Lopetegui hizo justo eso que prohibía a sus jugadores en la concentración en Krasnodar, pensar más en su futuro que en el de la selección. Estimado Julen, aquí va un consejo gratuito, lección primera de Management, no exijas a tus trabajadores lo que tú no estás dispuesto a hacer. Da ejemplo. Y si por un casual tienes que romper esa regla, nunca, nunca, pierdas las formas.
Florentino Pérez por su parte hizo lo que es mejor para su equipo, algo lícito y hasta loable desde un punto de vista empresarial. Problema, el fin no justifica los medios. El hecho de llamar al presidente de la Federación cinco minutos antes de hacer oficial el fichaje del hasta entonces seleccionador es una prueba de esa patente de corso con la que cree contar el presidente blanco.
Rubiales no es santo de mi devoción, me pareció la opción menos mala de las disponibles, alguien con escaso mérito y una dialéctica cuando menos mejorable. La cuestión es que me ha sorprendido gratamente la manera en la que ha lidiado el “caso Lopetegui”. Tras la consumación de la “traición”, solo una opción se presentaba digna de un final decente para la Federación y por ende para el fútbol español: el despido de Julen Lopetegui. En una sociedad donde la línea entre lo pertinente y lo grotesco es cada vez más fina, se agradece que un presidente opte por hacer de los valores su estandarte al que se seguir.
Antoine Griezmann hizo ver a todo aquel que quiso ver su producción televisiva que ha sufrido lo indecible debatiéndose en una duda existencial entre cobrar 15 millones de euros netos por temporada o 23. Finalmente y tras la “milagrosa” intervención del poderoso caballero, el francés optó por quedarse en el Atleti. Su palmarés acabará dictando sentencia sobre si ha acertado o no con esta decisión. Lo que sí que está claro es que jugar al gato y al ratón con la afición atlética y vender tu decisión en forma de show narcisista hasta rozar la vergüenza ajena no parece ser la mejor manera de afrontar una situación así.
Gerard Piqué necesita alguien que le diga dónde está el límite y lo necesita ya. Producir el video del francés es algo innecesario que solo aumenta esa ambigüedad entre un jugador que se deja todo en el campo pero que fuera de él tiene una actitud en numerosas ocasiones reprochable.
En una sociedad no necesariamente mejor a la pasada, mantener las formas es la única salvación para evitar que en futuro la primera parte de esta frase siga siendo verdad.