Diez minutos y una tarjeta amarilla. Ese fue el balance de David Beckham (Leytonstone, Londres, 2 de mayo de 1975) en su, posiblemente, último partido en competición europea. No fue una gran actuación para el futbolista-icono-empresario-Orden del Imperio Británico-embajador del fútbol-modelo mejor pagado del mundo.
Nunca ha destacado por su velocidad, ni por su regate, ni por poseer una gran visión de juego, ni por sus cifras goleadoras. Pero con trabajo, un excelente golpeo que le convierte en maestro del balón parado y del pase en largo, perseverancia y caballerosidad ha conseguido transcender en esto del fútbol.

Todo comenzó a mediados de los años 90 del siglo pasado. Alex Ferguson pasaba apuros en Manchester: acababa segundo en la Premier a un punto del Blackburn Rovers de Alan Shearer, Eric Cantona recibía una sanción de 8 meses por atacar a un hincha del Crystal Palace y el equipo que había arrasado aprincipios de década necesitaba una renovación.
Se decidió por afrontar la temporada 95-96 vendiendo a pesos pesados de la talla de Paul Ince, Mark Hughes y Andréi Kanchelskis, y se apostó por la nueva generación de jóvenes del filial: los hermanos Neville, Ryan Giggs, Paul Scholes, Nicky Butt, y por supuesto, David Beckham.
Tras unos inicios dubitativos, aquellos jugadores pronto recibirían los elogios merecidos por su brillante y atractivo juego. Crecían con cada partido y estaban llamados a la gloria. Con la vuelta de Cantona, lograron la Premier y la FA Cup. Tan solo era el principio. Entre 1996 y 2001 ganaron 5 Premier League (96, 97, 99, 00, 01), 2 FA Cup (96, 99) y 2 Community Shield (96, 97), sumando la Champions y la Copa Intercontinental de 1999, el año de Beckham.

Pero antes de repasar su mejor temporada, remontémonos un año atrás, 1998. En la primera temporada sin Eric Cantona el Manchester acababa segundo a un punto del Arsenal de Dennis Bergkamp, que también se llevaba la FA Cup. En marzo habían caído eliminados en Champions por el Mónaco. Pero era el año del Mundial de Francia, un escenario inmejorable para olvidar una mala temporada.
Beckham vio el primer partido ante Túnez, con victoria fácil por 2 a 0, desde el banquillo. La lesión de Paul Ince le hizo debutar en la derrota agónica ante Rumanía (2-1). Y en el último partido de grupo ante Colombia, titular en detrimento de David Batty, marcó de falta sellando el pase como segundos (0-2).
La Argentina de Verón, Batistuta y Simeone les esperaba en octavos. Un encuentro lleno de calidad, morbo y rivalidad, que se convertiría en uno de los partidos más memorables del torneo y en el que Beckham se reservó uno de los papeles principales. La primera parte se saldaba con un penalti para cada equipo, un golazo de Michael Owen y una falta ensayada finalizada por Zanetti. Nada más comenzar el segundo tiempo, en un balón disputado, Beckham terminaba en el suelo con Simeone apoyado sobre su espalda. Mientras el argentino se incorporaba, Beckham se revolvía infantilmente para zancadillearle. El gigante danés Kim Nielsen optaba por mostrarle la roja.
De los pocos borrones en la trayectoria de un jugador siempre elegante. Se llegaba a la prórroga, luego a los penaltis, y Carlos Roa se convertía en héroe al parar el último a David Batty. “Beckham lo arruinó”, “Diez heroicos leones y un chico estúpido”, “Un momento lunático nos quitó las esperanzas de la Copa”, “La caída del chico Beckham, héroe y villano de nuestros tiempos”, fueron algunos de los titulares de la prensa inglesa. Al finalizar el verano la puntilla la volvía a dar el Arsenal con un 3-0 en la Community Shield.
Con esta terrible resaca comenzaba la Premier 98-99. Los abucheos por la expulsión del Mundial le persiguieron durante los primeros partidos. Pero el Manchester pronto recuperó su juego en la campaña más exitosa de su historia.
Ganó la Premier por encima del Arsenal, conquistó la FA Cup frente al Newcastle, y se hizo con la Champions en la espectacular final del Camp Nou contra el Bayern Múnich, con dos goles en el tiempo de descuento tras sendos saques de esquina lanzados por él. A final de año sumarían la Copa Intercontinental al imponerse al Palmeiras (1-0). A Alex Ferguson le nombraban Sir y David Beckham quedaba segundo en el Balón de Oro, por debajo de Rivaldo y superando a Andriy Shevchenko. Con 25 años había llegado a la cima de su trayectoria futbolística y su carrera como estrella más allá del deporte se había inaugurado ese verano con su boda con Victoria Adams.
A partir de aquí, el fútbol fue quedando poco a poco en un segundo plano. Ganó la Premier 02-03, fue nombrado ese mismo año Oficial de la Orden del Imperio Británico, y se afianzaba como celebridad y estrella publicitaria, con continuos cambios de look que marcaban y siguen marcando modas, convirtiéndose en un difusor de tendencias, personificando el culto a la estética y llenando su cuerpo de tatuajes. Las campañas y los ingresos provenientes de grandes marcas más allá de las proveedoras de material deportivo ya eran habituales.
Así Beckham ha promocionado ropa interior, cuchillas de afeitar, perfumes, telefonía móvil, refrescos, videojuegos, películas, biografías,… siendo uno de los primeros deportistas en saber explotar comercialmente su imagen en los medios. Manchester se le quedaba pequeña para el gran brillo que generaba y decidió ir allá donde más brillaban las estrellas, al Real Madrid galáctico de Florentino Pérez.

