En Inglaterra, el Liverpool acaparaba todos los campeonatos de liga, dejando, si acaso, algunas conquistas esporádicas a Arsenal, Everton, Leeds United o Aston Villa.
A punto de entrar en la década de los 80, desde el bosque de Sherwood, se repitió la leyenda de Robin Hood, el proscrito que robaba a los ricos para dárselo a los pobres.
En esta ocasión, también se trataba de un gran arquero, ya que, como jugador, anotó 267 goles en 296 partidos, y jugó en dos equipos: Middlesbrough y Sunderland.
Con 29 años, una grave lesión acabó con el Brian Clough jugador para dar paso a un entrenador que haría historia con el Nottingham Forest. Los demás equipos le tildaban de polémico y arrogante, pero Brian no se arrugó y comenzó a reclutar guerreros para crear una formación con la que arrebataría el poder a los diablos rojos de Anfield.
Un gran equipo se ha de empezar a construir desde la defensa. Por eso era vital tener a una leyenda de las porterías inglesas; nada más y nada menos que Peter Shilton, uno de los mejores guardametas de la historia de Inglaterra.
Junto al portero, una gacela se convirtió en el amo de la banda derecha de todo el país. Viv Anderson, además, hizo historia al ser el primer jugador de raza negra en vestir la camiseta de titular en la selección absoluta de Inglaterra.
Hacía falta alguien que pudiese desempeñar la función de comodín. Clough apeló a su imaginación y le otorgó la responsabilidad a un chaval de 16 años, Gary Mills, que también se convirtió en pionero al ser el jugador más joven en disputar una final de Copa de Europa.
Otro puesto fundamental era el de motor del equipo, ese jugador que insuflaba energía al resto de sus compañeros. El escocés Archie Gemmill se encargó de desarrollar esa labor a la perfección.
Una vez provistos de la retaguardia, era la hora de buscar los estiletes ofensivos para que percutieran en las líneas enemigas.
Otro escocés, John Robertson, asumió su papel y repartió asistencias desde su hábitat, la banda izquierda.
Un canterano, Tony Woodcock, se graduó como futbolista siendo pieza fundamental en los triunfos del equipo de su condado.
Con estos grandes condimentos, solo faltaba la guinda.
Es el mejor jugador inglés que ha jugado en Italia”. Esta definición la hizo alguien que sabe un poco de fútbol.»
Fabio Capello
Se refería a Trevor Francis, la guinda del proyecto de Clough. Francis, la figura del equipo, se puso los galones para comandar al club de los bosques de Nottingham y acabar con el reinado del Liverpool.
El territorio inglés ya estaba conquistado, ¿Y si ahora lo intentamos en Europa?
La arenga del entrenador surtió efecto y aquella banda vestida con casaca roja y pantalones blancos se codeó con los grandes del continente, que, casualmente, también dominaba el club de Anfield. Real Madrid, Barcelona, Bayern o Milan se rindieron ante la pujanza de la banda de Sherwood.
El club de los bosques hizo historia al ganar dos copas de Europa consecutivas, y también se convirtió, además, en el único club del continente que tiene más copas de Europa que campeonatos de liga.
Cuentan los habitantes que la sala de trofeos de la banda de Clough se encuentra en los hermosos bosques del condado de Nottingham. Los bosques donde, una vez, nació un equipo de leyenda.
Una muestra más de los ciclos por los que pasan los distintos clubes y que ha permitido y permite que los grandes nunca lo sean siempre y que en el devenir de los años se vayan alternando en el dominio de los campeonatos no solo ellos, sino que a veces tengan que claudicar ante equipos de menor entidad global.En nuestro país hay casos como el del SuperDepor,Valencia,Atlético de Madrid,Real Sociedad entre otros,y los sevillistas soñamos con acercarnos más a esos logros
,donde la Liga sea la guinda en nuestra competición para acompañar a lo conseguido en Europa en esta última década y media.
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