La Quinta del Buitre fue probablemente la generación de futbolistas de más talento del fútbol español en la década de los 80. Formada por cinco jugadores salidos de la cantera del Real Madrid, vivieron una época gloriosa con el conjunto blanco.
Integrantes de la Quinta del Buitre
Míchel

José Miguel González Martín del Campo, conocido futbolísticamente como «Míchel», fue un interior derecho de una calidad mayúscula. Manejaba las dos piernas aunque predominaba la derecha. Su mayor característica eran los centros con una precisión medida, centros de los que tanto Hugo Sánchez como posteriormente Iván Zamorano dieron buena cuenta.
Debuta con el primer equipo el 11 de abril de 1982 contra el Castellón en la jornada 32 de Liga debido a una huelga de futbolistas que obliga a los clubes a alinear a sus equipos filiales. Míchel marcaría el gol de la victoria blanca. En 1987 queda cuarto en el Balón de Oro justo por detrás de su compañero Emilio Butragueño.
Martín Vázquez

Elegido mejor jugador del Mundial juvenil de 1981, Martín Vázquez era un mediocentro ofensivo considerado por muchos como el más completo de los miembros de la Quinta del Buitre.
Debutó con 17 años en un Real Murcia – Real Madrid siendo su carrera en el club blanco meteórica hasta convertirse en uno de los futbolistas más codiciados del fútbol europeo.
Sin embargo, el por entonces presidente del Madrid, Ramón Mendoza, se negó a renovarle al alza lo que terminaría provocando la salida del jugador a Italia. En 1990, el Torino lo ficharía siendo el futbolista mejor pagado del fútbol italiano. No obstante, su etapa allí no fue buena volviendo al Madrid donde estaría de 1992 a 1995.
Miguel Pardeza

Mediapunta de gran calidad, Pardeza era una pieza clave de la Quinta del Buitre que maravilló en el Castilla. Sin embargo, una vez que Alfredo Di Stefano apostó por subir a todos los integrantes al primer equipo, el de Huelva no tuvo la continuidad deseada.
Tras apenas tres esporádicas apariciones, volvería al filial blanco y de ahí saldría cedido rumbo al Real Zaragoza. Allí haría historia en su primera temporada: 26 partidos, 5 goles y la conquista de la Copa del Rey. El Madrid le repesca pero la extrema competencia en la delantera blanca, con nombres como Hugo Sánchez, Jorge Valdano o el propio Butragueño, no le pone las cosas fáciles. Hasta que el argentino sufre una lesión. Pardeza aprovecha entonces la oportunidad siendo clave en la Liga que gana Madrid en 1987.
Pese al éxito, el mediapunta no lo ve claro y vuelve al Zaragoza donde termina convirtiéndose en una leyenda jugando en La Romareda durante más de una década. Pese a haber disputado apenas 39 partidos con la camiseta blanca, Pardeza será siempre recordado como un miembro por derecho propio de la Quinta del Buitre. Como anécdota, interesado siempre por la vida más allá del fútbol, Pardeza se doctoró en Filología Hispánica por la Universidad de Zaragoza.
Manolo Sanchís

Hombre de un solo club desde que llegó al Real Madrid en 1980 hasta que se retiró en junio del 2001. Sanchís está considerado como uno de los mejores centrales de la historia del club blanco y del fútbol español.
No excesivamente alto, 1,77 metros, se trataba de un defensa serio que siempre cumplía. A su liderazgo incuestionable, que le llevó a portar el brazalete de capitán, sumaba un perfecto entendimiento del juego que le hizo un fijo de la defensa madridista durante casi dos décadas.
Leyenda del Madrid siendo el jugador con más títulos (21), honor que comparte con el mítico Paco Gento, Manolo Sanchís fue junto con Butragueño el jugador de la Quinta del Buitre que más rápido encontró un hueco en el primer equipo.
Emilio Butragueño

En su primera prueba con el Real Madrid, Butragueño fue rechazado. El Atlético de Madrid viendo su potencial lo llamó para que entrenara con ellos. No obstante, fueron solamente tres días. El padre de Butragueño, quien le había hecho socio del Madrid el día después de nacer, tiró de contactos para que pudiera intentarlo de nuevo con el conjunto blanco siendo finalmente aceptado.
A partir de ahí, Butragueño capitaneó la mejor generación de jóvenes de la historia del Real Madrid. Un grupo cuyo nombre fue obra del periodista Julio César Iglesias tras un artículo publicado en el periódico El País en 1983 con el titular «Amancio y la Quinta del Buitre».
Ambidiestro y con una técnica depurada, Butragueño ocupaba la posición de delantero centro. Debutó el 5 de febrero de 1984 saliendo desde el banquillo cuando el Real Madrid perdía 2-0 ante el Cádiz en el Ramón de Carranza. Marcó dos goles remontando finalmente el partido.
Grande, el entrenador local, sacó a un extraño chico dotado de una tosca figura de repartidor. Tenía la espalda recta, las piernas robustas y cortas, y los brazos, largos y pendulares. Unos minutos después se había confirmado como un virtuoso del juego corto, uno de esos seres nacidos para la picardía de los salones de palacio.»
Fragmento del artículo de Julio César Iglesias tras el debut de Butragueño.
Emilio Butragueño, tercero en el Balón de Oro dos años consecutivos (1986 y 1987) e incluido por la FIFA en su lista de los 123 mejores jugadores de todos los tiempos.
Palmarés de la Quinta del Buitre

