañas empinadas con él se convierten en paseos dominicales, pero no es menos cierto que Lucho supo recuperarlo, estimularlo, quizás con esas broncas o decisiones que los dueños del Olimpo tanto odian. Al lado de Lucho y su staff el genio del fútbol fue capaz de reinventarse, de ser un jugador más completo de lo que antes había sido, bajando a la medular, siendo el arquitecto del fútbol de Lucho. Y sí, digo Lucho y su staff porque si algo ha caracterizado a Luis Enrique Martínez ha sido el saber dividir las funciones entre todos y cada uno de sus ayudantes.
La trayectoria de Luis Enrique habrá gustado más o menos pero ahí están los resultados. Yo la considero muy positiva, es cierto que su relación con los medios le ha hecho parecer antipático, pero yo no quiero un entrenador simpático, quiero un entrenador que inculque el gen ganador en los jugadores, que no me haga pasar la vergüenza que sufrí en anteriores temporadas cuando los futbolistas jugándose los títulos no podían ni con las botas, quiero un entrenador fiel a sus jugadores, que no sea su amigo sino su director y sobre todo quiero un entrenador que tenga un sistema de juego y sea capaz de modelarlo para unos jugadores en continuo aprendizaje.

Algunos culés reclaman que lo de Lucho no tiene mérito, pero no es cierto. Erigen a Pep como el adalid del estilo blaugrana. No lo niego, considero que ese Pep era mejor entrenador de lo que ha demostrado Luis Enrique. Pero Pep coincidió con la mejor generación de jugadores blaugrana, comandados por Messi, y con un Pedro, Piqué, Iniesta y Busquets en plena forma. Sin olvidar que Pep tuvo entre sus filas la más excelsa versión del mejor jugador de la historia blaugrana, Xavi Hernández.
Luis Enrique llegó en una época en la que todos los equipos nos tenían tomada la matrícula del juego, él cambio la dinámica sin que, con ello, los resultados se viesen afectados. De los diez títulos posibles ha conseguido ocho, tras esta jornada está más cerca la Liga, jugaremos la final de Copa del Rey y, que yo sepa, a estas alturas, no está eliminado de la Champions League. A día de hoy el equipo está mejor que cuando visitó París. Todo eso lo ha conseguido Luis Enrique, coronando al Barça como el mejor equipo europeo en su periplo como entrenador blaugrana.
Así pues Lucho, ¡MUCHAS GRACIAS POR TODO! ¡SIEMPRE SERÁS UNO DE LOS NUESTROS! Espero que aquellos que en estos últimos días han dudado de tu capacidad como entrenador no tengan que echarte de menos, será una buena señal para los culés, que como tú, han honrado este club.