Suele decirse que la Navidad es el tiempo de la ilusión. De eso mismo andaba huérfano el bético desde hacía muchos meses. Pero un mes de diciembre pletórico en cuanto a resultados, detalles y noticias han provocado que la fiel infantería verdiblanca recupere la autoestima y la alegría.

Merino se hizo cargo de un equipo moribundo, sin alma y a ocho puntos del ascenso directo. Tras cuatro partidos, lo ha dejado a tan solo tres puntos del liderato y, lo que es más importante, con la impresión de que el Betis compite y tiene carácter. Pese al pleno de victorias con Juan Merino al mando, la directiva verdiblanca ha considerado necesario darle las riendas de la plantilla a Pepe Mel. Puede parecer injusto e innecesario, pero la interinidad de Merino era algo que se sabía y que el propio entrenador del filial tenía asumido.
Y el que llega de nuevo al club de Heliópolis es Mel. Un año y veinte días después de su despido regresa el técnico madrileño. En cierto modo es una señal inequívoca de dar por supuesto que el cese de Mel fue un error y que, desde ese día, se desmoronó el castillo de naipes que es el Real Betis. Ahora la papeleta del entrenador es enorme. El club andaluz tiene la obligación de subir y no será fácil. La apuesta de Mel es arriesgada y espero que tenga un final feliz.
Y para terminar están los detalles, nimios para el resto del universo pero emotivos y trascendentales para el bético. Por un lado está la celebración del gol de la victoria frente al Lugo por parte de Dani Ceballos. El canterano celebró el gol de Rubén Castro con la rabia y la alegría de un bético de a pie.
Y por otro lado está el comportamiento de la afición del Villamarín en el encuentro frente al Racing de Santander. Los béticos reconocieron el trabajo de Merino coreando en repetidas veces su nombre y obviando al nuevo técnico que, curiosamente, si era animado y recordado en la mayoría de los partidos anteriores.
Espero y deseo que el viento haya cambiado y que vengan nuevos y mejores tiempos para el Real Betis Balompié. Por lo menos yo he recuperado algo de la ilusión perdida.