… hay que tener el culo muy limpio». Dicen en mi pueblo. Y claro, en un país como el nuestro, bocazas por naturaleza, el creador del refrán debería estar hinchándose a ganar pasta por los derechos de autor. Si por mi fuera, estaría repitiendo esta frase cada dos por tres…
Cuando empieza la temporada, allá por el mes de agosto, incluso durante las semanas de pretemporada en julio, debería comprarme una libreta e ir anotando en ella todas las frases geniales y antológicas que van desgranando nuestros protagonistas. Pero no lo hago, y tengo que dejar todo en manos de mi penosa memoria, que ya me va fallando.
Por ejemplo, en agosto, el Madrid tenía un equipazo y una plantilla de otro planeta, muy superior a la del Barcelona y a cualquier otra. Muchos dudaban del Barcelona de Valverde (yo el primero, lo reconozco) y durante algunas semanas, las previas al comienzo de la Liga, ya se dejaban caer los avisos a navegantes para el Txingurri. Luego resultó que el Barça empezó enchufadísimo la Liga y el Madrid no tanto. Y mucho antes de Navidad, a pesar de las buenas intenciones y declaraciones de Zidane, el club blanco ya tenía perdida la Liga y la mente puesta en la Champions.

Esas cosas pasan. Pero este año, durante varios meses, el entrenador francés del Real Madrid ha tenido que aguantar analíticas de barra de bar para explicar porque su equipo jugaba o no jugaba, que si el plan B, que si no tenía ningún conocimiento táctico… Incluso en los días previos a la final de la Champions, podías escuchar a algunos gurús decir que Zidane tiene mucha suerte y poco conocimiento, y entre ese poco, no se encuentra el planeamiento táctico.
Pero para mi, Zidane ha vuelto a ser el protagonista del año y ha firmado una temporada excelente (tres Champions de tres es para que alguien se siente a pensarlo…). Se ha equivocado, claro. Como me equivoco yo todos los días. Y cómo se equivocan los entrenadores frustrados que desde las ondas y el papel de envolver pescado cuestionan permanentemente su trabajo. Seguramente, en alguna alineación se le fue la mano, en algún planteamiento… Zidane se ha equivocado, ya lo digo, pero de tonto no tiene un pelo, nunca mejor dicho. Ha ido cerrando bocas con su eterna sonrisa, con ese talante que te dan ganas de darle un abrazo e irte de cañas con él. Lo decía el propio Zinedine en la rueda de prensa post-final: «Los jugadores son muy buenos, pero hay mucho trabajo detrás». El que quiera verlo, que lo vea, y el que no, que lea a Kierkegaard.
Con todo y con eso, y bien saben mis lectores de la devoción que siento por el argelino, Zizou sólo ha cometido un fallo durante el año al que yo le dedicaría una charla con él. No sé si me convencería. Y fue la decisión de no hacer el pasillo al Barcelona en el partido de Liga después de que los culés hubieran ganado la Copa del Rey. Zidane, que para mi es un verdadero caballero, un entrenador con una educación exquisita, con un talante de encantador de serpientes, se equivocó ese día. Se equivocó no permitiendo a sus jugadores que hicieran el pasillo y se equivocó justificando su decisión.

Si el Barça se montó un película para no hacer el pasillo cuando el Madrid ganó el Mundialito, este mismo año, pues eso es problema del infantilismo de sus directivos y esa obsesión permanente que tienen con el Madrid, a pesar de los años transcurridos y de las temporadas excelsas que llevan. Pero claro, que puedes esperar de un presidente que hace una semana ha dicho una frase gloriosa como esta: “Hay gente que entra en el mundo del fútbol con ganas de hacer grandes equipos a golpe de talonario y nosotros eso no lo hacemos, el Barcelona no hace esas cosas». Este año se han gastado más de 300 millones de euros en dos jugadores (que no lo valen), pero no, ellos no fichan a golpe de talonario. Recuerden la frase con la que he abierto esta plúmbea columna.
En fin. Zizou, igual que tu comportamiento es el de un «gentleman» la mayor parte de las veces, te equivocaste con lo del pasillo. Qué le vamos a hacer. Pero no nos engañemos, eso es una tontada, y además, es una decisión extra-deportiva. Equivocarte en eso no te hace mejor o peor entrenador. Y en cualquier caso, lo arreglaste rápidamente con una declaraciones hermosas a rabiar sobre Iniesta. El día que Sergio Ramos deje el Madrid, a ver qué se escucha desde Camp Barça.
Por lo demás, no voy a extenderme mucho más. El niñato de Cristiano volvió a liarla el sábado por la noche, incapaz de soportar que nadie del equipo tenga más protagonismo que él, volvió a abrir la puerta de salida del Madrid. Lo que no acabo de entender es la renuencia del Madrid de vender a un jugador que, repito por enésima vez, ya ha dado sus mejores tardes de gloria a ese club. Todo lo que puedas sacar por él, bienvenido sea. Y tal como está el mercado, las cifras pueden ser mareantes. Coño, Flo, véndelo ya, y que se vaya al equipo que quiera, a ver qué gana él. No ha aprendido la lección de lo que le está pasando a Neymar, que apenas va a aguantar unas temporada en París. Pero Cristiano, desconociendo el hermoso dicho mazarambreño, abre la boca como si no hubiera un mañana porque su ego desatado es mayor aún que su cuenta bancaria, y poco le importa tener el culo sucio o muy sucio, porque debe ser de los que piensa que su mierda huele a Esencia de Loewe.

Por último, dedicaré mis últimas palabras al Athletic de Bilbao, que viene de firmar una temporada indignante. Desgraciadamente, Ziganda no ha sido capaz de repetir los méritos deportivos de Valverde con la misma plantilla que el extremeño. Así que algo tendrá el agua cuando la bendicen. Ahora bien, querer cargar todos los sanbenitos en el Cuco sería injusto. Con un presidente más agarrado que una pinza, a pesar de la economía saneada que tienen los rojiblancos, es difícil poder hacer cosas medianamente aceptables. No es en enero cuando tienes que gastarte la pasta, Josu; es en verano. El fichaje de Iñigo Martínez es buen fichaje, no puede ser de otra manera, del que esperamos ver su rendimiento real la próxima temporada, y no le tomaremos en cuenta lo que ha firmado este año, no en vano llegó a un equipo deprimido y con muy poco entusiasmo. Pero claro, Urrutia sigue ahí, y de momento, los refuerzos son Ander Capa (un fichaje decente, pero de serie B, que es lo nuestro) o Cristian Ganea, vasco de pura cepa, lateral internacional rumano. Vamos a ver qué mimbres le ponen en las manos a Berizzo, y si aparte de estos, llega algún jugador con más relumbrón, como podría ser Mikel Merino o el regreso del gran Ander Herrera. Pero no sé yo si al Toto le pondrán en el plato jamón serrano del montón como si un 5 jotas se tratara. A ver.