Seung Woo Lee está a punto de cumplir 17 años. Llegó a Barcelona en el 2011 desde Corea del Sur. Le han llegado a llamar el «Messi coreano». Trata bien el balón, es rápido, es fuerte, es un goleador. Una pequeña estrella que comienza a brillar con fuerza. También es mediático, con 12.000 seguidores en Twitter (@Seungwoolee).
Aquí se le conoce sobre todo por la Copa Asia sub 16, donde a pesar de perder en la final contra Corea del Norte fue elegido mejor jugador, aparte de ser el máximo goleador del torneo. Y eso que llevaba desde mediados de 2013 sin jugar en competición oficial de clubs. Aún le queda otro año en blanco. No puede jugar hasta los 18. Y es que Seung Woo Lee es el origen de la sanción que impuso la FIFA al Barça y que le impide fichar hasta 2016.

El artículo 19 del Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores es sencillo. Solo se pueden fichar jugadores extranjeros mayores de 18. Pero en un mundo cada vez más pequeño este artículo es un tanto ridículo. Así que la primera de sus excepciones es que se puede fichar menores si sus padres les acompañan consiguiendo un trabajo ajeno al mundo del fútbol. De esta forma se intenta desactivar a las mafias que trafican con jóvenes promesas y se protege a las futuras estrellas de posibles padres explotadores.
En principio, es un buen artículo. Pero las cosas no son tan sencillas. Un chico nace con ciertas habilidades para el fútbol en un país donde este deporte no está plenamente desarrollado. Se le presenta la oportunidad de formarse en una de las mejores canteras de uno de los mejores clubs del mundo. Una escuela formativa reconocida y premiada a nivel internacional donde tendrá las mejores oportunidades para llegar a ser profesional. Además, también recibirá educación y formación para crecer como persona.
Todo ello en un ambiente privilegiado, con todas las comodidades y facilidades que pueda necesitar para su pleno desarrollo. Sus padres están de acuerdo y dan su consentimiento. Confían en las seguridades que le ofrecen. Pero no le pueden acompañar. Eso no quiere decir que lo abandonen, que lo vendan, que permitan que trafiquen con él o que no se preocupen. Más bien todo lo contrario. Quieren lo mejor para él y su futuro, y si eso está en la otra punta del mundo, su hijo debe estar ahí para aprovecharlo.

Es estúpido pensar que una entidad como el F.C.Barcelona descuide el bienestar, la educación y la formación de sus canteranos. Es indignante que se le ponga al mismo nivel que cualquier mafia de menores. Como también es indignante la inutilidad y la poca profesionalidad de los responsables del club, especialmente de sus servicios jurídicos. Para colmo, y con ganas de volver a repetir el ridículo que han hecho hasta ahora, Bartomeu ya ha anunciado que estudian la posibilidad de volver a recurrir la sentencia del TAS. Algo tendrán que hacer para distraerse en este año sin fichajes. Lo que sea con tal de seguir ahí y así no dimitir. Pero de mientras, por culpa de unos y otros, Seung Woo Lee y los demás chicos sancionados ven como sus progresiones se ven entorpecidas sin que les den soluciones reales. Les piden paciencia, algo que a alguno lógicamente parece que se les empieza a acabar.
¿Y que pasa con el primer equipo? Pues que se confirma que seguirá una o dos temporadas más con las mismas carencias que viene arrastrando desde hace ya tres de años. Sinceramente, veo una larga travesía por el desierto. Se hará todavía más evidente que el relevo de nombres y la evolución del estilo han estado muy mal planificados. Y ya sabemos quien es el principal responsable de esto.
Faltan un central y un lateral derecho de garantías, el centro del campo ha vuelto a depender de Xavi e Iniesta, y la genialidad de los tres de arriba esconden serias carencias de planteamiento. Lo peor es que el club no tiene ni la excusa de la sanción para justificar una mala temporada, que en previsión ya se fichó a Douglas, Vermaelen y Mathieu, que las llegadas de Rakitic y Luis Suarez supondrían una evolución del estilo, y que Luis Enrique vendría a poner un orden y un trabajo que al Tata no le dejaron hacer.