Figo, Zidane, Ronaldo, un jovencísimo Iker Casillas, Roberto Carlos y Raúl, conformaban la columna vertebral de un equipo que venía de ganar dos Ligas (00-01 y 02-03), la Supercopa de España del 2001, la Novena Champions en el 2002 (con grandioso gol de Zizou), y la Supercopa de Europa y la Intercontinental del mismo año.
Nada más llegar, Beckham pudo participar en la conquista de la Supercopa de España del 2003 frente al Mallorca (2-1 y 3-0), marcando incluso un gol en el partido de vuelta en el Santiago Bernabéu. Pero a ese temprano título le siguieron tres años de sequía e inestabilidad, con cambios continuos de entrenadores, incluyendo la espantada de José Antonio Camacho y la derrota en la final de Copa de 2004 frente al Zaragoza.
A pesar de ello, la estrella mediática de Beckham seguía brillando por sus ventas, su trabajo, su elegancia, su entrega, su bonita familia y su creciente labor solidaria. Fue testigo del desmantelamiento de los Galácticos, de la huída de Florentino Pérez y la llegada de Ramón Calderón con Fabio Capello, quien después de apartarle del equipo y darle un papel secundario, recurrió a él para asegurar la Liga 06-07.
Y con ese título acabaría definitivamente su carrera deportiva. El don de gentes, su atractivo físico, su buena forma y su influencia mediática sepultaron hace tiempo su labor futbolística sobre el campo. Los Ángeles Galaxy ha sido su destino en los últimos años, añadiendo a su palmarés títulos menores propios del fútbol estadounidense, con dos cesiones de media temporada al Milan de por medio.
El pasado enero fichó por el París Saint-Germain por cuatro meses, con un sueldo vinculado a obras caritativas y donde su participación en el equipo ha sido muy limitada, teniendo más repercusión por sus labores de promocionar el fútbol en países asiáticos, haciendo que se dude abiertamente de su condición de futbolista en activo.
Es el jugador mejor pagado en uno de los clubs actuales más ricos, pero la mayor parte de su sueldo proviene de patrocinadores comerciales que buscan ligar su marca al nombre de David Beckham, un icono, un caballero, un gentleman, un Sir del fútbol que ha entrado en la historia del deporte rey sin haber tenido jamás la necesidad de ser el mejor sobre el terreno de juego.
No es Beckham santo de mi devoción, más mediático que futbolista, aunque su golpeo con la pierna derecha era brutal. Buen artículo.
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Probablemente, el mejor y más objetivo artículo que he leído en 3-4-3. Felicidades.
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