El 7 de septiembre de 1979, en Japón se celebraba la final del mundial de fútbol sub 20. Todo el universo futbolístico se preparaba para poner el glorioso colofón a un campeonato que había dominado la selección argentina, con 17 goles a favor y solo uno en contra antes de disputar el encuentro que otorgaría la corona de laurel al campeón. Pero a falta de solo diez minutos para el pitido final, la Unión Soviética daba la sorpresa y resistía los ataques argentinos, que no podían romper el empate a uno en el marcador.
Hasta que aparecieron los números mágicos del deporte rey. El 9 (Ramón “pelado” Díaz) culminó una brillante jugada personal y remontó el partido, que luego se encargó de cerrar el 10 (Diego Armando “pelusa” Maradona) con un magistral lanzamiento de falta. En ese momento, la suma de ambos números apuntaba hacia el infinito.
Así se cerró un campeonato donde el pelado (Bota de Oro y Balón de Bronce) y el pelusa (Balón de Oro y Bota de Plata) formaron una de las parejas más letales del fútbol. Grandes amigos, Diego y Ramón, Ramón y Diego, compartían habitación en las concentraciones de la selección. Pero todo eso se rompió cuando tuvieron que decidirse por vestir unos colores determinados. Ramón Díaz se decantó por el blanco y rojo de River Plate mientras que Maradona eligió el azul y amarillo de Boca Juniors. Entonces la amistad se tiñó de negro.
A pesar de continuar siendo jugadores del combinado argentino en el mundial 82, el abrazo de ambos fue perdiendo intensidad.Tras ese campeonato, Díaz fichó por el Nápoles y Diego por el Barcelona. Luego, llegó el cambio de seleccionador. A Menotti lo sustituyó su mayor enemigo, Carlos Salvador Bilardo. Lo primero que hizo Bilardo fue reunirse con Maradona para ofrecerle plenos poderes en la selección, que incluían la concesión del brazalete de capitán, que hasta entonces había pertenecido a Daniel Passarella, un íntimo amigo de Ramón Díaz, con quién compartía admiración por César Luis Menotti.

Esa amistad influyó en la desaparición de Ramón Díaz de las convocatorias para la albiceleste, a pesar de seguir conquistando éxitos en el viejo continente, como ganar un scudetto con el Inter de Milán, siendo decisivo con sus 12 goles marcados.
El caso es que Argentina también cosechaba triunfos, como la conquista del mundial 86 y el subcampeonato del siguiente, todo ello sin contar con los servicios del pelado. De esa manera, el 9 y el 10 continuaron sus caminos hasta llegar al final de sus carreras como jugadores.
El 27 de octubre de 1997, River, con Díaz como entrenador y Boca, donde Maradona disputaba los últimos partidos de su carrera, se enfrentaron. Al final del partido, Diego quiso saludar a Ramón, pero el entrenador de River se negó.
Con ese frío desplante, se incrementó el misterio acerca de lo que podrían haber conseguido ambos jugadores en caso de seguir vistiendo juntos la albiceleste. Lo único que quedó claro, es que la suma de 9 y 10 acabó dando el resultado de 0.
Las pequeñas y curiosas historias de nuestro deporte favorito,lo que podía haber sido y lo que ha sido.
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