Anoche se consumó la destitución de Julen Lopetegui como entrenador del Sevilla FC. Llevaba ya mucho tiempo fuera del equipo, ayer vino simplemente la oficialidad. Lo cierto es que el equipo del Sánchez Pizjuán ha entrado en un terreno peligroso con una ausencia dramática de mando y alejado de lo que le hizo grande.
En la directiva comienzan los problemas del club. Pepe Castro tiene a la Junta de Accionistas «controlada» gracias a las acciones de José María del Nido Carrasco, hijo del que fuera presidente de la entidad, José María del Nido Benavente. Padre e hijo están enfrentados en los tribunales ante la demanda del primero solicitando medidas cautelares para que la agrupación de 32.000 acciones que considera suyas se disuelva antes de la próxima Junta de Accionistas. Tenemos por tanto un presidente débil y una junta a la que se acusa de buscar el lucro en lugar del bien de la entidad repartiendo dividendos cuando las cuentas aconsejan lo contrario.
Si vamos a la dirección deportiva, las aguas no bajan menos revueltas. Monchi, santo y seña del sevillismo, ha errado en una planificación de plantilla grotesca. Lejos queda aquella figura que conocía los mercados internacionales como la palma de su mano y que apostaba por jóvenes que terminaban explotando con la camiseta del equipo andaluz. Ahora se apuesta por jugadores maduros, con sueldos fuera de mercado y algunos de ellos directamente con un nivel cuestionable. Salidas dolorosas, producto de la economía del club, y llegadas discutibles con futbolistas lesionados, fuera de forma o perfiles repetidos.
Y finalmente vamos al banquillo, la primera pieza en caer. Lopetegui debía haber salido al terminar la temporada pasada. Él era consciente de que no contaba con el apoyo de una gran parte de la afición, y lo que es más grave, la directiva había dejado de confiar. No salió simplemente porque no había otra opción mejor, porque había que pagarle finiquito y porque Monchi supuestamente apostó por él. La dura realidad es que el equipo no le gana a nadie, los jugadores están por debajo de su nivel y eso es culpa del técnico.
Sin embargo, el esperpento de anoche se podía haber evitado. Cuesta entender que el club no pusiera al entrenador del Sevilla Atlético. Todos vimos un Lopetegui de cuerpo presente, cabizbajo, y despidiéndose con lágrimas en los ojos de una afición que cantaba su nombre. Luego llegó Monchi, a quien parece le ha comido el personaje, sacando de nuevo al técnico al centro del estadio cuando éste lo único que quería era irse. Muchos ven en este gesto un mensaje claro del director deportivo a la presidencia. Monchi cometería un error pensando que va en un barco distinto por el crédito obtenido anteriormente. En fútbol la memoria es muy corta y la temporada muy larga.
Llega San Paoli como la mejor opción dispuesta a coger una plantilla sin delanteros ni defensas y un club sin dirección. El tiempo y los resultados dictarán sentencia. Lo que parece claro es que la próxima pieza en caer de este dominó se sienta en el palco. Un palco a cuya puerta llama José María del Nido.
Suscribo plenamente el análisis de Antonio Ros,el Sevilla está en descomposición desde las alturas al césped y la solución es compleja,si Sampaoli no endereza medianamente la situación con los jugadores actuales y en el futuro con el apoyo de los que vengan en Enero (Monchi tiene que afinar como en sus mejores tiempos porque no hay suficiente liquidez),a Castro le pueden mover el asiento y perder los apoyos actuales tras una Asamblea en Diciembre muy movidita,salvo milagro deportivo,y eso si no dimite presionado por la situación y dejando entonces la Presidencia a Del Nido junior.Este año deportivamente será de transición y esperemos que haya equipos peores y no nos juguemos el descenso, lo que pondría al Sevilla en una situación delicada de cara al futuro.
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