La deuda, como concepto, describe una situación social ubicua en el espacio y en el tiempo. Casi todas las personas nos hemos sentido en deuda alguna vez. Deudas que nacen en una relación de confianza, como la que podemos tener con el tendero de la esquina, o deudas que emergen de las necesidades de los Estados cuando les falta liquidez para cubrir las necesidades de los servicios públicos, bastante menos fiables.
En ocasiones es el destino, la providencia o la historia quien te debe una. No es el caso de Fernando de Magallanes, que se quedó a medio mundo de darle la vuelta, pero que es reconocido en su arrojo y cuyo nombre se presta a un famoso paso estrecho en la Tierra del Fuego del Cono Sur americano. Pero la deuda sí que existe con otro pionero, el capitán Robert Falcon Scott cuya Expedición Terra Nova, fue la segunda en alcanzar el Polo Sur en la Antártida, tras la expedición de Roald Amundsen. Junto a Scott, sus compañeros Wilson, Evans, Bowers y Oates, fallecieron en su hazaña. El grupo español Mecano pagó parte de lo debido en su canción homenaje, Los héroes de la Antártida.
Y es así, con este breve prólogo, como nos aproximamos a uno de las mayores débitos que existen en el planeta fútbol, que tiene como protagonistas a la fama, como parte deudora y a Arthur Freidenreich, como único y total acreedor.

¿Y si Edson Arantes do Nascimento, Pelé, no fuese el mayor goleador de la historia? He aquí una de las razones por las que la memoria del fútbol le debe un mayor reconocimiento a Freidenreich. Mientras que la estadística es clara respecto a Pelé y sus 1284 goles entre el Santos, el New York Cosmos y la selección de Brasil, con Friedenreich, debido a la época en la que desarrolló su fútbol, la contabilización genera una mayor polémica. Pero antes de acudir a la comparación goleadora quizás debamos explicar mejor quién era este futbolista.
Es probable que un apellido tan sonoro nos lleve a pensar que estamos ante un futbolista de origen alemán. Y así es, no cabe la menor duda. Fue hijo de un empresario alemán cuyo padre, el abuelo de Arthur, había emigrado desde Europa a Brasil. Arthur nace en 1892 en Sao Paulo, brasileño de nacimiento, pues. Y esta fecha es relevante porque tan solo cuatro años antes, en 1888, en Brasil se abolió la esclavitud. ¿Y en qué puede afectar esto al hijo de un empresario alemán? Efectivamente, su padre era quien era, pero su madre era una lavandera afroamericana hija de esclavos liberados.
Esto convierte a nuestro protagonista en un pionero en la lucha racial en el fútbol. Uno de sus motes, el mulato de ojos verdes, rememorado por Eduardo Galeano, es, en sí, definitorio. Y su lucha consistió en romper con las normas del deporte que amaba. En los años en los que el Tigre, otro de sus apodos, comenzaba a despuntar como futbolista, de forma institucional, su práctica estaba reservada a las personas de raza blanca. Esto provocó situaciones como que se viese forzado a usar maquillaje para blanquear el tono de su piel, o se alisase su cabello rizado en aras de disimular sus raíces naturales.

