A Anil Murthy le crecen los enanos. Los que él mismo ha ido plantando con el tiempo, eso sí. Por si la situación irregular del Nuevo Mestalla y el infame polideportivo no fuera suficiente; como si el mediocre posicionamiento en Liga pareciera poca cosa, ahora llegan los audios. Hay quien diría que el presidente del Valencia CF no aprende a controlarse. Si callar a la afición en mitad de un partido ya destaca como mala idea, soltar frases amenazantes contra las mayores estrellas de tu malogrado equipo, aunque sea en una conversación privada (en un mundo en el que lo privado es relativo), es, directamente, un suicidio.

Aunque el valencianismo esté que salta a la mínima, y no sin razón, Carlos Soler y José Luis Gayà son dos de los estandartes más potentes y queridos del club. Comprometidos y resilientes, representan lo que la cantera y el trabajo duro han ido dando al Valencia desde hace ya tantos años. ¿Es prudente lanzarlos a los leones? Murthy sabe bien que, en público, no. Incluso reconoce las agallas y la responsabilidad que el Capitán Gayà tiene por bandera, en un acto de caballero que superaría el «fino allá fine» más sonoro de la Juventus. Hasta el final, hasta donde haga falta, hasta el último minuto del último partido de la temporada, aunque todo esté perdido. ¿Y para qué? ¿Para un ligero reconocimiento por parte del presidente, seguido de una advertencia velada? «José Luis, el año que viene voy a fichar poco… Vas a pensar, “¿qué hago aquí?”». Y, es cierto, se va a fichar poco. Por no decir nada. No hay dinero. En otras palabras: gracias por ese empeño en defender el escudo y llevar por bandera esos valores valencianistas, pero… Gayà, sobras.

Con todo, el de Pedreguer puede darse con un canto en los dientes. Al menos si se compara con su amigo, el otro capitán. Y es que Carlos Soler es el que recibe más claridad en el peor de los sentidos. Por supuesto, Soler también sobra, y se espera que sea una pieza de caza que en el mercado dé una buena suma de dinero. Él está abierto a marcharse, por supuesto. Pero, por su bien, más le vale dejar oro a su paso. Murthy no se corta, y ese es su problema. Si las afirmaciones sobre Gayà, sobre Liverpool y sobre el propio Peter Lim ya están fuera de lugar, la perla con la que se cierra el audio sobre Carlos Soler juega en otra liga: «Si sales gratis en enero, te mato con toda la prensa. Los 100.000 euros los voy a poner. Hay que traer dinero». Ese «te mato con toda la prensa» va a quedar para la historia, y se repetirá en bucle el día en que Murthy coja el avión de regreso a casa, fuera ya del club. Una amenaza tremenda que va precedida de la razón por la que Soler dejaría el club con una transacción tan desesperada: el deseo de que su familia, valenciana de pura cepa, no tenga problemas por su evidentemente obligatoria salida del que parecía el club de su vida.

Si la afición lleva a punto de explotar desde hace largo tiempo (los carteles de «Lim go home» decoran ya hasta los pueblos valencianos), estos audios han terminado de prender la falla. No se puede aguantar más: la política se mezcla con el deporte de la peor manera; el deporte, con lo personal de un barrio entero; y la tierra que da a los jugadores ve cómo el presidente de su principal club, que fuera un campeón con todas las letras en el pasado, se ríe mientras chantajea a sus jugadores insignia. Poco más que añadir que no vayan a decir los propios seguidores el sábado en la manifestación convocada en contra de Meriton y sus desplantes, tanto económicos como morales. Solo queda esperar, por el sentido de dignidad de un club como en Valencia, que lo que se diga sea, por fin, escuchado.
Visto desde fuera el Valencia no se merece lo que le está pasando,o si?,desde luego la fiel infantería segurísimo que no,pero los escalones superiores, que lo han posibilitado habría que analizarlo.Como sevillista debe ser un argumento de peso para luchar porque lo ocurrido con el Valencia no nos ocurra a nosotros y que el Club siga en manos de personas de la casa,que lógicamente se pueden equivocar,pero nunca actuarían en contra de los intereses de la entidad de forma consciente e interesada.
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