Cuando en el partido inaugural de un campeonato del mundo se cumplen las expectativas iniciales en cuanto al nivel goleador del mismo, el torneo se puede llegar a hacer eterno e insulso. Pero ese primer partido también dejó un detalle significativo: la distancia con respecto al fútbol africano se había reducido bastante.
En el choque que abría el Mundial de Italia 90, Camerún se enfrentaba a la Argentina del ya indiscutible rey del fútbol, Diego Armando Maradona. Los africanos supieron jugar sus bazas y anularon a Maradona para dar la gran sorpresa del torneo al ganar al que era el actual campeón con un remate de cabeza de su delantero Omam Biyik.
La fase de grupos no deparó grandes novedades en cuanto a selecciones eliminadas a las primeras de cambio. Hasta en ese punto se cumplió lo previsible, ya que de los seis grupos formados por cuatro equipos pasaban los dos primeros de cada grupo más los seis mejores terceros. Así pues, solo una Unión Soviética venida a menos acompañó a las selecciones de Austria, Estados Unidos, Escocia, Suecia, Emiratos Árabes Unidos, Corea del Sur y Egipto como equipos que no pudieron alcanzar los octavos de final.
Italia ganó sus tres partidos, algo destacable ya que el equipo anfitrión llegaba con sus delanteros titulares (Vialli y Carnevale) en una alarmante baja forma. Su entrenador, Azeglio Vicini, tomó una decisión que resultó ser trascendental para su equipo, al colocar como titular a un delantero que, hasta entonces, era un desconocido, ya que solo llevaba una temporada jugando en la máxima categoría del país italiano. Salvatore Schillaci le devolvió la confianza a su entrenador proclamándose máximo goleador del torneo.
Camerún, después de la campanada inicial, también derrotó a Rumania y pasó como primero de su grupo, a pesar de una estrepitosa derrota ante la Unión Soviética (4-0).
También pasaron con relativa facilidad las selecciones de Brasil, España, Inglaterra y una fortísima Alemania Federal, que comenzó en modo apisonadora, marcando diez goles en sus tres primeros partidos.
Ya en octavos, Inglaterra se deshizo de Bélgica (1-0), y Checoslovaquia hizo lo propio con Costa Rica (2-1). Italia, por su parte, continuó avanzando al vencer a Uruguay (2-0), con otra diana de Squillaci. España, sin embargo, cayó ante Yugoslavia (1-2). Irlanda y Rumanía empataron (0-0), venciendo posteriormente los irlandeses en los lanzamientos de penalti. Alemania venció a Holanda (2-1) y Camerún siguió sorprendiendo al mundo al empatar (0-0), tras los primeros 90 minutos con Colombia y derrotarla en la prórroga (2-1) con dos goles de su veterano delantero, Roger Milla, el segundo de ellos, tras robarle la pelota a un sorprendente, por osado, René Higuita.
Por último, en un partido disputadísimo, Argentina derrotó a Brasil (1-0), gracias a una magistral jugada, con asistencia posterior, de Maradona, que remató Caniggia con habilidad, tras sortear al guardameta brasileño. Años más tarde, todavía se siguió hablando de este duelo, tras denunciar el equipo brasileño que los argentinos les dieron de beber agua con narcóticos para adormecerlos.
En cuartos de final apareció, asumiendo su total protagonismo, el penalti, ya fuera en acciones individuales o en las temidas tandas de desempate. Casi todos los partidos, hasta el final del campeonato, acabaron decidiéndose desde los once metros. De esta forma, Argentina venció a Yugoslavia tras empatar a cero en el tiempo reglamentario. El gran protagonista fue el guardameta argentino Sergio Goycoechea, que pasó a ser titular tras la grave lesión de su compañero Pumpido, que se rompió la tibia y el peroné de su pierna derecha. En los lanzamientos definitivos, Goycoechea atajó dos penaltis.
Italia, con otra diana de su nueva estrella (Schillaci) venció a Irlanda (1-0). Alemania sufrió para ganar a Checoslovaquia (1-0). Para dar por finalizada esta ronda, Inglaterra ganó a Camerún (3-2), aunque los africanos estuvieron a punto de vencer y hacer historia, accediendo a semifinales.
En la penúltima ronda, otro enfrentamiento donde saltaron chispas fue el duelo entre Argentina e Italia. Schillaci, de nuevo, adelantó a los italianos, pero Caniggia logró empatar. En los penaltis, Goycoechea volvió a destacar, parando otros dos tiros y llevando a su equipo a la gran final.
Asimismo, Alemania e Inglaterra repitieron resultado (1-1), por lo que también se decidió el finalista desde los once metros, resultando vencedora la escuadra alemana.
En la final, otro disputadísimo partido se decidió gracias a un polémico penalti que transformó Andreas Brehme, para que Alemania derrotase a Argentina (1-0) y se colocase la corona de laurel.

EL GOL.
A pesar de la escasa anotación, con un promedio de 2,21 goles por partido (el peor en la historia de los mundiales), se marcaron varios goles de calidad. El anotado por Caniggia a Brasil es, sin duda, uno de los destacados. Lothar Matthäus, con una gran jugada coronada con un disparo desde fuera del área ante Yugoslavia, también logró uno de los mejores goles del torneo. Pero el premio al mejor se lo lleva Roberto Baggio por la obra de arte que fabricó ante Checoslovaquia.
EL JUGADOR.
Circula una leyenda que cuenta que Gullit recomendó al entrenador italiano (Vicini) que convocara a Salvatore Schillaci, a pesar de que el delantero solo llevase un año jugando en la élite, formando parte de la Juventus. Totó (como le apodaron familiarmente en su país), dio la razón al gran jugador holandés y marcó 6 goles para coronarse como capocannoniere del campeonato.
EL PARTIDO.
Una potente selección inglesa, con nombres como Shilton, Waddle, Barnes, Platt, Gascoigne o Lineker, se presentaba como la gran favorita ante la Camerún de N’Kono, Kunde, Tataw, Omam-Biyik o Makanaky. Pero los africanos plantaron cara a su rival, que se adelantó por medio de David Platt. Kunde, de penalti, logró el empate y los africanos se crecieron para adelantarse en el marcador con un gol de Ekéké, tras asistencia de Milla. Incluso Peter Shilton salvó a su equipo de encajar una tercera diana que hubiese sido casi definitiva. Sin embargo, Gary Lineker empató de penalti y llevó el partido a la prórroga, donde, otra vez desde el punto fatídico, marcó el definitivo 3-2 que eliminaba a la gran animadora del campeonato. Sin duda alguna, fuel el mejor encuentro que se disputó en el Mundial de 1990.