Cuando por el Caso Bosman los jugadores con pasaporte comunitario pasaron a poder jugar en la Liga Española sin ocupar plaza de extranjero, aparecieron por nuestro campeonato jugadores con doble nacionalidad: brasileños con pasaporte portugués; argentinos que también tenían la nacionalidad italiana, etc. De todos estos casos, hubo uno que sobresalió al resto por su ilegalidad, el affaire del jugador del Lorca, Gil.
El brasileño Georlan Gomes Bastos, más conocido como Gil, quien jugó en los equipos Moto Clube, Santo André, São Paulo, Esportivo de Guaratinguetá, Vila Nova, Americano de Bacabal y Náutico de Recife, utilizó en el año 2000 el pasaporte de un ciudadano muerto de nacionalidad portuguesa, para jugar en el Lorca, traído a dicho equipo por el representante de jugadores y dueño de tal club en ese momento, Santos Márquez. El Señor Santos en su momento señaló sobre este asunto que “Vinieron unos señores de Brasil con el jugador, presentaron unos documentos y la Federación los admitió”.

Se podría cuestionar qué delito podría haber cometido Gil. Fácilmente el Señor Gomes podría haber sido acusado en España por la Comisión de un delito de falsedad documental, conducta que el Código Penal en su artículo 390 castiga con penas de prisión de tres a seis años, y/o por otro delito de usurpación de estado civil; el artículo 401 del Código Penal dice sobre tal delito que «el que usurpare el estado civil de otro será castigado con la pena de prisión de seis meses a tres años«.
Gil acabó siendo investigado en Brasil por haber usado documentos falsos para jugar al fútbol en Portugal y posteriormente en España. Grandes jugadores fueron seguidos por el asunto de los pasaportes falsos; en Italia, figuras como Juan Verón (Lazio), Fabrizio Coloccini (Milán), Matías Almeyda (Parma), o Javier Zanetti (Inter) se vieron afectados.
Existen casos más curiosos como el del “Petete” Correa, jugador que vistió la camiseta del Atlético de Madrid y Mallorca entre otros equipos, a quien en junio de 1998 le negaron la ciudadanía española, pero al que poco después le fue concedido el pasaporte italiano al descubrir que tenía un abuelo napolitano; sin embargo, nadie llegó al nivel que Gil alcanzó.
Fuente de la noticia: Diario «El País«.
Muy bueno el artículo que refleja a la perfección la pillería que hay instalada en el fútbol. Es un calco de la vida diaria, «hecha la ley hecha la trampa».
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