Óscar Mingueza se ha convertido ya en uno de los nombres de la temporada en el F.C. Barcelona. El joven defensa está aprovechando las oportunidades que las lesiones de compañeros le ofrecen y, en apenas unos pocos meses, se ha hecho un hueco en el once titular de Ronald Koeman. El técnico neerlandés no ha tenido reparos en reconocer su valía, y le brinda el apoyo y la confianza que un joven del filial necesita para rendir en el primer equipo.
Desde Kiev con Mingueza
Todo comenzó a finales de noviembre en Kiev. Ante las bajas de Piqué, Araujo y Umtiti, Koeman recurrió a Mingueza para formar pareja en el eje de la defensa junto a Lenglet. Su primer partido con el primer equipo y su primer partido en Champions. El canterano recogió la apuesta y supo responder con garantías. Desde entonces, Mingueza se ha convertido en un nombre habitual para completar el once, ya sea de central o, como últimamente, de lateral derecho.

Dicho así, parece que Mingueza no es más que un parche. No nos engañemos, es así, Mingueza es un parche. Difícilmente, un jugador de sus características hubiera entrado en el once de un F.C. Barcelona en condiciones. Si no se hubiera dado una plaga de lesiones, apenas habría tenido minutos. Es comprensible. Su físico, polivalencia y buen trato con el balón pueden disimular su inexperiencia en el fútbol de élite, pero no hay que olvidar que solo tiene 21 años y poco más de una decena de partidos en el F.C. Barcelona. Es un jugador en plena formación.
Con la recuperación de efectivos, como Dest o Piqué, es esperable que se ponga freno a la suma de minutos de juego de Mingueza. Es esperable que, en un futuro, su lugar sea en el banquillo, como cuarto o quinto central. En cualquier caso, parece que todavía queda mucho para eso y que el joven de Santa Perpetua continuará aportando y ganando experiencia.
Es cierto que a veces desentona o que puede cometer algún error de bulto, pero no hay nada que reprochar a un jugador con una entrega incondicional y que siente los colores como pocos en esta plantilla.