Mientras desarrollaba su lucha con el mundo profesionalizado, él se curtía en las calles de Sao Paulo, lo que hizo que sus cualidades se diferenciasen de las de sus futuros compañeros, entrenados en una élite más contemplativa. De este modo, los que le vieron jugar, indican que sus cualidades eran la habilidad, el regate, la velocidad en el desplazamiento corto y la inteligencia. Pero, sobre todo, su don era una filosofía que primaba la diversión sobre la victoria. ¿Es Arthur Freidenreich el fundador del jogo bonito? Como mínimo fue una de sus musas.
Su lucha contra la injusticia, esa que impedía que personas de raza negra pudiesen asistir a los mismos lugares de los que disfrutaban los blancos, como piscinas, clubes de tenis, o fiestas, dio un paso en firme al ser aceptado en el club SC Germania, reservado para descendientes de alemanes, condición que cumplía. Su padre hubo de desplegar todo su repertorio de influencias para que así sucediese y Arthur no tardó en desplegar su juego ambidextro y alegre.
Freidenreich puede que no fuera el primer futbolista afroamericano en jugar en las ligas de Brasil, pero sí fue el más importante en estos tiempos pretéritos y debe ser recordado como pionero en la apertura del fútbol a todos los efectos. Su debut llegó en 1909 y pronto descubrió que su camino a la gloria estaría plagado de violencia. Era presa en el terreno de juego, pero se convirtió en una presa imposible de parar en un fútbol basado en la estrategia inglesa. Su estilo gambitero resultó tremendamente efectivo.

Sus éxitos fueron numerosos, según diversas fuentes llegó a ser máximo goleador del torneo Paulista entre 9 y 13 ocasiones, ganando el campeonato más de una decena de veces. Jugó en los mejores clubes brasileños: Sao Paulo, Atletico Mineiro o Flamengo disfrutaron de sus goles y una carrera de tanto éxito le llevó al debut con la canarinha en 1914. Participó en los dos primeros éxitos de la selección de Brasil, los Sudamericanos de 1919, en el que anotó el gol decisivo de la final, y de 1922.
En la selección volvió a participar en el avance en la igualdad, ese hecho que tanto cuesta aceptar al privilegiado. El presidente de Brasil, Epitacio Pessoa, prohibió la participación de jugadores que no fuesen blancos en la selección brasileña tras la consecución de los dos Sudamericanos (equivalentes a la actual Copa América). Después de la prohibición, y jugando solo con jugadores blancos, la selección de Brasil empeoró significativamente su juego y sus resultados. Fue seguramente esto, y no la incipiente pero hipócrita apertura racial, lo que provocó la derogación de esta ley segregacionista y el Tigre y otros compañeros pudieron volver a jugar con Brasil.
Sin embargo, Freidenreich nunca pudo disputar un mundial. El suyo hubiese sido el de Uruguay de 1930, ya con 38 años, pero una lesión de tibia, según unos, o la circunstancia de que solo jugasen jugadores de Rio de Janeiro, y no se Sao Paulo, según otros, impidieron su participación en el primer gran torneo mundial de la Historia.

Dicen que nunca falló un penalti lo que ayudó a obtener unas cifras goleadoras legendarias y es justo en este momento del artículo, en el que la comparación con Pelé cobra todo el sentido. Ya comentamos que Pelé logró 1284 goles. Entonces, ¿Cuántos logró Freidenreich? Es tal el baile de cifras que la verdad es imposible de conocer. Su padre llevó un recuento estricto de los goles, recuento que heredó el periodista Segundo de Vaney que, al publicar sus datos indicó que Freidenreich había logrado 1329 tantos en 1239 partidos.
Esto lo podría convertir en el mejor futbolista de todos los tiempos, pero, como ya indicamos, la fiabilidad de los datos no es alta. La Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol (IFFHS), institución privada, revela que Pelé marcó 541 goles en primera división, mientras que a Freidenreich le reconoce 354 en 323 partidos en primera, lo que le convertiría en uno de los pocos jugadores con un promedio de más de un gol por partido.
Cifras y comparaciones aparte, todo hace indicar que Arthur Freidenreich, pionero y fundador del Jogo Bonito, estandarte de la apertura del deporte a nuevas clases y razas, y líder en la consecución de los primeros títulos de la mejor selección de la historia debe ver satisfecha la deuda que el fútbol tiene con él, con el Tigre, con el mulato de los ojos verdes.
Otra curiosa y casi desconocida historia de este deporte contada con sencillez pero demostrativa de la gran investigación que ha hecho su autor y la capacidad que tiene en cada artículo para captar el interés del lector.
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