“Heredero o legatario designado para cuando falta la sucesión del nombrado con prioridad a él, o para suplir con causa legítima el nombramiento”. Con esta definición, algo barroca, se designa en el Diccionario de nuestra Real Academia al sustituto. Y como en la vida nada es eterno, las sustituciones en todos los ámbitos están a la orden del día. Hasta en la política. Pero si hay un terreno acostumbrado a la inestabilidad ése es el del fútbol. Del cielo al suelo sólo hay dos derrotas. O como diría aquel: “ni antes éramos tan buenos, ni ahora tan malos”. Una máxima que se repite este año más que nunca dada la inusitada apertura, o quizás locura, de esta Liga 2019-20.
Y claro, cuando las cosas van mal, las miradas se dirigen al banquillo. Por un lado, porque sería imposible cambiar una plantilla entera en el mercado de invierno. Por otro, porque en buena parte de las ocasiones son los entrenadores los incapaces de revertir las situaciones negativas. Las famosas dinámicas, tan propugnadas por mi Ignacio en nuestro podcast.
Sin embargo, un cambio de míster no responde siempre a una causa legítima si nos atenemos a la acepción de nuestros académicos. No obstante, ya son cuatro los entrenadores que no se comerán los polvorones en sus banquillos, y puede que no sean los únicos.
Baculazo en Mestalla
Aunque no lo recoja el Diccionario de la RAE, este término define el abuso de autoridad en las decisiones eclesiásticas. En Valencia, un ámbito mucho más terrenal, responde a la maniobra que Peter Lim maquinó este 11 de septiembre. Una demostración de fuerza remota, desde Singapur, que acabó con la sorprendente destitución de Marcelino García Toral. Ni la Copa del Rey conseguida menos de cuatro meses antes ni la clasificación de Champions evitaron la ruptura entre propietario y entrenador. El asturiano, poco amante de los filtros, había jugado con fuego on the record y acabó convirtiéndose en el primer caído del curso en los banquillos.

Tampoco se entendió mucho que se legara la dirección técnica a Albert Celades ni en la grada, ni, por supuesto, en el vestuario. El bagaje del excentrocampista se limita a a un subcampeonato de Europa con la sub 21. De hecho, acabó yéndose de la rojita cuando Rubiales prefirió al inexperto Hierro en la crisis del mundial de Rusia. Para colmo, Lopetegui lo reclutó como segundo en el esperpéntico experimento madridista.
Sin embargo, pasada la convulsión social y deportiva, la calma ha llegado a Mestalla y los ches encadenan buenos resultados, aunque con algún tropiezo, como todos en esta Liga. Hablar de cambio es difícil cuando se hereda un banquillo tras tres jornadas, pero los murciélagos actualmente siguen vivos en un dificilísimo grupo de Champions y están empatados a puntos con la primera plaza meritoria de Europa League.
La espinita de Machín
Podría sonar a canción de otra época pero no hablamos del cantante cubano. Hablamos de cómo tuvo que irse con la música a otra parte David Gallego en el Espanyol, la crónica de una destitución anunciada. Porque el lío ya empezó en verano cuando el Betis se decidió por Rubi, aún con contrato en vigor. El de Vilasar había obrado un cuasi milagro clasificando in extremis a los periquitos para Europa en una campaña propia del cercano Dragon Khan. Y otro propietario asiático, el chino Chen Yansheng, no muy amante de los grandes desembolsos, decidió confiar en el inexperto Gallego, técnico del filial por aquel entonces, la nave blanquiazul. Tampoco le ayudó mucho que dos de sus puntales, Borja Iglesias y Mario Hermoso, hicieran las maletas pese a los múltiples órdagos de Rufete.

