Resultado un poco engañoso el que reflejó el marcador final. Por momentos, el FC Barcelona perdió totalmente el control del partido ante un Chelsea que, consciente de que jugaba sin red, dominaba el mediocampo con Hazard y sobre todo con Willian (qué jugador!).
Pero ahí estaba Messi con ese ánimo de quien quiere recuperar el «trono mundial» que otorga esta gente de France Football. Lo escribo entre comillas ya que no es necesario que cuatro periodistas voten para saber que no hay, ni habrá, jugador que lea mejor los partidos y tenga tanta influencia en el juego. Apareció Messi en dos ocasiones, una de ellas con la inestimable colaboración de un Courtois que se cerró ayer la posible puerta que le llevaba de vuelta a Madrid.

Y ahí estaba Ousmane Dembelé, demostrando que por mucho que se empeñe la prensa es un jugador en clara progresión con un potencial tremendo, con desborde, rapidez y ambidiestro. Como ejemplo de su compromiso, quedará la jugada en la que impidió lo que parecía un gol de Marcos Alonso en el área pequeña. Interesante el fútbol, antes de los octavos, MBappé era presentado como el sucesor del mismísimo Ronaldo mientras que Dembelé estaba lesionado o en el banquillo. Ahora las tornas parecen haber cambiado.
Y finalmente, Ernesto Valverde. Valiente con la alineación, dando un paso adelante metiendo a Dembelé en lugar de apostar por Paulinho. Inteligente recuperando a jugadores como Aleix Vidal quien el año pasado tenía los dos pies fuera del Barsa y ayer estaba jugando octavos de Champions. Estamos ante un entrenador que conoce todos los registros y ha hecho de la necesidad virtud. El Barcelona sabe defender con balón y sin él, y la realidad es que se trata de un equipo muy difícil de ganar e incluso al que marcar. Como dato, de 49 partidos oficiales que lleva el conjunto culé, en 26 no ha recibido un solo tanto. No es casualidad…