La del Ajax en el presente curso 2018-19 de la Champions League constituye una de las gratas sorpresas que el fútbol nos ha deparado en la temporada presente. Por no decir la única. Y es que no corren buenos tiempos en el fútbol en lo que a sorpresas y campanadas se refiere, tal y como está montado el negocio del balompié en la actualidad. No es terreno abonado a los outsiders.
En un fútbol cada vez más polarizado entre, de un lado, los grandes transatlánticos del balompié europeo y, de otro lado, el resto de equipos que operan a modo de meras comparsas, este tipo de irrupciones de conjuntos que a priori no contaban son cada vez más infrecuentes. En gran medida, el chiringuito del reparto televisivo completamente desigual, entre otras cuestiones, de un tiempo a esta parte ha hecho del fútbol moderno un deporte cada vez más previsible en el que los grandes se han asegurado de no dejar ni las migajas al resto, en detrimento de la competitividad y de la imprevisibilidad que siempre dotan a cualquier juego – y al fútbol también, por supuesto- de un plus y un añadido de pasión.
En el fútbol actual de élite cuenta cada vez menos el buen hacer en lo que a la formación de jóvenes se refiere. El Ajax es un gran ejemplo de ello, que este año en la Champions League constituye la excepción a la tónica habitual que se vive en el fútbol desde finales del siglo pasado. De aquellos barros de la sentencia Bosman vienen estos lodos.
Igualmente, cada vez cuenta menos para poder hacer frente a los colosos del fútbol europeo el hecho de mantener una política seria y acertada en cuanto a captación de jugadores prometedores y fichajes de futbolistas a priori menos conocidos mediante una parcela deportiva y secretaría técnica con talento. Y cuando ello ocurre, le es imposible al equipo que así acierte poder conformar un ciclo glorioso ganador, puesto que al año siguiente saben a buen seguro que el equipo le será desmantelado, dada la imposibilidad de retener a sus mejores jugadores por las altas y suculentas fichas que les ofrecen los gigantes. Antes de que esto ocurra, que a buen seguro ocurrirá, disfrutemos lo que podamos de este Ajax joven, irreverente, vertical, virtuoso y descarado.

Ya se pudieron apreciar maneras al equipo holandés en la ida de octavos de Champions frente al Real Madrid. En aquel partido, pese a quedar 1-2 favorable al equipo español, se pudo ver a un conjunto hecho, con un juego bien armado desde atrás, sin especular, al ataque. Lo cual se confirmó en la vuelta, en que el elenco franjirrojo le dio un baño antológico, un repaso de época, al conjunto madridista; con un 1-4 que incluso pareció corto.
Posteriormente, en cuartos de final y tras el 1-1 de la ida en el Johann Cruyff Arena ante la Juventus, el gran público daba como favorito absoluto a la Vecchia Signora para la vuelta. Quien hubiera visto el partido de ida creo que no pensaba lo mismo, pues pese al empate el Ajax se mostró claro dominador del juego y presentó sus credenciales para alzar la copa en la final de Madrid. Y es que entonces vinieron a ratificar que lo del Bernabéu no había sido un mero espejismo ¿Qué ocurrió en Turín? Pues que el combinado holandés le dio un soberano repaso en su casa a la Juve en la segunda parte y se coló en semifinales. Sublime segunda mitad de fútbol nos regalaron los de De Jong, De Ligt, Neres, Ziyech, Tagliafico, Tadic y compañía.
Ahora en las semifinales ya nadie los toma por comparsa y se las verán con el también sorprendente Tottenham de Pochettino. Otro equipo de autor.
Y es que lo novedoso de estas irrupciones rutilantes de equipos revelación hace que se centre mucho más la atención cuando se produce ¿Cuántas novedades así hemos vivido en los últimos tiempos en el fútbol? Contadísimas. La del Leicester de Ranieri y la del sorprendente Mónaco de Mbappé, equipo especialmente este segundo que fue ipso facto desmantelado y que, dos temporadas después de aquel glorioso año en que llegaron a semifinales de Champions y le arrebataron la Ligue 1 al millonario PSG, se halla esta temporada luchando por eludir el descenso.
Se hace impensable en el panorama futbolístico europeo actual la consecución de grandes machadas por parte de equipos que en principio no cuentan para la crítica y el gran público. Aquellas sorpresas, como aquel Aberdeen de Alex Ferguson alzando la Recopa de 1983 derrotando al todopoderoso Real Madrid. O del Magdeburgo campeón también de la Recopa. O a un Estrella Roja o Steaua campeones de Europa; relegado hoy el fútbol del Este a un papel marginal en las competiciones europeas. Todo este tipo de equipos no pueden competir por muy bien que lo hagan en el plano de la formación de jóvenes o en lo que se viene en llamar hoy en día scouting. Los jugadores les duran menos que un caramelo a la salida de un colegio.
Disfrutemos de esta grata sorpresa que este año nos brinda esta edición de la Champions League, pues muy presumiblemente de este Ajax el curso siguiente no quedarán ni los cimientos.