En 1982, el Mundial se disputó en España con un notable incremento de participantes, que pasaron a ser 24 en lugar de los 16 del campeonato anterior. Lo positivo de este aumento de equipos se hizo notar pronto, en la primera fase, donde en el grupo 1, Camerún sorprendió con su fútbol y consiguió tres empates ante selecciones mucho más experimentadas como Italia, Polonia y Perú. A pesar de ello, los africanos no lograron clasificarse, aunque dejaron claro que habían llegado para quedarse, como se demostró en los mundiales siguientes. Polonia e Italia, por este orden, siguieron adelante en el torneo.
También hicieron lo propio en el 2 las selecciones de Alemania Federal y Austria, con un presunto amaño en el duelo entre ellos, donde ganaron los alemanes por 1-0, resultado que favorecía a ambos en detrimento de Argelia, que quedó eliminada empatada a puntos con los dos primeros. La última posición la ocupó Chile.
El grupo 3 nos dejó la mayor goleada de la historia de las fases finales, con un 10-1 de Hungría a El Salvador. Precisamente, estas selecciones quedaron fuera al ser superadas por Bélgica y Argentina.
Inglaterra y Francia fueron las dos primeras del grupo 4, donde les acompañaban Checoslovaquia y Kuwait. Esta última selección protagonizó una de las anécdotas más curiosas del campeonato cuando su presidente amenazó con retirar al equipo en el partido ante Francia, al no estar de acuerdo con un gol concedido al combinado francés. El caso es que las protestas surtieron efecto y dicho gol no subió al marcador.
En el grupo 5 se ubicaba el país organizador, que volvió a decepcionar, sobre todo en su debut, al empatar con Honduras. Irlanda del Norte y España, a duras penas, superaron a Yugoslavia y Honduras.

Para cerrar esta primera fase, en el grupo 6, la mejor selección brasileña que se había visto desde México’ 70 asombró al planeta ganando sus tres partidos y deleitando a los aficionados con su fútbol ofensivo. La U.R.S.S. le acompañó a la siguiente fase, quedando eliminadas Escocia y Nueva Zelanda.
Para seguir el torneo, la organización decidió que se formaran cuatro grupos de tres equipos, donde los campeones disputarían las semifinales.
En el grupo A lo consiguió Polonia, que aún conservaba la base del magnífico equipo que tan bien lo hizo cuatro años antes (Lato, Szarmach y Boniek) y doblegó a dos buenas selecciones como Bélgica y la U.R.S.S.
El B lo dominó Alemania, por delante de Inglaterra y España, que mejoró ligeramente con respecto a la fase anterior, sin que eso le sirviese para nada.
El grupo más potente, sin duda, era el C, con tres campeones del mundo como Italia, Brasil y Argentina. Estos últimos, con su estrella Maradona, sucumbieron ante italianos y cariocas, que se jugaron el pase en el que fue el mejor partido del campeonato. Un Paolo Rossi imperial marcó tres goles para superar a una selección brasileña con un maravilloso centro del campo (Cerezo, Falcao, Zico, Sócrates), pero que acusó en exceso la falta de un goleador que culminase el magnífico juego desarrollado por el equipo.
En el último grupo, el D, Francia, Liderada por otro cuarteto mágico (Giresse, Tigana, Genghini, Platini), se deshizo sin problemas de Austria e Irlanda del Norte.
En semis, Rossi siguió con su festival goleador, marcando dos dianas para ganar a Polonia, 2-0, y alcanzar la final. En el otro partido, un vibrante encuentro, franceses y alemanes ofrecieron un grandioso espectáculo que acabó en tablas (3-3). En la tanda de penaltis, Alemania fue más certera y ganó por 5-4.
La final estaba, por lo tanto, servida, con los siempre competitivos Italia y Alemania que, además, presentaban como credenciales a los máximos goleadores del torneo hasta ese momento: Paolo Rossi y Karl Heinz Rummenigge, con 5 dianas cada uno.
Rossi continuó con su voracidad y lo demostró anotando el primero de su equipo, que acabó siendo superior a su rival y consiguiendo la victoria por 3-1.
El gol.
Por la importancia, además de su plasticidad, el mejor gol lo marcó Klaus Fisher en la prórroga de la semifinal ante Francia. El delantero alemán culminó la remontada de su equipo, que perdía 1-3, con un espectacular tanto de chilena. También es reseñable el golazo del brasileño Sócrates ante la U.R.S.S. tras sortear a dos rivales y lanzar un misil que se coló por la misma escuadra.
El jugador.
Paolo Rossi llegó al torneo, según bastantes opiniones, falto de forma física tras cumplir un castigo de dos años de inhabilitación por su presunta participación en un escándalo de apuestas en el fútbol italiano. Su seleccionador, Enzo Bearzot, confió ciegamente en el delantero y este le respondió marcando seis goles, con los que se coronó como máximo goleador y llevó a su país a la conquista del que entonces era su tercer campeonato del mundo.
El partido.
En la segunda fase, Italia y Brasil regalaron un precioso espectáculo con goles y emoción a raudales. Las tres dianas de Rossi doblegaron a las de Falcao y Sócrates. Sin duda, este fue el mejor partido del torneo, por delante de la hermosa semifinal entre Francia y Alemania, donde hubo otra borrachera de goles, 3-3.
Yo me quedo con el papel de España que bordeó el ridiculo o siendo más contundente lo superó y los partidos que presencié en Sevilla que fueron históricos.
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