Se presenta hoy el grueso de la jornada intersemanal y me centro en los tres de arriba. Real Madrid, FC Barcelona y Sevilla FC, quienes ya con pocas dudas, se escapan para disputarse de aquí hasta finales de mayo el mérito de lograr la Liga más reñida y luchada de los últimos años.
Será el Barcelona el primero en saltar al campo, en un Camp Nou que puede marcar una pobre entrada, ya sea por el horario, por un rival flojo en puestos de descenso, o por el poco atractivo de su fútbol que no invita a dejarse caer por el barrio de Les Corts. Un partido de esos para turistas y poco habituales. Un partido con todos los ingredientes para ser trampa, de esos que Luis Enrique plantea para hacer rotaciones y que a veces se le va de las manos. Porque el problema fundamental es ese, el fondo de armario que se suponía que tendría el equipo se ha quedado muy corto y descompensado, y Luis Enrique hace dudar con sus decisiones de sus capacidades como técnico.
En cambio, como se pudo ver el pasado domingo, el Madrid y Zidane pueden presumir de un banquillo que cambia partidos. Las figuras de Isco y Morata son ejemplo de ello. Posiblemente podrían ser titulares en cualquier otro equipo, en cualquier otro gran equipo, y en el banquillo blanco se deben conformar con las sobras. Hoy es el día de reivindicarse. Tienen, en principio, un fácil duelo contra Las Palmas, quien comienza a flojear en resultados. Y Zidane tiene el guión muy bien aprendido sobre lo que debe hacer. Tan solo seguir instrucciones.
El morbo: la vuelta de un Jesé, que no acaba de convertirse en el revulsivo que debería ser y que se siente víctima del destino, como se ha dedicado a denunciar en las últimas horas.

Y por último, cerrará la jornada mañana el Sevilla. Pocos dudan que Sampaoli no sea el entrenador revelación de esta campaña. Y menos dudan aún que es el más entrenador de los tres de arriba. Que lee los partidos y sabe qué necesita. Que no se casa con nadie y hace jugar a quien cree que debe. Y los jugadores responden. En apenas cinco meses se ha convertido en el deseado por los grandes.
El argentino ha construido un equipo a base de esfuerzo y sacrificio, versatilidad y entrega, recuperando incluso jugadores que el panorama futbolístico daba ya casi por muertos, como el delantero Jovetic. El montenegrino es el claro ejemplo de lo que puede hacer el buen ojo de Monchi y la dirección de Sampaoli.
De ser una estrella en la Fiorentina, al descalabro que supuso su fichaje por el Manchester City y su posterior paso por el Inter, del que llegó cedido al Sevilla. Un jugador defenestrado que a los 27 años vive un resurgir marcando desde el primer día en el Nervión. Y todo gracias a un Sampaoli que si el fútbol fuera justo debería llevarse algo más que el título de entrenador revelación. Sin duda, la estima de todos los aficionados de cualquier equipo ya la tiene.