Los últimos días del mercado de fichajes se confirmó un rumor que llevaba un par de meses circulando y Raúl García abandonó el Atlético de Madrid para incorporarse al Athletic de Bilbao, ante la previsión de no tener demasiados minutos esta temporada. Se trata de un potente refuerzo para el actual campeón de la Supercopa, habida cuenta su geográficamente restringida política tradicional de fichajes.
Con Raúl García se marcha del Atlético de Madrid un ejemplo vivo de lo que se ha dado en llamar el cholismo. Junto con Godín, Gabi y Juanfran formaban el «núcleo duro» de la fidelidad a los dictados de su entrenador, la auténtica infantería de su filosofía, los que acababan aleccionando a los nuevos y cohesionando un vestuario que cuenta también con otros jugadores comprometidos y de gran personalidad, como Koke, Tiago o Torres.

Pero el caso de Raúl García era especialmente paradigmático. Fichó por el Atlético con solo 20 años, tras un par de temporadas a gran nivel en Osasuna, donde se le consideraba una de las grandes promesas del fútbol español y se le relacionaba con todos los grandes del país. Aunque su fichaje despertó ilusión, con el paso de las temporadas en el Calderón su rendimiento se fue desinflando, fruto de una utilización inapropiada de sus características, impropias de un mediocentro atado al círculo central o de circulación rápida de balón.
Y es que, si en algo destaca Raúl García es en su llegada de segunda línea y en su juego aéreo, siendo un maestro en la prolongación de balones por alto para sus delanteros. Tras cinco años en el Atlético en los que acabó dilapidando completamente el crédito concedido por parte de los aficionados, salió en verano de 2011 cedido a Osasuna, su cuna futbolística.
Allí Mendilibar aprovechó magistralmente sus características para convertirle en el máximo goleador de su equipo, con 11 goles en 33 partidos. Mientras, en el Calderón se iba cociendo el cholismo. Aunque el mérito del renacimiento de un jugador que parecía hundido debe dársele a Mendilibar, Simeone supo mantener el guion marcado por el entrenador vasco cuando repescó al jugador de su cesión para la temporada siguiente. Incluso supo aumentar la versatilidad de Raúl y aprovechar mejor sus virtudes. Un futbolista cuya carrera en el Atlético parecía amortizada vuelve y se hace fundamental, e incluso internacional. Sin ser titular indiscutible en ningún momento, su entrega al equipo y su aportación nunca tuvo tacha.
En cada una de las tres temporadas transcurridas desde su vuelta de la cesión ha pasado de los 30 partidos en Liga y, por su intensidad y capacidad para el juego aéreo, ha sido fundamental táctica y psicológicamente para su entrenador y compañeros. Y la afición se lo ha reconocido, de ser un jugador denostado, pasó a ser uno de los más queridos. En la mejor temporada de la historia atlética fue muy importante alternando con Villa como segunda punta y ocupando puesto en el centro del campo ante cualquier baja.
En la estrategia del Cholo, su habilidad para lanzar a Diego Costa prolongando balones largos de cabeza dio muchos goles al hispanobrasileño. También en varios partidos se sitúo en banda para ganar balones largos contra laterales más bajitos (en cuartos de la Champions contra el Barça dinamitó el partido de vuelta emparejándose con Jordi Alba). De ahí que a orillas del Manzanares no extrañe la cariñosa despedida de sus compañeros y de su entrenador al dedicarle los goles en la victoria frente al Sevilla.
También la directiva ha querido ser respetuosa con él facilitando su salida, y el público a buen seguro le recordará con cariño en el próximo partido. Como dice Simeone, queda en la historia del club, no solo por su condición de jugador con más partidos de competición europea, sino como ejemplo de profesionalidad.
