Siendo seguidor del Barcelona no recuerdo una ocasión, salvo en esos encuentros en los que directa o indirectamente el beneficiado fuera el propio equipo culé, en la que no me molestara que el Real Madrid ganara un partido. Ayer fue la excepción. Y lo fue por el rival que tenía delante.
Cuesta explicar cómo es posible que siendo superior en tan sólo 30 minutos sobre los 180 que duró la eliminatoria, al Madrid le fuera más que suficiente para noquear al PSG. Las razones hay que buscarlas en una serie de circunstancias cuyo cumplimiento, como si de un efecto dominó se tratara, fueron poco a poco obrando el milagro. Un error del portero rival (quizás error, quizás falta, poco importa), un estadio rugiendo pese a tener la primera grada cubierta con una lona, el talento de dos jugadores superlativos como Benzema y Modric y el tembleque de un equipo al que muchos denominan «de pueblo».
Decía que no me molestó en absoluto el resultado de anoche y es que hay algo de rebelión al fútbol moderno en la victoria blanca. El fútbol no es tan sencillo como algunos cerca del Sena piensan, no es un deporte donde gastar millonadas sea sinónimo de éxito asegurado. Primero fue pagar 180 millones por Mbappe, posteriormente 200 millones de euros para llevarse a Neymar y como acto final en esta obra trágica fichar a Messi.
He de ser sincero, un componente importante de mi moderada «alegría» de ayer lo ocupa el argentino. Decidió irse a París buscando un equipo competitivo que le permitiera levantar esa Champions que se le lleva resistiendo ya once años y decidió hacerlo al cobijo de los euros de Qatar. Totalmente respetable, cada uno es libre de irse donde quiera faltaría más.

Sin embargo, no encontrará en quien escribe este texto un ápice de compasión. Un símbolo debe serlo tanto dentro como fuera del terreno de juego. Él sostuvo que se redujo el salario al 50% para quedarse en Can Barsa y que nadie le dijo que fuera un paso más. No entendió que ese paso debería haber salido de él. Lástima que no siguiera el ejemplo de jugadores como Puyol que no tuvo problemas en renunciar a un año de contrato consciente de que no estaba al nivel de un futbolista de élite.
Que disfrute de lo que le resta de temporada jugando contra el Angers, apuesto a que cuando mire el extracto de su cuenta corriente será feliz.
Enhorabuena al Real Madrid y mucha suerte al PSG en su afán por no entender que si hay algo que no se puede comprar en fútbol es la historia.
Yo si me suelo alegrar cuando gana el Madrid representando a España,el Madrid o cualquier otro equipo español,incluido el Barcelona,equipo politizado donde los haya,y ayer más porque evidentemente, y como pocas veces,era el David de la contienda.Y suscribo totalmente la opinión sobre Messi,si de verdad y después de lo que le debe al Barcelona,hubiese querido quedarse,en su mano estaba hacerlo y tomó la decisión de no hacerlo, dinero y/o ambición deportiva ,el sabrá, pero desde luego amor a uno colores,no.
0