El jugador Mikel Loinaz Balda, formaba parte de aquel grupo de selectos jugadores que tan pronto pisaban el terreno de juego, eran capaces de iluminar la sonrisa de todo un estadio de fútbol, convirtiéndolo en una olla a presión repleta de adrenalina a punto de explotar.
El delantero centro vasco andoainense, marcó una etapa entre finales de los años 80 y principios de los 90 en la Real Sociedad de San Sebastián. Un tipo carismático, que representaba la esperanza convertida en chispa en los pocos minutos que era habitual que jugase. Lo pedía el público y levantaba una expectación inaudita cada vez que salía a calentar, porque Mikel era sinónimo de lucha y fe; y normalmente sinónimo en los escasos minutos que participaba en el juego, de lo más importante en este deporte el ¡Gooooooooollll!

Loinaz aterrizó en Atotxa desde Francia, pasó de escasos meses de jugar en la liga la regional francesa a hacerlo en la Real Sociedad, donde siempre había querido jugar. A pesar de su inexperiencia se ganó un puesto y lo más importante al público en muy poco tiempo, lo que le sirvió para militar en las filas del equipo txuri urdin desde 1986 hasta 1993, año en el que cambió de aires con la llegada de Toshack.
Una de las mayores gestas por la cual este jugador siempre será recordado, es por aquella eliminatoria de la copa de la UEFA disputada el 23 de noviembre de 1988 contra el equipo alemán del Colonia, en la que Mikel aprovechó un rechace del guardameta teutón Bodo Illgner para adelantar a los realistas.
Hablar de Mikel Loinaz es recordar para muchos un estilo de juego y una época de futbol añeja e inolvidable; y dorada para otros, momentos donde un once se fundamentaba en la cantera, en quienes sentían los colores de un club; y que eran cumplimentados con 2 o a lo sumo tres llamados “extranjeros» para supuestamente enriquecer la calidad del equipo. Sin embargo la realidad es que jugadores como Mikel, nos proporcionaron unos momentos irrepetibles, fugaces, llenos de ilusión, esperanza y chispa transformada en chispazo cada vez que al tocar el balón transformaban con su carisma y magia una jugada en gol.
Si eran esos tiempos de un fútbol más entrañable y cercano porque la mayoría de sus actores,canteranos muchos de ellos y otros muchos nacionales permitían una mejor sintonía con el espectador y aficionado local que vibraba y animaba como si jugasen amigos y no profesionales.
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