La semana pasada me quedé perplejo ante las formas utilizadas por el presidente del Barsa Sandro Rosell y su, me molo a mi mismo, portavoz (o no) Toni Freixa.
La rueda de prensa fue convocada para anunciar en detalle la hoja de ruta en torno al nuevo Camp Nou. Pero hete aquí que el tema del día no fue ese, mal que le pesara al propio Rosell.
Efectivamente, la cuestión que todo el barcelonismo esperaba ver aclarada era una simple cifra que diera respuesta a la pregunta ¿Cuánto puñetas ha costado Neymar?
La solución en principio harta sencilla se ha topado, desde la presentación del jugador brasileño, con un rival más fuerte que el mismísimo Magneto en los cómics de X-Men; la cláusula de confidencialidad.

En aras de la santa cláusula parece que uno puede hacer lo que le venga en gana con total impunidad. Digamos que es la versión moderna de la lucha contra el infiel de la Edad Media.
Hasta tal punto llega la sumisión a tal cláusula que Sandro Rosell prefiere ser imputado y dar explicaciones ante el juez antes que hacerlo ante quien le ha puesto en su cargo a través del voto.
En definitiva, el caso Neymar se suma a otros temas “candentes” que ni el mismísimo Pepe Gotera hubiera tratado peor: una planificación deportiva cuando menos discutible; una querella por parte de la empresa encargada de explotar la publicidad de la Masía que denuncia ruptura de contrato; el “run run” de que Sandro Rosell es en Brasil lo que Rodríguez Menéndez en España, es decir, un prófugo…y así un sinfín de “minudeces”.
A la directiva de un equipo como la del Barcelona, con su presidente a la cabeza, se le exige que tenga la mayor transparencia posible y sobre todo; que no falte al respeto ni a un periodista que se limita a hacer su trabajo, ni mucho menos a un socio que ansía una respuesta.
Y es que ya se sabe, un presidente no solo ha de serlo, sino también aparentarlo.
La verdad es que la junta de Rosell no ha sabido gestionar bien el tema de Neymar. Es una pena que con el equipo que tenemos estemos últimamente más en los medios por cuestiones judiciales que por lo deportivo.
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Rosell ha sido un prepotente durante toda su legislatura. A mi personalmente me ha decepcionado mucho, cuando era el delfín de Laporta era un crack pero ser presidente le ha venido claramente grande. Lo que también me indigna es que no se convoquen elecciones al final de temporada porque qué pasa si el juez imputa también a Bartomeu?
Lo dicho, el Barsa se ha convertido en la casa de los líos.
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Muchas gracias Marta por el comentario. Comparto tu opinión, a mi también me ha decepcionado la gestión de Rosell. No me gusta ni las formas que ha utilizado ni algunos de los acompañantes de aventura como el inoperante Zubizarreta ni el portavoz Freixa. Creo que lo mejor hubiera sido convocar elecciones al final de temporada ya que ésta es la junta de Rosell y las decisiones se han tomado con su consentimiento por lo que fuera el ya ex presidente no tiene sentido que sigan. Un saludo!
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