Sí, lo reconozco. La figura de José Mourinho ejerce sobre mi un atractivo difícil de explicar. No conozco las razones, pero leo todo lo que sale sobre él, intento no perderme ningún vídeo, y creo que es un tipo del que merece la pena escribirse una tesis doctoral. Con su colaboración, claro, sería mucho más jugosa… Con la misma sinceridad, también digo que no le echo de menos para nada, que está mejor en Inglaterra que aquí y soy de los convencidos que su paso por la Liga española hizo más mal que bien. Terminaré curándome, seguro.

Tan popular es el “personaje” que a su salida del Real Madrid se han publicado un par de libros sobre su figura. Hoy voy a referirme a «Prepárense para perder», de Diego Torres. Los artículos de este redactor de “El País” se han hecho célebres durante los años de estancia de Mourinho en el banquillo merengue. Torres hablaba de cosas que, de ser ciertas, venían directamente filtradas de dentro del vestuario blanco. De muy dentro. De dentrísimo…
De este libro podríamos decir que está escrito al más puro estilo Torres y es un ajuste de cuentas en toda regla ¿Ventajista? Puede ser. Cierto es que si Diego Torres consideraba que tenía algo -más- que decir, estaba en su derecho -¿y obligación?- de hacerlo. Pero debemos cuestionar las formas.
El que esto suscribe es periodista de carrera -que no de profesión- y soy muy crítico con los medios de comunicación en general, y con la figura del periodista en particular. Cuando oigo esos alegatos en radio o televisión sobre si el periodista es el vigilante de la verdad, el único que sigue buscando cuando el resto ha dejado de hacerlo, el objetivo, el imparcial, el infatigable, el honesto… La verdad, me carcajeo con ganas. No veo ninguna de esas virtudes en el periodismo español actual. Más bien, veo servilismo, parcialidad, nula autocrítica… Cuando el personal se indigna por todo lo que está saliendo sobre la manipulación que se ejerció en Canal Nou durante décadas, uno piensa si con los medios que existen ahora, no podía haberse denunciado esa manipulación mucho antes, no sólo cuando te cierran la cadena y te quitan el bocadillo de la boca. Tenemos -los periodistas- fama de paniaguados. Y la tenemos con todo el merecimiento.
El caso es que Diego Torres se ha «cascado» un libro de casi 300 páginas arrasando con un personaje que también hay que reconocer ha puesto fácil el arrebato, pero, prácticamente, sin un sólo testimonio identificado. Todo es «según fuentes del club», «según el vestuario», «según un directivo que no quiere dar su nombre»… Todo en aras de la protección a las fuentes. Realmente, es sencillo escribir un libro de un personaje público de esta manera. No quiero con ello decir que Torres se haya inventado todo lo que aparece en su libro, pero claro, si hay momentos en los que piensas que es increíble que una persona como José Mourinho haya hecho o dicho todo lo que dice Torres que ha hecho o dicho, mintiendo y engañando a la prensa, a sus directivos, a sus jugadores, ¿porque no va poder hacer lo mismo Torres? ¿Por esa falsa superioridad moral de los periodistas? ¿Acaso Mou es de carne y hueso y Diego Torres raya la perfección humana?
El libro destila odio, rencor, venganza, lo cual puede ser reprobable o no, según como estemos de invadidos por el espíritu de la Navidad, pero pruebas, lo que se dice pruebas de todo lo que en esas páginas aparece, las justitas… Muy pocas. Así que, o te aferras a la «suspensión de la incredulidad» o puedes terminar con serios problemas de conciencia.
Me ha encantado tu artículo y el estilo con el que lo has escrito. En mi opinión, el periodismo de hoy es claramente de bufanda y se mueve por egos e intereses personales. La figura de Mourinho, por lo que representa, se presta a este tipo de situaciones provocando desprecio y admiración según el medio que se consulte.