«I got the eye of the tiger, a fighter, dancing through the fire, ‘cause I am a champion and you’re gonna hear me roar»
«Tengo el ojo del tigre, una luchadora, bailando a través del fuego, porque soy una campeona y me oirás rugir»
Katy Perry – Roar
No queda más que empezar hoy pidiendo perdón. Hace una semana escribí sobre la final y sobre el logro conseguido, tratando de ponerlo en contexto histórico y social con la realidad del fútbol jugado por mujeres en España. Aun no estaba muy claro todo lo que había pasado en esa celebración, y el foco generalizado estaba puesto en el hecho positivo del logro estratosférico conseguido. Cosas de la euforia. De ahí que en mi artículo, la única mención a Rubiales se refería a que había estado pasado de vueltas en el festejo. Mil perdones por no haberlo sabido ver antes.
Gracias a algunas personas con especial sensibilidad para estas cuestiones, y que en muchas ocasiones tienen que aguantar se les insulte o menosprecie por esa especial sensibilidad, la deleznable actitud de Luis Rubiales en esos minutos que siguieron al final del partido fue puesta de manifiesto. Así, empezamos a ver por redes sociales y medios de comunicación sus exagerados gestos de euforia, la mano en su entrepierna aun en el palco de autoridades, como cargó en hombros a una atónita Athenea del Castillo o, el culmen de tan histriónico show, su muy comentado beso a Jennifer Hermoso.
Un catálogo de lo impresentable que fue empeorado en las horas siguientes con cada paso que daba el presidente de la Federación. Primero, insultando gravemente a todo aquel a quien le hubiera parecido mal. Posteriormente, con un comunicado para el que buscó la participación y la complicidad de Hermoso, acosando a ella y a su familia con el fin de salvar su puesto cuando vio que la cosa iba en serio. Lo que pretendió ser una forma de pedir perdón tan insincera y rebuscada, que siguió empeorando el problema. Por cierto, denotando una capacidad nula de gestión de la crisis desde el punto de vista de la comunicación.
Empezaron a llegarle las primeras denuncias y las reprobaciones desde todos los ámbitos, nacionales e internacionales, arreciaban. Se convocó una Asamblea Extraordinaria en la Federación para el pasado viernes que, sabiendo el funcionamiento servil y clientelar de este organismo, apuntaba a mamoneo. El jueves, filtró a los medios que en dicha Asamblea iba a presentar su dimisión. El viernes debió sentirse el macho alfa de la manada al burlarse de todos los medios que habían dado la información que él mismo filtró, tras declarar desde el atril que no dimitía. Le faltó volver a agarrarse los testículos al decirlo.
Las explicaciones que dio de los hechos que se le criticaban fueron sencillamente vergonzosas. Ni al personaje más desesperado de José Luis López Vázquez persiguiendo suecas en Marbella durante una película de la época del destape se le habrían ocurrido. Ella me abrazó, me levantó del suelo y yo le pedí un beso. Así lo suelta, sin ruborizarse, como si fuera lo más normal del mundo. Y lo adereza regalando renovaciones de contrato millonarias a sus palmeros y colocando a sus hijas y a las mujeres del cuerpo técnico de la selección en las primeras filas, donde el tiro de cámara pudiera enfocarlas bien. La última patochada, que su madre inicie una huelga de hambre encerrada en la iglesia de su pueblo, Motril.
Así es Rubiales. Un auténtico feminista. No como esas de cartón piedra que creen que, por dar continuidad a una lucha de siglos por la igualdad, le van a venir a explicar a él qué es lo que quiere una mujer.
Fue la gota que colmó el vaso. Tras varios días de bochorno mundial, de darnos cuenta de que sigue habiendo mucho por hacer para acabar con el garrulismo de algunas instituciones, de acumular episodios reprobables por parte de este presidente de la Federación (insultos a aficiones de ciertos equipos, espionajes, posible mal uso de los fondos de la Federación, negocietes turbios con países de dudosa catadura moral, incluso orgías a cargo del organismo), tras el episodio de rebelión de algunas jugadoras hace un año contra la organización, en el que no terminaron de quedar claros los motivos, llegaba el momento de la dignidad.
Y, francamente, creo que, una vez que FIFA adelantó trabajo al Tribunal Administrativo del Deporte español al suspender de su cargo a Luis Rubiales mientras investiga los hechos, y desde el momento en el que consigamos que este señor deje definitivamente de ser quien dirija y represente al fútbol español en el mundo, debemos quedarnos con lo positivo que sacaremos de todo esto.
