Es cierto que nos encontramos en el final de la temporada. Una temporada que para más lustre será rematada con la celebración de un ilusionante mundial. Por lo tanto, podría dedicar estas líneas a la culminación de cualquier liga del orbe futbolístico. Podría hablar del dominio del Bayern en la Bundesliga, del doblete de la Juventus en Italia o del que ya ha certificado el Paris Saint Germain de Neymar. Sin embargo, este artículo sólo se centra en un partido en el que además no se decide ningún título. Porque si vives en Sevilla, es imposible no escribir hoy de la gran cita de mañana. Tras medio año de espera y una semana de larga tertulia, llega por fin el partido con más repercusión social de todo el país. Y es que este sábado los corazones de toda una ciudad latirán con más fuerza que nunca durante noventa minutos. Porque mañana vuelve el gran derbi.
Hablar del momento en el que llega el partido es tan absurdo como hablar de qué lado de la moneda brilla más a la hora de tirarla a suertes. La célebre frase que define al fútbol como “la vida en 90 minutos” adquiere más sentido que nunca en el derbi sevillano. Y es que la historia nos ha demostrado que a la hora de decidirse un derbi poco importa la dinámica con la que arriben a la cita los dos equipos. Porque en un derbi, el desequilibrio futbolístico se compensa con actitud, lo cual beneficia la competitividad de estas citas a la vez que resulta imposible prever un ganador. En un derbi el factor mental es clave, soportar los nervios y la tensión puede convertirse en el elemento que decante la balanza. Ya que la gloria puede estar marcada por una jugada: un penalti, una expulsión, un gol en fuera de juego… la concentración es clave.

Redundando en la incertidumbre que caracteriza a los derbis, sólo hace falta acudir al último, en el que un Real Betis en crisis arrollaba a un Sevilla con Montella recién estrenado pero en puestos europeos. Como hemos comentado, en estos encuentros la mente es importante y el 3-5 de la ida puede espolear a los de Nervión de cara a sanar una herida que aún escuece en la afición. Sabedores de esta máxima, en la planta noble del Sánchez Pizjuán han confiado en el sevillismo de Joaquín Caparrós para revertir la situación y lograr dos objetivos: meter al Sevilla en Europa y ganar este partido. Para tanto es que no sé qué meta iría antes en los cuadernos de los aficionados rojiblancos. Aunque la primera tarea, hacer que el equipo recupere el espíritu competitivo e intenso que caracterizaba a los sevillistas, parece ya conseguida con las dos últimas victorias. Ganar a todo un Real Madrid, y con rotaciones, habrá elevado la moral de la tropa y Caparrós querrá aprovechar la inercia ganadora mañana.
En el Real Betis saben que pocas veces han estado tan cerca de rematar una temporada tan positiva ganando los dos derbis, un hecho que no ocurre desde hace 23 años. Cierto es que los de Quique Setién, uno de los equipos revelación de la temporada, viene de perder en Bilbao por 2-0 dejando sensaciones de agotamiento, lo cual puede ser mal síntoma para mañana. Sin embargo, el curso de los verdiblancos es de sobresaliente. Al gran juego desplegado por los pupilos del técnico santanderino, valorado en todo el mundo futbolístico, se le ha sumado un tercer trimestre de dulce en el que han roto el récord de siete partidos imbatido. Esto ha permitido certificar la clasificación europea a falta de tres jornadas para el cierre de La Liga en la primera temporada de un proyecto serio e ilusionante. Pero en la enfermería se encuentra el gran problema de un Betis al que todo parece irle bien. Jugar con el portero del filial, perder al entonadísimo Junior, tener a los laterales derechos lesionados y contar con un Guardado renqueante pueden ser los puntos débiles del equipo heliopolitano.

En cuanto a las alineaciones sería difícil apostar hoy por dos onces. Caparrós salió con la vieja guardia, el plan B actual, ante el Real Madrid y dio la campanada, por lo tanto podría incluir alguna pieza a los rotados: Banega, Roque Mesa, Nolito, etc. Lo que está claro es que exprimirá el ADN sevillista que posea en el equipo, por lo que veremos a Navas, Rico, Nolito y todo aquel que compense su sevillismo por casta y empuje. En el Real Betis ya se sabe que Setién encomendará su once a sus mágicos cigarros y es imposible que adivinemos quién llevará la camiseta verdiblanca. Parece confirmado que el sistema mantendrá a los tres centrales liderados por Bartra, casi confirmado que los tres de la medular serán Fabián, Javi García y Guardado, pero a partir de ahí… Cuatro opciones de ataque, con la posible despedida de Rubén Castro en mente, jugar con bandas o no, muchas incógnitas en la pizarra de Setién.
Fútbol, fútbol y más fútbol, eso es lo que queremos ver mañana en el derbi. Que la pasión por el balón, por unos colores, no hagan que olvidemos que béticos y sevillistas somos amigos, familiares, compañeros de trabajo, hermanos, en definitiva, sevillanos ¡Que se pare Sevilla, que llega el derbi!