Supercopa de España. En el lejano Oriente han tenido lugar dos de los enfrentamientos más interesantes que puede disfrutar el aficionado español en el campeonato nacional de Liga: Barcelona-Real Madrid y Atlético de Madrid-Athletic Club. Es cierto que el clásico, a nivel nacional, fue un partido lleno de emoción. Realizó un más que digno papel de embajador. La prensa deportiva ha insistido en que, si fuese un partido de la Premier League, tendría el partido elogios y análisis por doquier.
La atención de la otra semifinal, por desgracia, no ha supuesto tanto foco mediático de Arabia Saudí. Si la idea de celebrarlo fuera de nuestras fronteras responde a la idea de que el publico extranjero disfrute del futbol español, el público nacional hubiese disfrutado mucho más, y hubiese llenado mucho más, para disfrutar de todo un Atlético de Madrid-Athletic Club.
Ambos encuentros ofrecieron emoción y fueron buenos representantes de nuestro fùtbol. En Riad se pudo apreciar: una vibrante prórroga, golazos, contras eléctricas y una veloz remontada. No está mal para el público neutro.
Pero no podemos perder de vista lo esencial: ¿verdaderamente se beneficia el conjunto del fútbol nacional? De inicio, El Economista informaba a sus lectores, el pasado 11 de enero, que la celebración en tierras de Arabia era un beneficio económico muy importante para nuestro balompié.
En concreto, en su argumentación, citaba informaciones publicadas por El Larguero y Cadena Ser. En primer lugar: «De acuerdo con información de El Larguero, la organización de este torneo deja una ganancia anual de 40 millones de euros para el futbol español: 20 millones se reparten entre los cuatro participantes (12 para el ganador) y los otros 20 van para una repartición equitativa que abarca hasta las cuatro principales divisiones del país«.
Por otro lado: «De esta forma, explica Cadena Ser, un club de tercera categoría española gana cerca de 145,000 euros al año, que representa un 325% más de lo que ganaba antes de que la Supercopa se llevara a cabo en Arabia Saudita. Para un club de cuarta división, es una ganancia de cerca de 55,000 euros anuales, un 550% más».
La lucha por los Derechos Humanos
No todo debe girar sobre ingresos. Amnistía Internacional pide mediante sus órganos de comunicación que se utilice la visibilidad que otorga la celebración de la Supercopa de España para denunciar con fuerza, y poner sobre la mesa, la violación de derechos de la mujer en Arabia Saudí. En este sentido, Rubiales ha llegado a declarar: «Estamos ayudando mucho al desarrollo de las mujeres en el fútbol».
En El Economista podemos encontrar las siguientes declaraciones de Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional en España, sobre esta cuestión: “Si bien en estos tres últimos años hemos sido testigos de algunos avances, como el levantamiento de la prohibición de conducir o la posibilidad de practicar deporte, incluida la creación de una liga femenina en Arabia Saudita, por desgracia, las buenas palabras del presidente Luis Rubiales en 2019 están muy lejos de haberse convertido en realidad. Es un hecho que defender la igualdad en ese país es algo muy arriesgado para las mujeres, como demuestran las condenas impuestas a mujeres activistas como Loujain al-Hathloul o Nassima al-Sada. Por eso, sea con este brazalete que les proponemos, o de la forma que ellos consideren, pedimos que esta edición de la Supercopa destaque el importante papel de las mujeres activistas saudíes”.
A pesar de las declaraciones de Rubiales, llama la atención un hecho en particular acerca de la Supercopa de España como herramienta para defender los derechos humanos. Como símbolo de protesta en favor de los derechos humanos, los equipos participantes en la Supercopa de España recibieron de parte de Amnistía Internacional unos brazaletes para portar durante los partidos en señal de denuncia de los graves problemas indicados por Beltrán. Sin embargo, ningún equipo participante los ha portado.
En el diario La Razón, con fecha del pasado día 12, podíamos encontrar más declaraciones de Beltrán sobre los brazaletes: «Por eso, sea con este brazalete violeta que les proponemos, o de la forma que ellos consideren, pedimos que esta edición de la Supercopa destaque el importante papel de las mujeres activistas saudíes, en un país donde defender la igualdad puede conllevar largas penas de prisión, prohibición de salir del país o hablar con medios extranjeros”.
Debe indicarse que la petición de Amnistía Internacional indica que los clubes pueden : «lucir un brazalete violeta no sólo durante el partido, sino en cualquier comparecencia pública durante la semana que dure el torneo». Así podía leerse en El Mundo. En otras palabras, en la final todavía podríamos ver los brazaletes.
Aunque, también según El mundo: «En la RFEF dicen conocer la petición sólo por la prensa y en el Atlético no tienen noticias de haber recibido ningún distintivo reivindicativo». Es decir, a pesar de las palabras de Amnistía Internacional, parece ser que los clubes y la Federación niegan tener información sobre la iniciativa.
En definitiva, el domingo 16 se juega la final entre Real Madrid y Athletic de Bilbao. Un gran representante de la primera división patria, tanto en fútbol masculino como femenino, que debiera aprovecharse para algo más que sanear unas cuentas corrientes.
Es un tema complejo y delicado este de jugar la Supercopa fuera de España,y más si es en un país donde los derechos humanos y la igualdad no se valoran como prioritarios, y por tanto no se respetan como debiera ser,pero es que además de esto entra en juego el papel del aficionado,que también se margina,porque no es lo mismo desplazarse para visionarlos en vivo dentro de nuestro país que hacerlo a miles de kilómetros.Está clarísimo que lo fundamental en este planteamiento es el económico y los demás temas un adorno con el que tratar de suavizar la descarnada realidad del tremendo materialismo que continuamente empaña nuestro deporte rey y apaga el halo del viejo romanticismo que queremos conservar,todavia,los aficionados.
0