La resaca de la tercera jornada de Champions apenas tiene espacio en la prensa deportiva. Y no porque no haya crónicas, reflexiones, juicios o pronósticos suficientes sobre el tema después de la goleada del Chelsea a Maribor en Londres, la derrota del Athletic de Bilbao en Portugal, o el impecable partido con goleada incluida del conjunto del Cholo Simeone al Malmoe en un estadio deseoso de Europa como es el Vicente Calderón.
Eso ya es agua pasada. Lo fue incluso cuando esta jornada de la fase de grupos se estaba disputando porque ya había muchos que estaban pensando en el partido. Sí, sí, el partido del que todo el mundo habla, el Clásico.
Sábado. 18 horas. Santiago Bernabéu. R.Madrid – Barcelona. Dos equipos dispuestos a dejarse el alma y el aliento sobre el césped de Chamartín con la única intención de conseguir la victoria. No les vale nada que no sean los tres puntos una vez que Gil Manzano haga el pitido final. Porque después del primer encuentro, no se hablará de otra cosa en la información del deporte, en el bar a primera hora del domingo y en las conversaciones de toda la semana con los amigos.

Esta es la primera prueba seria de la temporada para ambos conjuntos y ninguno está pensando dejar pasar la oportunidad. El equipo madrileño llega a este encuentro en su mejor momento después de ganar al Liverpool en la ciudad inglesa mostrando su mejor cara. Un partido en el que los jugadores se exprimieron al máximo mostrando una realidad que nada tiene que ver con el comienzo de temporada del conjunto blanco en Liga al que se consideró que estaba perdido después de perder contra el Atlético de Madrid en el pasado derbi. Pero como ya dije hace unos días, el fútbol nunca deja de cambiar y no lo va a hacer ahora.
El equipo de Luis Enrique afronta el encuentro después de jugar en casa contra el Ajax y de llevarse los tres puntos con una victoria en la que Messi y Neymar volvieron a convertirse en protagonistas tras marcar y tirar del equipo para poner a punto la clasificación de la fase de grupos en la máxima competición europea.
Pero como decía hace un momento ya nadie habla de Champions. Ahora hablamos de El Clásico y de lo que intuimos que nos puede ofrecer. Algunos señalan como ganador al Real Madrid, otros creen que aunque no parta como favorito el Barcelona acabará venciendo y hay quienes se centran más en el posible récord que Messi puede batir si marca dos goles más de Liga, superando a Zarra.

Y es que el tema del posible reconocimiento que se le haría a Messi en el Santiago Bernabéu si consigue superar el récord del futbolista español está dando mucho de qué hablar, demasiado. Parece carecer de sentido que desde la LFP se pretenda hacer tal reconocimiento en estadio rival y sobre todo, alejado de los seguidores del argentino por mucho que los socios del estadio blanco también sepan admirar el buen fútbol que normalmente hace Messi.
Pero es que el sábado no hay amigos. A partir de las seis de la tarde ninguno de los 22 jugadores que estén sobre el césped del estadio madridista estará pensando en admirar al contrario o pretender que se ensalce su juego y su buen fútbol. Porque aun primando el respeto al juego limpio por encima de todo, y el respeto al rival, nadie pensará en el contrincante de ninguna forma que no sea para verle caer ante el máximo enemigo de siempre.