Estimado lector, si simplemente escribo Zadok the priest probablemente se quede indiferente. Por el contrario, si añado que se trata del título de una canción que todos los clubes sueñan con escuchar algún día en sus estadios, quizás tenga una idea de a qué me puedo estar refiriendo.
En 1992 la UEFA encargó al británico Tony Britten la composición del himno para su competición reina de clubes, la Champions League. Éste, realizó una serie de modificaciones en la obra anteriormente mencionada, creada por Georg Friedrich Händel.
El resto lo pusieron la Royal Philharmonic Orchestra y el coro de la Academy of St. Martin in the Fields, con una interpretación magistral. El resultado es una melodía que tan solo necesita de sus primeros acordes para dejar al oyente sencillamente maravillado.
De las pocas cosas que la Uefa hace bien. La Champions es una competición muy bien organizada aunque para mi gusto la fases de grupos es un poco «bacalá».
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