Hace aproximadamente veinte años, la mejor selección que ha dado nuestro país vecino en su historia se alzaba con el Mundial de Francia 1998. Desde entonces, ningún país organizador de la gran cita internacional ha sido capaz de emular la gesta de los Zidane, Henry, Deschamps y compañía. Un éxito que refrendaron dos años después en la Eurocopa de 2000 y que acabaría en debacle con la eliminación en la fase de grupos de 2002.
Por tanto, en todo este siglo no ha habido ni un sólo equipo anfitrión que consiguiese alzarse con la Copa del Mundo pese a la creencia popular de favoritismos. Evidentemente, quería remarcar este hecho en base al cruce de octavos que España tendrá que solventar frente a Rusia. De hecho, no sé si la causa del pesimismo se debe a jugar en la casa de tu rival o al mal juego desplegado por los de Fernando Hierro. El sábado 1 de junio saldremos de dudas pero antes me gustaría hacer un repaso histórico a la participación de los anfitriones en los últimos mundiales. Quizás así, la España futbolera tenga motivos para respirar en un mundial marcado por nuestros problemas.
El siglo XXI empezó con el único mundial que hasta la fecha se ha disputado en Asia. A la moda de las sedes compartidas, Japón y Corea del Sur acogieron la Copa del Mundo de 2002. Los nipones no fueron capaces de pasar de octavos tras perder por la mínima con la desaparecida Turquía. Y eso que los del Sol Naciente remataron una fase de grupos excelente, con victorias ante Túnez y Rusia y un empate frente a Bélgica. Pero si hubo una selección protagonista en el mundial, esa fue la de Corea del Sur, a nuestro pesar. Todavía tiene Camacho pesadillas con Al-Ghandour y su caserísimo arbitraje en cuartos de final. Sólo la gran Alemania de Rudi Völler, que ya apuntaba maneras pudo batir en semifinales a los tigres, y a todos los elementos que impulsaban a un equipo favorecido desde principios del torneo.

Cuatro año después, Alemania encaraba su Mundial tras rozar la gloria en Asia. Un equipazo liderado por el talento de Michael Ballack, la calidad de Schweinsteiger o Podolski y el olfato goleador de Miroslav Klose. Una fase de grupos impoluta predecía el éxito de un anfitrión de gran potencial. Tras el trámite de octavos contra Suecia, los de Klinsmann tuvieron que tentar a la suerte para lograr el pase a semifinales. Los fallos de Argentina en la tanda de penaltis los situaron a dos pasos del entorchado. Sin embargo, los teutones se toparon con los rescoldos de una Italia de muchos kilates. Buffon, Cannavaro (que sería coronado como Balón de Oro), Pirlo, Gattuso, Totti o Del Piero eran algunos de los cracks que integraban un equipo que a la postre se alzaría con el trofeo. Aun así, vendieron cara la derrota ante los de Lippi, que no doblegaron a los germanos hasta la prórroga.
Luego, en 2010, la competición viajaba hasta un nuevo continente, el africano, situando el epicentro del fútbol Mundial en Sudáfrica. Los bafana bafana no pudieron honrar a su gran líder, Nelson Mandela, pese a que estuvieron a punto de llegar a octavos de final. Los del laureado Parreira se quedaron a tres goles de la supervivencia. Sin embargo, la sorprendente victoria en la última jornada ante Francia no fue suficiente para desbancar a México de la segunda plaza del grupo A. Desde entonces, los sudafricanos no han vuelto a aparecer en una gran cita. Aunque realmente, en España lo que siempre recordaremos será el gol de Iniesta, un gol que valía una estrella, la única hasta ahora.

Por último, hace cuatro años en Brasil, la canarinha llegaba con muchas dudas a la cita mundialista. Un equipazo plagado de talento, con Felipao Scolari al mando, que ya evidenciaba el gran problema que sigue arrastrando la verdeamarelha en estos días: falta un cerebro en el mediocampo. No obstante, culminaron la fase de grupos como primeros. Ya en los cruces, el destino les deparó dos rivales de la misma confederación: Chile en octavos y Colombia en cuartos. Para ganar a los primeros sufrieron de lo lindo y fueron los lanzamientos desde los once metros los que marcaron el final. Contra los cafeteros sí demostraron mayor solvencia, venciendo con un 2-1. Nada hacia presagiar que en semifinales Alemania destrozara las ilusiones de todo un país. Sin Neymar, la canarinha llegó al descanso con un contundente 0-5, de hecho este era el resultado con el que se cerró la primera media hora de partido. La goleada no quedó ahí y la semifinal se cerró con un apabullante 1-7. El fútbol hizo justicia y Alemania, que llevaba años llamando a las puertas de la gloria, alzó la Copa del Mundo frente a la Argentina de Messi.
En definitiva, ser anfitrión de un mundial no equivale al éxito si nos guiamos por la historia de los mundiales de este siglo. Aunque eso sí, hubo una época en la que ayudaba, y mucho. Por lo tanto, habrá que confiar en España y en que los nuestros reviertan la situación. Y en que Rusia sea uno de esos últimos anfitriones marcados por el fracaso. Así sea.