Ha sido un fin de semana cargado de emociones a la orilla del Manzanares. En tres días se han acumulado acontecimientos que, para bien o para mal, han calado en el corazón de los atléticos. Si el fútbol es pasión y emociones, estos días han tenido toda la esencia de este deporte destilada en rojo y blanco.
Arrancaba el viernes, cuando el periodo de fichajes invernal se iba cerrando y mientras los rumores apuntaban a la poco ilusionante vuelta de Banega al Atlético de Madrid. Hacia mediodía saltó la noticia del inminente acuerdo con el Wolfsburgo para cerrar la vuelta de Diego Ribas a la disciplina del Cholo.
Sin duda, una inyección de moral, la vuelta de un hijo pródigo que dejó grandes tardes de fútbol hace dos temporadas y del que ni aficionados ni entrenador (en varias ocasiones Simeone había declarado que deseaba su vuelta) se habían podido olvidar. Una guinda de lujo para completar una plantilla tal vez un poco falta de fantasía en tres cuartos de campo.
Fue un regreso poco esperado, ya que aunque en otras ocasiones se había hablado de contactos para su fichaje éstos nunca fructificaron. Se deslizaba que sus pretensiones económicas eran demasiado altas, que en el club no gustaban sus exigencias…tal vez nunca sabremos qué problema real evitó que volviera antes, pero al aficionado de a pie lo que le importaba es que por fin había regresado. Un arma más para aguantar el nivel en las tres competiciones, un refuerzo de campanillas para soñar con discutir el sitio a los más grandes.
También inesperada, pero en lo negativo, fue la noticia que sacudió la actualidad rojiblanca en la mañana del sábado. Falleció uno de los mitos históricos de los colchoneros: Luis Aragonés. Primero como jugador y después como entrenador, encarnó parte de la idiosincrasia de su querido club.

Por extensión, el bueno de Luis Aragonés tendrá un hueco en el corazón de todo el fútbol español. Tras ser un clásico de los banquillos de media Liga española, llegó a la Selección cuando ésta no ilusionaba a nadie, asumiendo el reto más fabuloso de su carrera.
Tras unos inicios titubeantes y mucha polémica (sobre todo por dejar de lado a Raúl, la máxima estrella de la Selección en su momento) tomó los mandos con maestría y se decantó por un modelo de fútbol inusual en sus equipos.
Desarrolló con La Roja (nombre del que también él fue el precursor) un fútbol de posesión y toque, él que siempre fue reconocido por el contraataque. Pero juntando bajitos, descubriendo que eran lo mejor que teníamos, nos llevó a un nivel de juego excepcional y a volver a ganar, en la Euro de 2008. Ahí empezó todo.
Con esa mezcla de emociones, el Atlético llegó el domingo al Calderón a enfrentarse a la Real Sociedad sabiendo que la victoria le dejaba líder en solitario. Tras un bello homenaje en los prolegómenos del encuentro al mito desaparecido (con lo poco que le gustaban a Luis estos actos previos a los partidos) el equipo cumplió con el guión.
Venció, se coloca líder y se permite el lujo de soñar con todo. Luis Aragonés, desde donde esté, seguro que se sentirá orgulloso de este Atleti, porque tiene un entrenador que es algo así como su versión 2.0, que entiende el fútbol en toda su dimensión. Este Atleti de Simeone, como los equipos de Luis, sabe cuando atacar y cuando defender, sabe ser seguro atrás cuando toca serlo y demoledor arriba en cuanto puede. Muerde, pero también sabe tener el balón. Es rápido en el despliegue, pero sabe cuando debe dar un pase atrás. Pero sobre todo tiene el gen de Luis, el del Cholo, el de no rendirse jamás desde la humildad de quien sabe que hay equipos mejores.
El Atleti, como los equipos de Luis Aragonés, sabe jugar sus cartas. Con Diego Ribas, que el domingo marcó en su redebut y cambió la cara del equipo, tiene una carta más. Simeone, como también Luis, es un entrenador muy cercano a los jugadores, un motivador nato, y saben lo que es defender ese escudo.
El Atlético de Madrid de Simeone seguirá luchando, como siempre lo hizo Luis. Nadie sabe cual es el techo de este equipo, pero lo que está claro es que su afición estará tan orgullosa de su desempeño, como de haber tenido a un mito como Luis Aragonés entre ellos.
