He de confesar que he tenido mis dudas sobre qué escribir hoy. Por un dado estaban los tristes acontecimientos sucedidos ayer en Madrid y por otro la jornada de Liga. Finalmente he decidido optar por el primero aunque, eso sí, será el único que se verá al respecto en nuestra web ya que TresCuatroTres habla de fútbol y lo de ayer nada tiene que ver con este deporte.
Violentos los ha habido siempre y lamentablemente los seguirá habiendo. Son un sector que está presente en la sociedad de manera más o menos tímida, no son solo producto de la escasa inteligencia de sus integrantes sino también de una situación en la cual la laxitud de la legislación y la connivencia de los dirigentes, así como de la sociedad, juegan un papel fundamental.
DIRIGENTES
En mi opinión (sin contar obviamente a los propios desgraciados) los dirigentes son sin duda los que mayor cuota de culpa tienen de que los violentos campen a sus anchas por los estadios de fútbol. No compensa tener a esta «gente» animando a pleno pulmón 90 minutos ofreciendo a cambio cobijo a auténticos criminales (algunos confirmados, otros en potencia).
Cualquier presidente sabe quiénes son la auténtica lacra en su campo. Algunos como Laporta o recientemente Florentino, tienen el valor de hacerles frente. Otros muchos, probablemente por miedo, no solo dejan que se hagan dueños de un fondo o gol del estadio, sino que les alientan indirectamente a serlo a través de prebendas ya sea en forma de entradas a precio más barato o incluso de locales para reunirse.
LEGISLACIÓN
Amenazar de muerte en España sale barato en comparación con la angustia que se causa a quien se convierte en blanco de estos energúmenos. Expresiones en twitter tales como «te vamos a colgar de un puente» o «ten cuidado que sabemos donde vives» se pueden saldar, en el mejor de los casos, con multas irrisorias.
SOCIEDAD
Que los españoles somos un pueblo en su mayoría civilizado para el que escribe está bastante claro pero que aun nos queda mucho que mejorar, también. Y eso es algo de lo que uno se da especialmente cuenta cuando vive en el extranjero. Situaciones como que cuando se oigan gritos racistas no se señale directamente al culpable o que se vea como algo normal el ir a un campo de fútbol a acordarse de la familia del rival y árbitro, no son actitudes propias de una sociedad que se considere avanzada. Que ninguno de los cuatro conductores que iban ayer en los autobuses fuera capaz de avisar a la policía dice muy poco de su actitud como ciudadanos.
Soy consciente del miedo que se puede pasar tanto a la hora de denunciar como de echar a esta lacra. Pero sino se ataja pronto, el miedo no hará sino aumentar.