El F.C. Barcelona ha tenido un verano escaso de alegrías. Al habitual pesimismo del aficionado culé se han sumado circunstancias que no ayudan a mejorar ese estado de ánimo. Desde que la temporada pasada terminara con el Real Madrid triunfante, y esta empezara con el frustrado fichaje de Verratti, la salida de Neymar y la clara derrota en la Supercopa, al barcelonista se le está atragantando el verano.
Llega un muy buen jugador joven, Ousmane Dembélé, que tal vez no haya levantado gran excitación en el barcelonismo porque su altísimo precio (Neymar y el PSG han profundizado la inflación en el fútbol) y el efecto de todas las malas noticias anteriores no pueden contrarrestarse tan fácilmente, pero que sin duda es una de las grandes perlas del futuro del fútbol europeo. Hoy vamos a intentar conocerle un poco mejor, analizando como juega, repasando su carrera y viendo como se puede acoplar al Barça.
Si Valverde hablaba de falta de profundidad con la salida de Neymar, Dembélé es vertical como pocos. El Barça ha fichado, sobre todo, regate. El francés es descarado, valiente, incluso a veces excesivamente regateador. Sin el toquecillo provocador que mostraba Neymar, Dembélé es un auténtico malabarista del desborde, tanto en carrera como arrancando desde posiciones.
Además, la virtud del regate se acentúa con su segunda característica principal: es ambidiestro. Esto le da salida en esos regates hacia los dos perfiles, aunque suele preferir buscar la banda que el centro. También es una ventaja a la hora de definir ante la portería, si bien no estamos hablando de un gran goleador ni de un jugador que pruebe suerte en disparos lejanos.
Es más habilidoso que rápido, su gran regate en estático le hace ganar metros cuando arranca, aunque tiene suficiente velocidad y visión para atacar el espacio y buscar pases en profundidad o aprovechar la ventaja ganada en esos regates.

Sabe descargar correctamente cuando recibe de espaldas, aunque su naturaleza le lleva a buscar más el regate que el juego combinativo. No obstante, no estamos hablando de un jugador individualista, gusta más de asistir que de anotar, sabe ver a los compañeros que quedan libres gracias a sus regates y encontrarles con pases que les dejen en ventaja.
Si el precio no se le sube a la cabeza, en principio es un futbolista que ayuda en acciones defensivas cubriendo su posición e iniciando la presión. Su físico menudo hace que no destaque en el juego aéreo.
Ousmane Dembélé es un francés normando nacido en un barrio modesto de la pequeña localidad de Vernon hace 20 años. Pulió su técnica de pequeño jugando al fútbol sala, para llegar a los 13 años a la cantera del Stade de Rennes, lejos de su hogar. Mientras progresaba por las categorías inferiores, tiene un episodio de rebeldía e intenta dejar el equipo, pero finalmente acaba debutando en Ligue 1 en Noviembre de 2015, con 18 años. Su progresión desde entonces ha sido meteórica.
En esa primera temporada logra rápidamente la titularidad indiscutible, anotando doce goles (incluido un hat trick al Nantes) y repartiendo cinco asistencias. Con solo un año en la élite, logra que el Borussia Dortmund se fije en él como uno de los jugadores más prometedores del panorama europeo, fichándole por 15 millones de euros. Además, nada más fichar por los alemanes consigue debutar con la selección absoluta de Francia, donde ya acumula siete internacionalidades y un gol contra Inglaterra en un amistoso en Saint Denis.
Pero no frenó ahí su progresión. Con menores números en cuanto a goles, a la sombra de Aubameyang o Reus en ese aspecto (anotó seis), en Alemania ha destacado por la facilidad para asistir, repartiendo doce pases de gol, siendo el segundo en ese apartado de todo el campeonato. También supuso su debut en Champions League, con dos goles y seis asistencias en diez partidos.

Su pase al Barça por una cifra tan elevada como son 105 millones de euros (más variables), supone una plusvalía espectacular que se corresponde más con la inflación de los fichajes de este verano que con el aumento de la cotización del jugador, a pesar de que su pasada temporada en Dortmund fuera exitosa. Todos los equipos saben que los culés cuentan con el dinero recibido por Neymar y escogen al brasileño como vara de medir a la hora de poner precio a sus jugadores. En Dortmund sabían que la directiva de Bartomeu necesitaba imperiosamente un refuerzo que ilusione, y se han aprovechado de ello.
A la espera de Coutinho, víctima también de la inflación y con un Paulinho que puede ser un jugador de buen rendimiento y muy útil para los blaugranas, que ha enfadado más que ilusionado al aficionado, con Dembélé tienen un jugador diferente a Neymar (menos «mágico»), pero que puede cubrir funciones muy similares a las del brasileño. Valverde recupera la verticalidad y profundidad que perdió con la salida del 10 de la canarinha y del PSG, rejuveneciendo incluso ligeramente el puesto. Aunque brilla más al contraataque y con espacios (algo de lo que el Barça no suele gozar), puede ser útil para romper defensas cerradas con su regate corto si aprende a ser más eficaz.
Está por ver como se acopla el francés a sus compañeros de ataque, si la nueva MSD es tan efectiva como fue la MSN, pero la versatilidad del extremo ambidiestro presagia que no debe ser muy complicado ubicar a los tres sobre el terreno. Se da por hecho además que será consciente de que el jefe es Messi, como demostró en Vitoria el pasado fin de semana, y con su facilidad para encontrar los desmarques y sus compañeros y asistirles, puede ser un gran aliado de Luis Suárez.
Para entendernos, con Dembélé, el Barça puede tener a su Marco Asensio, con algo menos gol y mucho más caro. Por el balear no se quiso pagar hace unos años 4’5 millones de euros y por el francés se van a superar notablemente los 100 millones, y claro, eso mosquea al culé. Si finalmente Dembélé cuaja, Coutinho llega y los dos puntos de ventaja sobre el Real Madrid en la clasificación duran unas jornadas, lo que hoy son caras largas en Can Barça se tornará euforia. Al fin y al cabo, el fútbol es emoción, no lógica.