El Inter de Milán, que lleva una década sufriendo vaivenes tanto en lo deportivo como en lo societario, tiene esta temporada, bajo el control de un conglomerado de empresas chinas y de Hong Kong, la responsabilidad de devolver la gloria futbolística a la única ciudad con dos clubes campeones de Europa. Tras un inicio de campaña verdaderamente ilusionante, la semana pasada tuvo que enfrentarse a Barça en Champions y Juventus en Serie A, sufriendo sendas derrotas que demuestran que aun se queda insuficiente para luchar con los más grandes.
Antonio Conte sustituyó en la presente campaña a Luciano Spalletti en el banquillo neroazzuro. La llegada del entrenador de Lecce al banquillo lombardo se sintió como un soplo de aire fresco al que asirse tras un par de campañas con su antecesor que pasaron sin pena ni gloria.
Además, la llegada de jugadores como Lukaku, Alexis o Godín, y la salida de Nainggolan, Joao Mario, Perisic, Miranda o, sobre todo, el polémico capitán Icardi, convirtió al club en uno de los protagonistas del mercado de verano. El resultado ha sido una plantilla renovada, con diferentes puntales y referentes, que tenga una mentalidad más limpia y clara que la de los últimos cursos.

Así las cartas repartidas, Conte forma habitualmente con un 3-5-2, que sobre el campo se convierte a la hora de defender en un 5-3-2. Incluso en ocasiones, toma la forma de un 4-4-2.
Esta versatilidad en el dibujo deviene de la posición de los carrileros, que en la fase de creación se sitúan a la altura del centro del campo, abriendo espacios junto a la cal. Cuando el equipo empieza a replegarse, el lateral del flanco por el que avance el balón sube a presionar, cubriendo su espalda el central de ese lado y cerrándose a la posición de lateral el carrilero de la banda contraria.
Cuando el repliegue se convierte en intensivo, es decir, cuando el rival se le viene encima, ambos carrileros se retrasan hasta la línea de centrales, formando una defensa de cinco.
En cuanto a los jugadores que forman esos sistemas, en portería encontramos a Handanovic. Un gran portero ya veterano (35 años) que podría haber sido algo más reconocido a nivel internacional de no haber sido parte de una selección débil, como es Eslovenia, que además, cuenta con solo otro jugador de gran nivel en sus filas, el portero colchonero Jan Oblak. Ya es mala suerte que solo tengas dos grandes jugadores en una selección y los dos sean porteros.
En lo que a Handanovic se refiere, se nota ya el efecto del paso de los años, aunque a base de experiencia y cabeza fría consiga cumplir con la compleja relación que tiene en la salida de balón (de la que hablaremos más adelante) con su defensa. Además, aun le llegan las fuerzas para realizar más de una gran parada en los partidos importantes.
Por delante, son fijos tres centrales. El resuelto Skriniar en la izquierda, el holandes De Vrij dirigiendo desde el centro y Godín en la derecha. Todos ellos son centrales rotundos, expeditivos, de muy buen físico y sabiduría a la hora de salir a banda a cerrar la espalda de sus compañeros. Las lesiones del uruguayo no le están permitiendo tener continuidad. Cuando ha faltado, le sustituyen el lateral reconvertido D’Ambrossio o el bisoño Bastoni, bajando el nivel de esta defensa.
Como veíamos antes, la clave en el dibujo del equipo la tienen los dos carrileros. Los más habituales podrían ser Asamoah en la izquierda y Candreva en la derecha. El ghanés es, probablemente, el punto débil del equipo, ya que aporta muy poco en ataque, y en defensa, más allá de su fortaleza, no es precisamente insuperable y en ocasiones no guarda correctamente la posición.

