Ricardo Allende había nacido para futbolista. La doctora se lo dijo muy claro a su madre el día de su nacimiento. Con ese movimiento de piernas, siendo todavía un bebé, ya podrían temblar las futuras defensas rivales. Allende demostró que no estaba equivocada. Jugando en el equipo de su barrio, destacó por su facilidad para provocar penalti y marcarlo. Algo influía su pasión por el teatro. No es un doble sentido. Allende estudió Arte Dramático en Madrid. Sacó buen provecho de ello, que se lo digan a los jugadores que, impotentes, observaban las tarjetas rojas por ni siquiera rozarlo.
No es de extrañar que, por este motivo, Ricardo no fuera muy popular en los terrenos de juegos rivales. El se esperaba siempre al mejor momento para dar su show. Un cero a cero era su escenario favorito. Corría con el balón, regateaba rivales con una facilidad pasmosa, sentía el roce de un rival….Shakespeare estaría orgulloso. Los cronistas deportivos veteranos recuerdan aquella final de Champions en la que logró que expulsaran a medio equipo con sus actuaciones. Todos los jugadores fuera por provocar penalti. No es ético, pero Ricardo era un artista. El Laurence Olivier del balompié le bautizó el gremio periodístico. El estadio cantaba Ricardo, tírate. Ricardo, tírate. Ricaaaardo, tírate. Incluso en situaciones desesperadas, finales o promociones de ascenso, sus entrenadores lo llamaban a su jugada ricardera.

La otra habilidad de Ricardo Allende, se ha indicado ya, era que no falló un penalti en su vida. Lo dicen las estadísticas. Todo efectividad. Era la pregunta que nunca respondía en rueda de prensa: el secreto de su 100%. Incluso se bromeaba con que su retirada sería cuando fallara. Pero no. El penalti fallado por Ricardo Allende nunca llegaría a las portadas ni a las crónicas deportivas. En resumen, era amado y odiado a partes iguales.
Su casa puede visitarse hoy en día, también ver las pareces llenas de recuerdos deportivos de su carrera en activo. Casi todos son fotografías celebrando un gol de penalti. En cada una, entre paréntesis, Ricardo puso la cifra de gol correspondiente. Según fuentes oficiales, Ricardo Allende ha marcado cerca de 5000 penales en su carrera deportiva. El 4999 lo metió con un pie con esguince. La única vez que no tuvo que fingir ser agredido en un terreno de juego. Con su particular talento, hizo enfadar a muchos. Pero no se recuerdan declaraciones de rencor contra su persona.
Justo al contrario. Ricardo Allende era un extremo habilidoso, excelente golpeo de balón y muy sacrificado en defensa. Su ultimo penalti tuvo lugar el 23 de abril de 1995. Quizás, su actuación que guarda con mayor cariño. Gracias a él, el Sporting de Gijón se mantuvo en Primera. Tras los noventa minutos, mientras la policía intentaba de manera inútil detener a la afición y una posible invasión, Ricardo Allende tomó el balón con sus manos y se acercó al centro del campo. Para sorpresa de todos, comenzó a recitar a Shakesperare.
Bueno,tuvo que ser un actor para el Oscar porque que si los árbitros picaban tenía que ser una interpretación sublime y lo de no fallar un penalty de premio Guinness.
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