La pisa, se para, amaga y regatea. Nabil Fekir es talento puro. Un jugador al que sólo le han bastado tres partidos para ser el líder (Joaquín aparte) del Real Betis Balompié. La afición verdiblanca sabe que cuenta con un diamante en su equipo al que solo le falta acompañamiento.
Tras seis años de profesional en el Lyon, el mediapunta francés aterrizaba este verano en Sevilla con la etiqueta de crack acompañado de ciertas incógnitas. La primera sobre su rodilla, la misma que le impidió pasar el reconocimiento médico cuando lo tenía todo hecho con el Liverpool de Klopp.
Para mí tiene calidad y una inteligencia muy rápida para jugar en los mejores equipos de Europa».
Gerard Bonneau, jefe de ojeadores del Lyon y quien fichó a Fekir
La segunda duda era sobre su verdadero nivel. Estamos acostumbrados a que muchos pseudo-expertos internacionales nos vendan jugadores de otras Ligas como verdaderos artistas del balón. Posteriormente llega la decepción al comprobar que no tienen el nivel que una Liga como la española requiere. A esta tendencia se unía el hecho de no saber con qué Fekir nos encontraríamos. Con el de la temporada 2017/18 la cual terminó con 23 goles y 9 asistencias o con el de la 2018/19, la de un jugador mucho más irregular.
Tan sólo tres partidos han sido suficientes para comprobar que los gurús del fútbol esta vez tenían razón. Fekir es magia pura.

Polivalente, pudiendo jugar de mediapunta, de segundo delantero o incluso en la banda izquierda, el francés no necesita partidos de acoplamiento. Es ya una realidad que muestra en cada encuentro un repertorio técnico sólo al nivel de los que nacen con ese don.
Fekir ya rinde, ahora es cuestión de que los Canales, Joaquín y Borja Iglesias den el paso al frente que el bético espera ilusionado. Si la orquesta del ataque bético se afina, la melodía en la Avenida de la Palmera será una obra de arte.