El pasado martes el F.C.Barcelona ofreció el mejor partido de la temporada. Una ciudad mítica, un estadio histórico y un fuerte rival. El Inter de Milán se presentaba como líder de la Serie A, donde está rompiendo el dominio tiránico que ejerce la Juventus. En este último partido de grupo de la Champions, tan solo una victoria le aseguraba el pase a la siguiente ronda. Quizá un empate, dependiendo de lo que hiciera el Dortmund en Praga. La motivación italiana era clara, mientras que para el Barça tan solo era una trámite antes de la difícil visita a Anoeta.
No dudó Conte, uno de los entrenadores del momento, y no se privó saliendo con el once de gala. Es Antonio un entrenador que intenta combinar un buen trato al balón, con el típico trabajo italiano y la contundencia de cara a portería. Handanovic, Godín, de Vrij, Skriniar, Brozovic, Borja Valero, Lukaku y Lautaro Martínez son motivos suficientes para creer en la victoria.

En cambio, Valverde decidió que era el partido ideal para hacer rotaciones. Dejó en casa a Sergi Roberto, Piqué y a Messi, cambió el 4-3-3 habitual por un 3-5-2 y llenó el campo de no habituales. Desde Neto en la portería, pasando por Jean-Claire Todibo, Wagué, Carles Aleñá y acabando en Carles Pérez. De esta manera el partido fue un ir y venir de oportunidades, dejando espacio para que tanto Inter como Barça tuvieran sus minutos de dominio. Jugadores salidos de la penumbra del banquillo blaugrana respondieron a las más altas exigencias de la élite futbolística europea. El gol de Ansu Fati representó la rebeldía de la juventud y la constatación de que el fondo de armario está ahí para algo.
Dos nombres por encima del resto
Rakitic como escudero. Vidal creando su caos habitual en el centro del campo. Fue el joven Aleñá quien se encargó de darle sentido al juego. Monopolizó el balón y acumuló intervenciones con criterio suficiente como para desconectar el centro del campo rival. Jugadores de la experiencia de Valero, Brozovic y Vecino se desesperaban ante el buen hacer del canterano blaugrana. Del banquillo y la grada, a convertirse en el referente que todos buscan sobre el campo. Aleñá tanto desahogaba a la defensa, como conectaba con Griezmann y Carles Pérez.

Por su parte, Todibo aprovechó su estreno en la Champions para demostrar su valía. El joven central, prácticamente ignorado por Valverde desde que llegó al F.C.Barcelona, dio un recital sobre el césped de San Siro. Colocación, anticipación, velocidad y salida del balón con criterio. Es indudable la calidad del francés y demostró en 90 minutos su profesionalidad y buen estado de forma. Su compatriota Umtiti, quien por experiencia debería haber liderado ese trío de centrales que completaba Lenglet, fue empequeñeciendo conforme Todibo acumulaba aciertos. Y es que un jugador capaz de complicar la noche a Lautaro Martínez merece ser colmado de elogios.
Pero parece que a pesar del gran encuentro del martes, a pesar de demostrar la implicación que demostraron tanto Aleñá como Todibo, a pesar de poder convertirse en una presión y una motivación extra para unos titulares excesivamente acomodados en el once habitual, su futuro está lejos del Camp Nou. Se lleva hablando desde hace un tiempo que se pretende vender a Todibo al Bayer Leverkusen por una cantidad irrisoria y una opción de recompra. Y esta misma semana los rumores sobre la llegada de Aleñá al Betis se han incrementado. En cuestión de días se podría confirmar esa cesión.
¿Qué debe hacer un joven del Barça para que sea tomado en cuenta? ¿Contra quién debe demostrar sus ganas y su valía para poder optar al once titular? ¿Pesa más una victoria contra el rival más débil que ha pasado por el Camp Nou que una victoria contra todo un Inter de Milán? ¿Cuál es el criterio que sigue el cuerpo técnico para mantener titularidades de jugadores al que los años lastran sus piernas? ¿Por qué se anteponen jugadores entrados en la treintena ante jóvenes que han demostrado que con confianza y minutos pueden rendir como esos veteranos?
No hay respuestas ante estas dudas, porque nadie las quiere contestar. Y mientras los dirigentes se vanaglorian de defender un modelo en el que no creen, veremos partir a jóvenes promesas. Nos quedaremos con un cementerio de elefantes. Pero todo queda escondido con Messi.