Ronald Koeman es un hombre tranquilo. Fue un gran defensor: inteligente, con un buen dominio del juego, capaz de sacar la pelota desde atrás en corto y en largo, capaz de subir el balón con la cabeza alta. También era contundente. Sacaba a relucir su fuerte carácter cuando era necesario. Esta forma de jugar y entender el fútbol le han acompañado en su etapa de entrenador. También esa falta de velocidad de la que hacía gala sobre el campo ahora parece que la muestra desde el banquillo.
En una año atípico, marcado por el coronavirus, Koeman ha utilizado la mitad de la temporada como campo de pruebas. Lejos queda aquel primer partido de Liga, a finales de septiembre, en el que el F.C. Barcelona se estrenaba en la jornada 3 contra el Villarreal. Un resultado contundente (4-0), con un esquema extraño en el Camp Nou (4-2-3-1) y la presencia de jugadores que, ahora mismo, es difícil de imaginar en el once inicial.
La inestabilidad en el juego y en los resultados, junto con la plaga continua de lesiones, pusieron a prueba la capacidad de adaptación de Koeman y de la plantilla. Impermeable a las críticas y mostrándose tranquilo en las ruedas de prensa, el entrenador oranje ha ido dando pequeños pasos, siendo consciente de que la noche es más oscura justo antes del amanecer.
Y menuda noche nos ha dado. La derrota contra el Real Madrid en el Camp Nou, la derrota contra el Atlético en el Wanda, ocupando puestos de Europa League durante jornadas, perdiendo contra el Cádiz, perdiendo contra la Juventus en casa y con doblete de penaltis de Cristiano Ronaldo, viendo como el Ahtletic se apoderaba de la Super Copa, y, por supuesto, la humillación ante el PSG.
Luz al final del túnel
Ronald Koeman le ha dado al Barça la peor primera vuelta de su historia. Aun así, algo parece que va cambiando. Tras la resaca del paso del vendaval Mbappé por el Camp Nou, en forma de empate ante el Cádiz, las cosas han ido avanzando.
Se ha dejado de lado el 4-2-3-1, incluso el 4-3-3 tan sagrado en este club, y el 3-5-2 parece el esquema adecuado. Los laterales, especialmente Jordi Alba, se ven muy beneficiados al tener las espaldas cubiertas por tres centrales. Eso no quiere decir que el equipo sea sólido atrás, pero sí es cierto que no se ha encajado ni un solo gol desde entonces.

Quienes más se han beneficiado de la gestión de Koeman han sido los jóvenes. La apuesta por Pedri que complementa a De Jong, la recuperación de Ousmane Dembélé como jugador de élite y al que le da total libertad arriba, la incorporación definitiva de Araújo, el provecho que le saca a Mingueza, la confianza en Dest y, desde hace unos partidos, los minutos que le da a Ilaix Moriba, llamado a ser un jugador clave para el futuro de este equipo.
Será imposible remontar un 4-0 en el Parque de los Príncipes, pero el equipo está en la final de Copa y aguanta el ritmo del Atlético. Las dudas sobre la capacidad de Koeman se van debilitando. Se comienza a apreciar su lento trabajo. En el Barça siempre hay prisas, pero él está curtido en mil batallas. Es un hombre tranquilo y va dando pasos, poco a poco, hacia adelante.