“Partida de dados en el almacén, miradas atentas se empujan.
La sinceridad, enemiga del ganador, dilata el pasado y el porvenir”
La Alacena de Héroes del Silencio
Una de las estructuras más comunes a la hora de realizar un monólogo humorístico en un escenario en cualquier club de la comedia, ya sea delante de la gente, para telespectadores o para ambos, es comenzar hablando de tú a tú al público y ponerles al tanto sobre lo que va a versar el texto con una directa y sencilla pregunta que habla de algo que, supuestamente, le ha pasado al monologuista y que quiere que todos piensen que también les ha pasado a ellos. Hoy, teniendo en cuenta el tema que voy a tratar, que viene de un pensamiento que tuve y, aunque esto no sea un monólogo y mucho menos sea humorístico, creo que es la mejor manera para comenzar a tratar este artículo quizás porque viene muy al caso o quizás porque un poco de broma sí que es, porque ¿no os pasa a vosotros también, que últimamente sólo disfrutáis realmente del fútbol cuando gana tu equipo?

(Fotografía de Bogomil Mihavlov en Unsplash)
Se habla mucho de que vivimos en una sociedad donde solo admite el éxito, donde todos tenemos que lograr muchas cosas y éstas nunca son suficiente, basta con ver redes sociales, marcas personales o viajar 23 años atrás y escuchar esas palabras de Tyler Durden en boca de Brad Pitt: “Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seríamos millonarios, dioses del cine, o estrellas del rock. Pero no lo seremos, y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy cabreados.” Pues ahora con redes sociales, influencers y que parece que todo el mundo lo ha logrado todo, tiene más que nadie y vive una vida perfecta pues…

(Fotografía del Museo de Birmingham en Unsplash)
Pero, quizás el verdadero problema es que ha ido a peor, ya no sólo eres un ganador o eres un perdedor, sino que, incluso, hay clases de ganadores, donde se tratan a otros ganadores como ganadores de segunda porque lo que han conseguido no es lo suficiente, por lo tanto, son otro tipo de perdedores. Por supuesto, todo esto se ve en el fútbol donde ganar una Europa League no tiene mérito y se minusvalora llamándolo paragüero, curiosamente por gente que sueña con ganar uno… o que ganar una liga francesa, una Copa África, o ser Bota de Oro desde Escocia es poco más como hacerlo en una pachanga de futbito de tu barrio.

(Fotografía de Tim L.Productions en Unsplash)
Todo esto ha afectado también a otros niveles porque a mucha gente, en esta sociedad, no sólo le interesa ser un ganador, sino que nadie más lo sea, al menos, a su nivel y si no lo eres, prefieres que ganen los mismos porque así significa que no eres tan insignificante. Por supuesto, esto no es tan viejo como la humanidad, pero creo que ahora se hace más patente y se refleja en el fútbol. Yo recuerdo llorar cuando el Español de Barcelona perdió la UEFA, recuerdo vibrar y gritar cuando Pier era el portero del Tenerife en Europa y querías que terminará el partido para que pasara a la siguiente ronda, me acuerdo de saltar en el sofá con el gol de Bakero ante el Kaiserslautern de ver y animar en la 2 (la segunda cadena por aquel entonces) a la Real Sociedad o al Getafe no hace tanto, empujarle para que ganara al Bayer de Munich, pero ahora, cuanta gente desea una victoria de un equipo que no sea el suyo… bueno yo, que vi, sufrí y disfruté desde un hotel en una pequeñísima pantalla con el Villarreal y su gran victoria en la pasada Europa League.

(Fotografía de Liam McKay en Unsplash)
Pero ¿qué pasa cuando es tu equipo el que juega? Pues que me lleva a retomar la pregunta inicial ¿no os pasa a vosotros también, que últimamente sólo disfrutáis realmente del fútbol cuando gana tu equipo? Ahora hasta empatar nos parece poco, aunque sea lejos de los nuestros y en una plaza complicada. Esto se fomentó con el cambio de puntuación de la victoria a 3 puntos, entiendo los motivos, más goles, más búsqueda del espectáculo y menos equipos encerrados, pero esto hace vivir cada partido a los equipos con una ansiedad desmesurada por ganar si quieres conseguir algo o descolgarte pronto de tus ilusiones de ganar algo y ya buscar objetivos más prosaicos, esos que te hacen ser un ganador de segunda para muchos, o , incluso, hacer que para ciertos equipos, ciertas aficiones, la competición pierda el interés muy pronto.

Pero bueno, no todo va a ser tan serio y si he conseguido que por un momento penséis que esto del fútbol se está poniendo demasiado ceñudo y que, quizás nos lo deberíamos tomar de otra manera, ser más empáticos y alegrarnos por el éxito de los demás, en esa búsqueda de la victoria, de ganar, de conseguir un objetivo, hoy os he querido traer una campaña que no sólo lo enfoca de una manera cercana, desde el aficionado y con humor sino que seguramente nos haga a todos sentir identificados porque todos y cada uno de nosotros seguramente en esas situaciones haría algo parecido, porque al final el fútbol es para hacernos disfrutar, no para amargarnos con lo que haga nuestro equipo o los demás, y sobre todo donde el odio nunca tenga cabida.
La campaña es de Orange Egipto por motivo de la Copa África de Naciones y es que, a pesar de tener 7 entorchados, no gana (a Ghana casualmente) la competición desde 2010 y algo habrá que hacer para traer de nuevo la gloria al país.
Por eso en Egipto todos los aficionados harán lo posible para que sus jugadores y su selección se traigan la 8 y eso incluye cuidar de su estado físico, sueño, alimentación etc… incluso, sin que ellos quieran.
Como siempre,una presentación impecable,con su filosofía y planteamiento que, utilizando el fútbol, se puede aplicar a cualquier esfera de la vida,y nos hace reflexionar,pensar y buscar nuestras propias respuestas,y también como siempre, darle ese toque profesional donde la buena publicidad tiene su espacio.Un artículo con fondo y forma que hay que leer despacio para entenderlo en todas sus claves.
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