El gallo francés jamás había triunfado en un gran campeonato de selecciones y esta vez, el torneo se disputaba en el país galo. Era su gran oportunidad.
A la Eurocopa de 1984 llegaron ocho equipos, cada uno de ellos representado por un animal, que se repartieron en dos grupos. El primero lo componían el citado gallo, el cisne danés, el león europeo de Bélgica y el halcón yugoslavo.
En el otro grupo, competían el águila real alemán (temible, como siempre), el lince de Rumania, el lobo ibérico portugués y el aparentemente dócil galgo español.
Francia presentaba un equipo cuyo motor principal, el centro del campo, era, sin duda, el más poderoso del continente. Aquel fabuloso cuarteto de futbolistas ya había asombrado dos años antes, en el Mundial disputado en España. Giresse, Tigana y Luís Fernández se bastaban y sobraban tanto para defender como para atacar. Además, tenían el liderazgo del entonces balón de oro, Michel Platini, que completó una Eurocopa impresionante, marcando goles en todos los partidos que jugó.
Platini anotó una diana en el triunfo ante Dinamarca (1-0) y dos tripletes en las victorias ante Bélgica (5-0) Y Yugoslavia (3-2). Si a estos cuatro fantásticos se le añaden nombres como Amoros, Battiston, Bossis, Domergue, Genghini o Rocheteau, ”les bleus” estaban llamados a ser los grandes protagonistas del campeonato. El gallo llegaba, pues, pletórico a las semifinales, ronda donde le acompañaba el dulce cisne danés, con armas como Morten Olsen, Arnesen, Michael Laudrup, Soren Lerby o Elkjaer Larsen.

En el otro grupo, Alemania se presentaba como clara favorita para dominarlo, pero solo pudo ganar, por la mínima (2-1) a Rumanía, tropezando, por tanto ante Portugal (0-0) y España (0-1), con un gol de Maceda tras un verdadero recital de paradas realizadas por el portero español, Arconada. Los vecinos ibéricos, España y Portugal, se colaron en la penúltima ronda, dejando fuera a Alemania y Rumania.
En semis, el gallo quedó emparejado con el lobo portugués para disputar una pelea verdaderamente espectacular. Domergue adelantó a los galos, pero Portugal, con una diana de su delantero Jordao a pase de un sorprendente Chalana, empató el duelo para llevarlo a la prórroga. Chalana y Jordao repitieron el protagonismo del primer gol para adelantar a los lusos y poner a los anfitriones contra las cuerdas a solo cinco minutos del final. Pero Platini aún no había dicho su última palabra e intervino en la jugada del empate a dos, con gol anotado de nuevo por Domergue. En el último minuto, el crack francés volvió a dejar su sello para marcar el gol que llevaba a su selección a la final del torneo.
En la otra semifinal, el galgo y el cisne aparcaron toda su docilidad para disputar un encuentro donde sacaron a relucir toda la ferocidad que poseían. El partido se mantuvo igualado con los goles de Lerby y Maceda para llegar también a la correspondiente prórroga, donde el resultado se mantuvo inalterable. En la lotería de los penaltis, el destino quiso que la estrella danesa, Elkjaer Larsen, fallase su lanzamiento para que su equipo fuera derrotado.
La gran final estaba servida; gallo contra galgo.
Ambos rivales disputaron un encuentro bastante equilibrado y la primera mitad acabó sin goles. José Antonio Camacho se convirtió en perro de presa para anular al diez galo, Platini. Pero en el minuto 57, los españoles cometieron una falta al borde del área, lo que aprovechó Michel Platini para marcar el primer gol. Era, a su vez, su noveno tanto en el torneo, cifra que en la actualidad nadie ha podido superar. El brutal golpe de espolón del gallo dejó tambaleando al bravo galgo español. Fue noqueado en el último minuto con un picotazo de Bruno Bellone, que colocó el 2-0 definitivo para Francia.
El feroz gallo francés no desaprovechó la oportunidad de competir en corral propio y se coronó, por fin, como rey de Europa.
Repasando,una vez más,la historía siempre entretenida del querido balompié.
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