Se ríen de los verdiblancos. De todos aquellos que verdaderamente sienten y se identifican con el club que ocupan. Son una horrorosa y efímera mañana en los más de 100 años de historia verdiblanca que están a punto de liquidar. Porque hubo otro Racing antes que ellos, lo hay ahora, y lo habrá después. Olé, olé y olé.
Mienten a su plantilla. Se olvidan de pagar las nóminas mientras anuncian futuras juntas con el fin de trincar sueldos para sus nuevos consejeros. Mientras ningunean a los jugadores mediante oscuros juegos de malabares ejecutados por representantes de su misma calaña.
Humillan a «su club». Realizan extraños viajes en los que presuntamente intentan comprar encuentros en reuniones clandestinas. Lo que haga falta. En el nombre del Racing.
Inventan “escuelas futbolísticas” en lejanos países donde “invierten” dinero a paladas ¿Dinero?, será por dinero, si paga el club. “Tudo para sua festa”, spa, piscinas…

Piensan que su guerra es contra “un sector” de la afición. Y se equivocan. Estáis solos. Cada día más, arrinconados.
Menosprecian a esa misma cantera a la que recurrirán sin miramiento para intentar trincar los últimos céntimos verdiblancos.
Estigmatizan a una afición que, gracias a sus indicaciones, es tratada como verdaderos delincuentes cuando viaja fuera del Sardinero. A aquellos que son el verdadero sustento del espíritu verdiblanco.
Sus siervos informativos se empeñan en defender lo indefendible. Y señalan equivocadamente con el dedo a aquellos que, entre otras cosas, le han dado el mejor centenario (el “oficial”… tela, telita) que el Racing podría haber tenido. A aquellos que se parten el espinazo por intentar volver a dignificar este club. Siervos, el verdadero enemigo es el dueño que sujeta vuestro collar.
Y, un día, estalla. Y aparecemos en la prensa nacional e internacional. En la televisión, en la radio… Y el 98% no ve más allá de la carnaza. No “rasca” en la raíz de un problema que es la verdadera causa de las desagradables imágenes que todo el mundo pudo ver el pasado miércoles. Desagradables e inevitables.
Y mientras ellos siguen en su podrido atril, riéndose de todo y todos, una plantilla con unos cojones como camiones intentará darnos un cachito de cielo el próximo martes. Y quién sabe si, por unos momentos, podremos olvidar el infierno diario en el que vivimos.
Muchísimo ánimo racinguistas y enhorabuena por esa afición y equipo que tenéis. El día que los impresentables desalojen el palco, el Racing volverá al lugar de honor que le corresponde en el fútbol español. Aupa Racing!
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