Porque la reacción de gran parte del mundo del fútbol fue llegando en cascada. Con cierto miedo al principio, pero poco a poco los clubes fueron lanzando comunicados más o menos rotundos en contra de estos hechos, personajes a título individual se fueron posicionando, las internacionales campeonas del mundo en pleno se plantaron, fueron dimitiendo cargos de la Federación hartos de tanta indignidad, exjugadores y exjugadoras, personajes públicos de cualquier ámbito, se fue consiguiendo el apoyo sin fisuras de las mujeres del fútbol de cualquier parte del mundo…
Poco a poco, lo que empezó como una vergüenza para nuestro país, se ha convertido en un movimiento del que sentirse orgullosas. Escuchamos rugir a las campeonas, como en la canción de Katy Perry. Ese «Se acabó, contigo Jennifer Hermoso» inundó las redes como un aviso a cualquiera que quiera aprovechar una posición de superioridad jerárquica para ejercer de troglodita con una mujer en el futuro. Y eso es incluso más importante que cualquier título mundial.
Por eso no estoy de acuerdo con quienes dicen que es una pena que se hable de este tema y no del éxito deportivo. Es una pena que haya ocurrido este hecho, pero lo que puede venir tras este asunto debe hacer sentirse a las futbolistas más orgullosas que el propio entorchado mundialista. Todo se resume en la viñeta que compartió Misa Rodríguez tras el discurso de Rubiales. En ella, una niña preguntaba a su abuela cómo se ganó el Mundial, y la abuela le contestaba que se ganó mucho más que un Mundial. Eso es lo que está en juego.
La dignidad es como un tren que pasa una vez por la estación. Si lo pierdes quedas retratado en el andén. Al tren de la dignidad subieron a tiempo, por ejemplo, Rafael del Amo, presidente del Comité Nacional de Fútbol Femenino, que dimitió al saber que su jefe no lo haría. Todas las jugadoras que renuncian a seguir yendo con la selección hasta que esto cambie, con especial mención a quienes ya lo hicieron hace un año. Clubes como Osasuna, Sevilla, Cádiz o Real Sociedad, que desde un primer momento y con la energía necesaria, se pusieron en contra de Rubiales y su discurso, sin medir las consecuencias de que éste fuera aplaudido por Medina Cantalejo y algún que otro colegiado en ejercicio.
También aquellos presidentes de Federaciones Territoriales que no fueron a la Asamblea – pantomima, o que posteriormente han dimitido para no seguir formando parte de un sistema que difícilmente será más limpio aunque falte Rubiales. De la misma manera que ha dimitido casi en bloque el equipo técnico de Jorge Vilda, ofendidos y ofendidas por esta farsa.
En evidencia han dejado a todos los demás los pocos jugadores masculinos que han apoyado directamente esta causa. Gente como Paredes, Sergi Roberto, Isco o Borja Iglesias, demuestran que la gran mayoría de los futbolistas son unos paniaguados que prefieren mirar hacia otro lado para no poner en peligro ni un pelo de sus pingües beneficios. Especialmente digno me pareció Borja Iglesias, que ha tenido que soportar burlas por decir que renunciaba a la selección cuando últimamente no estaba siendo convocado.
Deberían aprender de sus compañeras. Probablemente por tener menos peso que perder en sus carteras, son más libres para defender lo que supone su deporte, mientras que los chicos han permitido ser convertidos en marionetas al servicio del dinero. Ya se vio en el Mundial masculino en Catar.
Los que, desde luego, han perdido el tren de la dignidad son los dos seleccionadores absolutos. Aplaudiendo en pie las palabras del César Rubiales, cuando le han visto caer han iniciado una campaña de comunicados públicos y contactos privados para salvar su imagen en un «ni-sí-ni-no» que les deja en evidencia.
El tiempo y la historia colocará a cada uno en su sitio. No sabemos dónde llegarán las denuncias en curso ni las explicaciones de cada parte. Pero está claro que la sociedad en pleno ha aprendido que un comportamiento como el de Luis Rubiales, incluso aunque su versión de los hechos fuera 100% verdadera, no es admisible. #SeAcabó, entérate Luis, no queremos machotes chuleando del tamaño de sus partes o pidiendo besitos en ningún ámbito de nuestra sociedad.
Desde luego de una situación tan impactante como la ocurrida con Rubiales se ha obtenido una respuesta para valorarse tanto social cómo psicológicamente,porque ha retratado a muchos colectivos y personas y es que los momentos de crisis graves son un detonante muy significativo para descubrir la verdadera calidad y valores de la persona,y bien que se ha visto y se está viendo.
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