Así pues, el desenlace sólo se hizo esperar ocho jornadas. Con cinco puntos en el casillero y penúltimo se hizo con el mando del RCDE Pablo Machín. El soriano busca resarcirse del fracaso en Nervión. Aunque lo cesaron del Sevilla con el equipo en Europa League, la misma competición que lo mandó al paro con el Slavia de Praga de verdugo. Quizás un cambio exagerado en vista a lo que conseguiría después Caparrós.
Por lo menos, el destino le ha brindado la oportunidad de vengarse en el papel de salvador perico. De momento, con una victoria y cuatro derrotas en Liga, está lejos de conseguirlo. Se augura mucho trabajo para los Reyes Magos en Cornellá en un club abocado al descenso.
Los viejos rockeros…
El único equipo que ostenta el dudoso honor este año de haber contado ya con tres entrenadores es el Leganés. A Pellegrino ya le costó bastante el curso pasado lograr la permanencia con el conjunto pepinero. Pero nada comparable con el arranque de campeonato. Tanto es así que el excentral tuvo que dimitir del cargo, perdonando bastante dinero, con un paupérrimo bagaje de dos puntos en nueve jornadas. Éste fue el testigo que recogió Luis Cembranos, que llegaba al banquillo de Butarque como interino procedente del filial. Un estatus que pudo cambiar si hubiese logrado dar continuidad a la victoria ante el Mallorca, la primera y hasta el momento única. Pero entonces llegó el Real Madrid, descansado tras el no clásico, como una apisonadora y un Eibar efectivo para devolver a Cembranos a la cantera.

Vista la difícil situación, la directiva pepinera ha optado por la veteranía. Al sur de Madrid han pensado que sólo un entrenador tan batallado como Javier Aguirre podría ganar una guerra tan desequilibrada como ésta.
El vasco, que parecía para sopita y buen vino tras su periplo por Emiratos y Egipto, ha aceptado el reto de la que sería su quinta salvación. Ya la logró para Osasuna, Atleti, Zaragoza o Espanyol, aunque nunca con este panorama. En apenas una semana, su elegante sonrisa ya se ha plasmado en una mejora importante de la imagen pepinera, arañando un punto ante una Real Sociedad on fire. Muchas velas tendrá que poner a la Virgen de Guadalupe para que Butarque no sea el año próximo un estadio Smartbank.
A casa por Navidad
El problema en Vigo radicaba en un choque de estilos. La convulsa temporada anterior, en la que el Celta no descendió gracias a Iago Aspas, acabó con Fran Escribá como tercer y último entrenador del banquillo vigués. En esos momentos sólo se buscaba la experiencia de un entrenador fogueado en las adversidades para arreglar los desaguisados de Mohamed y Cardoso.
El parche tapó el agujero, aunque quizás la causa estuviese en el pegamento que aportaban los goles del genio de Moaña. En lo que llega el verano y Miñambres articula toda una operación retorno plagada de calidad. La ilusión de la vuelta de los Rafinha, Denis o Santi Mina no se tradujo en resultados. Las últimas cuatro derrotas seguidas acabaron por evidenciar la incapacidad de un Escribá, más cercano al pragmático Bordalás que a un vistoso Guardiola.

Este hecho, el de la incompatibilidad de fútboles, válgase aquí el plural, proclamado por crítica y afición parece haberse corregido con su sustituto ¿Qué mejor jarabe que el de la Masía para afinar el talento? Es bajo este razonamiento como ha llegado Óscar García al banquillo celeste. Una vuelta a casa casi en Navidad que supone el primer proyecto del de Sabadell en España. Y tan caprichoso es el destino que con el Camp Nou de fondo.
Lógicamente no es evaluable su derrota allí para saber si el ex de Maccabi, Watford u Olympiakos, entre otros, es capaz de sacar del descenso a Aspas and company. Puede que en este caso sea una cuestión de sistema o de trabajo, porque al contrario de Machín o Aguirre, aquí sí hay plantilla.
La experiencia, no tanta como la de Aguirre, me dice que estos cuatro entrenadores no serán los únicos sustitutos de la temporada. En algunos casos, lo extraño es que aún no se haya consumado el cambio, como en el Betis de Rubi. Y mientras, agazapados en el desempleo, a la espera de la llamada de sus agentes, técnicos como: Javi Gracia, Abelardo o Quique Setién. La terna que cual perejil de toda salsa suena con cada cese ¿Quizás sea el último de los tres el que vuelva a sentarse en un banquillo que conoce bastante?