Madrid, verano de 1984. El Real Madrid Castilla se proclama campeón de Segunda División. Único equipo filial hasta la fecha en haber conquistado el título de la categoría de plata del fútbol español. En el banquillo el gran Amancio Amaro. En el campo cinco chavales que no dejan indiferente a ninguno de los que se acerca a ver sus partidos. Sincronización con el juego digna de los ballets rusos. Talento por encima de todo.
Alfredo di Stefano, entrenador del primer equipo, comienza a incorporarlos a la plantilla de manera progresiva. Este grupo, junto con la llegada de jugadores clave como Hugo Sánchez, Paco Buyo, Rafael Gordillo y Antonio Maceda, será el protagonista de una época esplendorosa del Real Madrid.
Desde el debut del primer integrante de la Quinta del Buitre hasta que ya sólo quedaba Manolo Sanchís, conquistaron dos Copas de la UEFA (1985 y 1986), cinco campeonatos de Liga consecutivos (1986-1990) mostrando una superioridad nunca antes vista, tres Copas del Rey, cuatro Supercopas de España y una Copa de la Liga.
De estos tiempos son las históricas remontadas europeas y las noches mágicas en el estadio Santiago Bernabéu. Destaca la derrota por 5-1 en la ida de los octavos de final de la Copa de la UEFA de la temporada 85/86 contra el Mönchengladbach. En la vuelta, con un estadio abarrotado, los blancos tiraron de épica remontando la eliminatoria gracias al 4-0 con goles de Valdano y Santillana.
La oportunidad perdida
Sin embargo, un asterisco es permanentemente recordado cuando se les menciona en cualquier conversación: la ausencia de una Copa de Europa. Estuvieron cerca de conseguirlo pero el PSV Eindhoven entrenado por Guus Hiddink y el Milan de Arrigo Sacchi se lo impidieron en 1988 y 1989 respectivamente. Fueron dos derrotas dolorosas.
En cuanto a la primera, un Madrid que iba camino de ganar su tercera Liga consecutiva partía como favorito frente al equipo holandés, el cual ya había sufrido para llegar a las semifinales. Empate a uno en la ida en el Bernabéu con el portero del PSV y de la selección holandesa Van Breukelen como estrella. En el partido de vuelta, un descarado catenaccio con un joven Ronald Koeman liderando la defensa local contrarrestaron el 3-5-2 planteado por Leo Beenhakker. Empate a cero y el Madrid eliminado.
Quizás la derrota más dolorosa de la historia del Real Madrid, a la altura de la que su máximo rival, el FC Barcelona, sufrió en la final de la Copa de Europa contra el Steaua de Bucarest en 1986. Esa clase de partidos que, de perderlos, marcan a una generación.
En la temporada siguiente, el final en la máxima competición de clubes fue de nuevo en las semifinales pero con un resultado mucho más contundente. Empate a uno en la ida para perder por 5-0 en la vuelta en Milan. El equipo de Arrigo Sacchi, con su presión asfixiante y su trampa del fuera de juego, barrió del campo al conjunto español iniciando una época de dominio absoluto en Europa.
La Quinta del Buitre con la Selección
Lamentablemente, la Quinta del Buitre no vio como se extrapolaban sus éxitos del Real Madrid a la Selección Española. De hecho, los cinco nunca coincidieron sobre el terreno de juego. A lo máximo que llegaron fue a compartir vestuario en el Mundial de Italia 90 cuando Pardeza ya se encontraba en el Zaragoza.
La primera aparición de uno de los jóvenes con el combinado nacional fue la convocatoria de Butragueño para la Eurocopa de Francia de 1984. No obstante, el entrenador Miguel Muñoz no le hizo debutar.
Sería en el Mundial de México 86 cuando tanto el joven delantero como Míchel tendrían más protagonismo. El propio Butragueño vivió su tarde histórica marcándole cuatro goles a Dinamarca en los octavos de final. Eran tiempos en los que España jugaba como nunca y terminaba eliminada como siempre. Algo que se confirmó en el partido de cuartos frente a Brasil.
Tras México se incorporarían Manolo Sanchís y Martín Vázquez yendo los cuatro a la Eurocopa de 1988 en Alemania y coincidiendo sobre el campo en el último encuentro de la selección, eliminada en la primera fase, frente a la Alemania Federal.
En 1989, con la llegada de Luis Suárez como entrenador termina incorporándose Miguel Pardeza. De ahí llegamos al Mundial de Italia 90 con todos los integrantes. Sin embargo, España cae en octavos de final frente a Yugoslavia con un fatídico gol de Stojković en el minuto 93.

A partir de ahí los caminos de la Quinta del Buitre y de la selección española comienzan a separarse. Pardeza ya no es convocado y el resto sufre la pésima fase de clasificación para la Eurocopa de 1992 que provoca cambios en los banquillos.
El principio del fin
Llegó finalmente Javier Clemente quien terminó por cercenar el sueño de la generación de talentos blancos a los que fue sustituyendo por jugadores del FC Barcelona de Cruyff.
Sanchís y Pardeza desaparecieron de las convocatorias. En cuanto a Butragueño, no fue convocado en los tres primeros partidos de Clemente y, pese a jugar en el cuarto partido de clasificación para la Eurocopa del 92 contra Irlanda, terminaría asimismo desvaneciéndose del panorama nacional. El mismo camino experimentó Míchel. Por lo que respecta a Martín Vázquez fue quien más aguantó hasta su último encuentro, un amistoso en Las Palmas contra México en 1993.
Esta es la historia de la Quinta del Buitre, un grupo de cinco jugadores con una calidad fuera de lo común, protagonistas de una época gloriosa del Real Madrid y a los que el fútbol español debe estar siempre agradecido.
Interesante como siempre estos relatos que muestran etapas de nuestro fútbol y sus figuras.
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