Tras una jornada en la que ningún jugador ha tenido una actuación indudablemente superior a los demás, me apetece hablar de un futbolista que, sin haber llegado a ser superestrella, sí era de los más reconocidos en su equipo, pero que venía pasando por un bache. Este fin de semana ha vuelto a ocupar los titulares de los periódicos y ha sido clave para la victoria del Athletic ante el Granada, se trata de Markel Susaeta.
Guipuzcoano de Éibar, nacido hace 29 años, Markel lleva en la cantera de Lezama desde los 10 años, ascendiendo por todas las categorías y filiales rojiblancos sin salir en ningún momento de la estructura del club vizcaíno. Es primo del oviedista Néstor Susaeta, por lo que parecen llevar el buen fútbol en su genética familiar.
Quien si no Joaquín Caparrós le dio la oportunidad de debutar en el primer equipo cuando contaba con 19 años, como a tantos otros en cada equipo por donde ha pasado el entrenador utrerano. En su primer partido en San Mamés anotó de falta directa ante el Zaragoza. Ya desde esa primera temporada fue un hombre importante en el esquema del Athletic, ganando un puesto de titular habitual que mantendría durante toda la era de Caparrós en el Botxo.
También Bielsa contó con él como pieza fundamental, incluso le dio un mayor peso en el ataque, pasando a ser un extremo más puro y dejando funciones de volante. En cada una de las dos temporadas del mítico técnico argentino en Bilbao, Susaeta superó los 10 goles entre todas las competiciones y rondó también la decena de asistencias, teniendo presencia en prácticamente todos los partidos y siendo de los más destacados en cuanto a rendimiento. Por supuesto, fue partícipe de las dos finales (Copa del Rey y Europa League) que su club disputó y perdió en 2012.
Al inicio de la segunda campaña con Bielsa debutó en la Selección Española, lo que nos puede dar idea del nivel que venía mostrando Markel. Jugó un amistoso en Panamá contra la selección local anotando un gol, aunque en el recuerdo quede de aquella convocatoria el pequeño lío en el que se vio envuelto al responder a una pregunta en una rueda de prensa previa al partido diciendo que allí estaban «representando a una cosa, que bueno, tenemos que darlo todo y respetar bajo todos los conceptos». El equilibrio entre fútbol y política ya se sabe que es complejo.
Con Valverde perdió peso en el equipo paulatinamente, sobre todo ante la irrupción de Iñaki Williams. Al mismo tiempo bajaba su rendimiento y sus números flaqueaban. No obstante es en esta temporada donde menos presencia ha tenido.

En Liga ha participado en 16 partidos, ocho como titular y ocho como suplente, pero hasta ayer no había anotado y solo había repartido una asistencia. Similar reparto de apariciones en Europa League, con tres partidos de titular y cuatro de suplente y sin goles ni asistencias.
Ayer volvió a marcar, aprovechando una asistencia de Beñat que le dejó solo a puerta vacía. También dio la asistencia a Lekue en el libre indirecto que supuso el segundo tanto de su equipo. Sin dejar una actuación esplendorosa, volvió a sonreir, a intentar encarar y a poner luz en un Athletic que venció más por los errores granadinos que por desplegar un juego sólido. Fue una esperanza, un renacer en un equipo que anda este año trastabillando y en un jugador que, aunque solo cuenta con 29 años, parecía haber dado ya sus mejores tardes.
Esperamos que San Mamés vuelva a brillar con las internadas del estilete, un jugador que sirve para las dos bandas, muy preciso en los centros y en las jugadas a balón parado, con buen olfato para aparecer en el área cazando balones en el segundo palo, con buen desborde y que, a pesar de su liviano físico, es capaz de aguantar el balón con firmeza y es voluntarioso al colaborar en las labores defensivas.
Si el eibarrés consigue quitarse la melancolía de los meses anteriores y se confirma en la intención de trabajar por recuperar galones, está en edad de disfrutar de una segunda juventud. Susaeta esta jornada ha empezado el camino para ser el renacido.