No busquen tatuajes, ni un estilo más propio de un protagonista de hombres mujeres y viceversa, tampoco una mística alrededor de su persona. No busquen nada de eso porque no lo encontrarán.
Creo que en más de una ocasión he comentado que mi segundo equipo, sí, se puede tener segundo equipo, es el Real Betis Balompié. El haber pasado ocho años de mi vida en Sevilla tiene la culpa de mi cariño por el equipo de las 13 barras. Teniendo esto en cuenta, el lector se puede hacer una idea de la gracia que me hizo ayer que el Sevilla FC se coronara de nuevo como rey de la UEFA Europa League. Sin embargo, además de por los amigos sevillistas, la única razón por la que mínimamente me alegré anoche fue por el éxito de José Luis Mendilibar.
Al contrario de lo que se suele decir, personalmente no suelo considerar la humildad como una virtud. Si alguien es bueno en algo debe enorgullecerse y hasta se puede permitir cierta arrogancia. Al fin y al cabo eres el mejor y muchas veces es gracias al esfuerzo y el trabajo realizado. Otra cosa es ser un inútil y creerte lo que no eres, o en otras palabras ser un tonto con ínfulas. Por tanto, al técnico del Sevilla no le alabo la humildad, que la tiene, sino la normalidad que aporta a un mundo, el del fútbol, cuya deriva hacia el histrionismo alejado del aficionado es cada temporada mayor.
Mendilibar llegó al Sevilla directamente del paro, es decir, queriendo entrenar pero sin que ningún club quisiera apostar por él. Eso hace que una oportunidad así, ya de por sí excelente en circunstancias normales, uno la disfrute. Dejó atrás mensajes cifrados imposibles de entender por los jugadores ni aunque se los dieran por escrito, y fue a los básicos de este deporte: poner a cada jugador en su sitio y ser un equipo.
Anoche conquistó un trofeo más que merecido y lo hizo ante el autodenominado Special One, otro de esos técnicos cuyo personaje terminó sustituyendo a la persona. Mendilibar merece sin duda la renovación aunque hubiera que pagar indemnización a quien supuestamente tenía apalabrado el club. A veces los «parches» terminan siendo la solución. A veces, la normalidad triunfa en el fútbol.
Desde luego Mendilibar es un hombre sencillo de pueblo y del pueblo,noble y abierto que sabe de fútbol y lo interpreta con los rasgos de su carácter y lo trasmite con cualidades didácticas de maestro de escuela,lo que lo hace muy entendible y fácil para el jugador,si además su cercanía y relación con el discípulo es otra de sus cualidades tenemos el resultado final de su éxito,también se ha encontrado un vestuario unido por la adversidad y deseoso de demostrar y demostrarse sus potenciales capacidades y deseoso de expresar su compromiso con el club y afición.Y el resultado está a la vista.Yo como sevillista confeso creo que este ha sido el fichaje Estrella de esta temporada.
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