Según la versión que Conte quiera mostrar del equipo, pueden aparecer otros jugadores, como D’Ambrossio por Candreva, que aumentan la capacidad de brega del equipo, o Biraghi por Asamoah, que resulta más beneficioso en ataque.
El croata Brozovic es el eje del equipo, tomando mucha mayor responsabilidad que la que tenía en campañas anteriores o en su selección. Es quien baja a ayudar en la salida de balón a las centrales, quien coloca al equipo tras pérdida de balón y quien apoya arriba para circular el balón en ataque. Esto le dificulta a la hora de mostrar su buena llegada al área. En su ausencia, Gagliardini puede ser un buen sustituto.
Como interiores, Barella y Sensi, dos jóvenes ex jugadores de equipos pequeños como Cagliari y Sassuolo respectivamente, comandan el enganche del centro del campo con el ataque. Tienen la función de iniciar la presión tras pérdida y de recibir de cara los balones de los atacantes para generar peligro. En el caso de Sensi, además, tiene muy buena llegada al área y potente disparo, siendo una de las sorpresas de la temporada en Italia. Vecino e incluso Politano, pueden ser opciones alternativas para estas posiciones.
En la delantera, Romelu Lukaku, el gran fichaje del año, quiere hacer olvidar a Icardi. Se trata de un gran rematador, ariete potente, aunque con poca capacidad de conducción. Para el juego de los de Conte resulta muy práctica también su capacidad para recibir de espaldas y distribuir.
Junto a él podemos ver a Lautaro Martínez, un jugador que apunta a un crecimiento rápido en la presente campaña. Se ve al joven argentino atrevido y encarador, entendiéndose bien con el belga y acertado de cara a la portería rival. Otra alternativa, o más bien incógnita puede ser Alexis Sánchez, veremos si el chileno es recuperable para la gran élite.

En cuanto a la creación de juego, el Inter arranca la gran mayoría de las veces en corto. Muy en corto. Obsesivamente en corto, cabría decir. En ocasiones, como se vio en el Camp Nou, sorprendiendo a quienes no le habían visto antes, triangulan entre el portero y los centrales dentro de su área pequeña, sin importarles la presión. Una vez que salta esta primera línea, ya sea con Brozovic o por medio de algún central, buscan de forma directa a los puntas.
Entonces, los delanteros, de espaldas a la portería, reciben el apoyo de los interiores para descargarles de cara y, a partir de ahí, esperar que generen jugada por sí mismos o descarguen hacia los carrileros. Así, suelen generar una transición ofensiva que podríamos llamar de dos velocidades: más lenta al principio, pero que se acelera cuando se aproxima al centro del campo.
En cuanto al funcionamiento defensivo, no suele presionar demasiado arriba, prefiere buscar el repliegue rápido, situando a los laterales a diferentes alturas, como indicábamos anteriormente.
Resulta algo débil defensivamente en el centro del campo, llegándole con demasiada frecuencia hasta una línea defensiva con tres centrales muy difíciles de superar. Además, se coordinan muy bien para no dejar huecos y son inteligentes a la hora de elegir cuando salir de la cueva.
En el balón parado son poderosos, tanto en ataque como en defensa, gustando de colgar balones cerrados para buscar la anticipación en el primer palo. A la hora de defender, suelen optar por una zona con ajustes ante los rivales más peligrosos.

Se trata de un equipo capacitado para ocupar ese segundo escalón tras la Juventus en la Serie A, que este año parece estarle costando más alcanzar al Nápoles. Incluso podría darle un susto a los de Sarri si bajan el ritmo de dominio habitual.
Tras caer con los turineses en el llamado derby d’Italia, han perdido el liderato que ostentaban, que ahora recae en la escuadra bianconera. Será difícil que pasen de ahí, o que en Champions alcancen las últimas rondas, pero pueden darle un susto a cualquiera de los favoritos. No en vano, disputaron el partido al Barça en el Camp Nou.
Aunque no parezca suficiente para reeditar pasadas glorias, el Inter tiene el consuelo de que, en comparación con su vecino, el AC Milan, tiene una perspectiva muchísimo más ilusionante. Aunque el «mal de muchos» no suela funcionar al satisfacer a equipos de tan grande historia, al menos es una base para progresar.