Las ideas que voy a plasmar en este comentario versan sobre dos equipos de fútbol de la ciudad de Murcia, pero pudieran trasladarse a la rivalidad existente en otro lugar cualquiera.
En la capital del Segura, el Real Murcia ha representado el equipo con más solera y tradición si bien, hace unos cuantos años el Ciudad de Murcia, un nuevo equipo gestionado por Quique Pina (actual Presidente del Granada CF), cuestionaba la hegemonía del equipo grana.
En la tercera temporada 2005/06, el Ciudad de Murcia estuvo cerca de ascender a la Primera División; posteriormente el equipo fue vendido a Carlos Marsá en el año 2007 quien lo trasladó a la ciudad de Lorquí, club creado por el empresario Evedasto Lifante que desapareció el 2010, y, posteriormente, en el Club de Accionariado Popular Ciudad de Murcia, equipo surgido en el mismo año 2010 que se caracteriza por ser gestionado por sus propios aficionados y actualmente milita en la Tercera División.
Soy abonado del Real Murcia y lo he sido también del Ciudad de Murcia de Quique Pina. Cuando he comentado alguna esta última circunstancias he notado miradas extrañas motivadas por el hecho de que haya apoyado a ambos equipos, si bien, no comparto tal posición de extrañeza.
Yo crecí en una familia en la que se seguía al Real Murcia; desde pequeño acudí al campo a asistir a los partidos del Real Murcia, al igual que he seguido y apoyado a los equipos de otros deportes (baloncesto, fútbol sala, etc.) de la ciudad de Murcia, todo ello, por representar a este lugar en el que he nacido, me he criado y resido actualmente.
Por tal motivo, no encuentro la razón por la cual no debo apoyar a un equipo que representa la ciudad a la que siento que pertenezco mientras un club no falte al respeto a otro equipo de la misma ciudad.